Después de medio siglo de actividad musical, siempre en primera línea, se quedan cortos los adjetivos para definir a este niño de Linares que ha sabido envejecer como nadie. Icono social de los 60, artista respetado en los 70, referencia obligada en los 80… y así hasta este siglo XXI. Un cantante con buena voz y mejor cabeza que ha sabido estar al margen de las modas y a la vez, integrarse de forma natural en ellas.
Miguel Rafael Martos Sánchez nació en Linares el 5 de mayo de 1943, siendo el tercero de cuatro hermanos. Al año siguiente, su padre, ferrallista de la construcción, hace el petate y la familia se viene a Madrid, concretamente a la calle Carolinas, esquina a Bravo Murillo. De allí serían desahuciados e irían a vivir al barrio de Carabanchel. A los cinco años ya canta en un coro escolar y en 1953 representa a España en un concurso europeo de escolanías infantiles, que se celebró en Salzburgo, del que resulta vencedor. Son tiempos difíciles en los que Rafael llega a mendigar en la boca del metro.
Pasan los años y el niño que asombraba a todos cambia su voz y su estilo. Jamás ha dudado que la canción iba a ser su vida. Son años de rock y twist, pero también de canción melódica y copla. Rafael es capaz de tocar todos los palillos…y de tocarlos bien.
A finales de 1960 se inscribe en la escuela del maestro Gordillo, adonde también acuden las futuras Rocío Durcal y Massiel. Su profesor enseguida vaticina: “Esto que haces tú, no lo hace nadie. Si al público le gusta no habrá dinero suficiente para pagarte. Si no, tendrás que buscar otro camino”. Gana concursos radiofónicos y canta por las tardes en un modesto local llamado La Galera. También canta a veces en un puticlub en el que actúa como pianista un muchacho llamado Manuel Alejandro, con el que traba pronto amistad.
Gracias a los esfuerzos de su mentor, en 1961 aparece por primera vez en televisión. Consigue una audición para el sello Philips. Aquella ph que había visto en la marquesina de entrada de la marca iba a quedar incorporada a su nombre, que ya sería para los restos, Raphael. Incluso para darle internacionalidad en las primeras portadas de sus discos aparecía con una diéresis encima de la e. Las oficinas de la discográfica estaban en el Paseo de las Delicias y, aunque parece ser que no estuvo muy fino en la prueba, salió de allí con un contrato bajo el brazo. Cuenta la leyenda que ese mismo día firmó también su contrato un muchacho granadino llamado Miguel Ríos.
Paco Gordillo, hijo de su maestro iba a ser su primer representante y se ocupó, de común acuerdo con Philips, de lanzar a Raphael en Benidorm. Aparece su primer EP: “Tu Cupido / Inmensidad / Te Voy a Contar mi Vida / Perdona, Otelo” (Philips, 1962), que tendrá una fría acogida. En este primer disco las cuatro canciones están compuestas por su amigo Manuel Alejandro. Será decisivo en su carrera y compondrá casi en exclusiva para él, firmando la mayor parte de sus mayores éxitos.
Pero pronto va a destapar el tarro de las esencias. Se buscaba urgentemente un cantante para ir a Benidorm. Se presentan al casting Víctor Ponti, Maribel Llaudes y Raphael, siendo elegido. Hasta cuatro canciones inscribió en el Festival, logrando algo que nunca volvería a repetirse: copar los tres primeros premios de Benidorm 62. Por este orden: “Llevan”, “Quisiera” y “Cada cual”. Esto se tradujo en dos nuevos extended play, que aparecerán al mismo tiempo y con numeración correlativa: “Llevan” (Philips, 1962); “Quisiera” (Philips, 1962). Todos hablan de su especial estilo interpretativo y su nombre comienza a sonar y mucho en el panorama musical.
Tras el memorable triunfo festivalero, Raphael exige un contrato más beneficioso. Philips se niega y tiene la fortuna que el sello francés Barclay, distribuido en España por Columbia, comprara su carta de libertad. Allí graba un solo disco y pasa un año de semiostracismo, que está a punto de costarle su recién iniciada carrera. Hace la primera gira por España con una memorable actuación en Gijón. De vuelta en Madrid, pasa buena parte del invierno cantando en el York Club.
En 1964, Hispavox se hace con el contrato de Raphael. En esta operación tendrá mucho que ver el director artístico de la marca, Waldo de los Ríos. Aquí se reencontrará con Manuel Alejandro para no separarse ya en muchos años, iniciando la etapa más fructífera de ambos.
El primer disco para Hispavox contiene la canción “Los hombres lloran también”, que será su primer hit. En julio de 1965 participará en el Festival de La Granja, un evento organizado por el General Franco, comenzando su fama de imagen del régimen del dictador, un sambenito que le acompañará toda su vida. El 3 de noviembre de ese mismo año alquila el Teatro de la Zarzuela y da un recital. Un gesto inusitado con el que pierde dinero, pero con el que adquiere la vitola de estrella. Con los temas de ese recital aparecerá su primer LP: “Raphael” (Hispavox, 1965) del que se extraerán varios EP exitosos. Pero el disco que le va a subir definitivamente a la cumbre va a llegar con “Raphael Canta la Navidad” (Hispavox, 1965) con “La canción del tamborilero”, un hit estratosférico y el villancico más vendido en España.
Por entonces no existían listas oficiales de ventas, pero sin duda alguna fue el disco más vendido durante muchas semanas. Termina el año cantando como gran estrella en el Festival de Navidad, que organiza Carmen Polo de Franco en el Teatro de la Zarzuela. La elite social con abrigos de visón se rifa al Niño de Linares. Como anécdota, referir que este triunfo le pilla en plena mili, siendo prácticamente licenciado por la vía rápida por… méritos cantores después de una entrevista entre su representante y el ministro Fraga Iribarne.
Trabajando a destajo, prepara su segundo LP “Canta…Raphael” (Hispavox, 1965), seguramente el mejor de su extensa trayectoria. Contiene dos canciones que meses más tarde llegarán al número 1 encabezando respectivos EP: “Cuando Tú no Estás” (Hispavox, 1966) y el eurovisivo “Yo Soy Aquél” (Hispavox, 1966). Además otros títulos importantes como “La canción del trabajo” o “Estuve enamorado”.
Es seleccionado para ir a Eurovisión con la canción de Manuel Alejandro “Yo soy aquél”. Aquello tuvo tintes épicos. Era la patria española la que mandaba su mejor guerrero a luchar en Europa, a Luxemburgo para ser más concretos. El tema es una de las mejores baladas de nuestra historia. Ocupó el séptimo puesto, pero convenció hasta el punto de ser grabada en media docena de idiomas y de propiciar actuaciones históricas y algo histéricas en el London Palladium y el Olympia de Paris, entre otras salas y platós televisivos europeos. Por supuesto el cine también llamó a su puerta y Raphael protagonizó su primera película (antes había hecho breves papelitos en alguna otra). “Cuando Tú No Estas” (Mario Camus, 1966).
Se hace difícil entender hoy lo que Raphael significó en aquella España franquista del desarrollismo y los cacareados 25 años de paz. Desde luego, trascendía lo musical o artístico. Se crearon centenares de clubes de fans en todo el país que se terminaron por agrupar en una federación con centenares de miles de afiliados, más bien de afiliadas. Sus películas eran acontecimientos locales en los pueblos españoles. Representaba el triunfo de lo español ante lo europeo. Su voz y su cara eran habituales en telediarios y una nube de reporteros y fans le seguían allá donde fuera. Raphael y Manuel Benítez (El Cordobés) eran los iconos de la vida española. Postales, discos, colecciones de cromos, revistas exclusivas, películas realizadas a mayor gloria del cantante patrio. De hecho, decir en determinados ambientes que no te gustaba Raphael, era casi un ejercicio sospechoso y antipatriótico. No todo eran flores. Los gestos excesivos del cantante, su cara de niño -de ahí le venía uno de sus sobrenombres- le granjearon fama de maricón, algo imperdonable en una España de machorrería rampante.
Cada una de sus canciones era en directo convertida en una representación teatral con temblores, calculada desmesura gestual y una entrega al público fuera de toda duda. Alardes que se sustentaban en una magnífica voz. Todo esto hacía que sus galas fueran las más cotizadas, pues pocas veces defraudaba. Durante varios inviernos el cantante ofreció tandas de recitales en Madrid sin escatimar gastos. Orquestas de treinta músicos, ballet y, un año, hasta una docena de bongoseros le acompañaron. Las entradas para estos recitales solían agotarse con antelación.
Sus gestos y dicción fueron escudriñados e imitados por cómicos y cantantes. Cuando extendía su brazo derecho hacia el cielo, impeliendo a su mano un cierto sentido giratorio, no faltaba quien decía: “Ya está cantando el robabombillas”. Y es que nada de lo que hacía o decía Raphael era en vano, para bien o para mal.
En los siguientes dos años va a encadenar los triunfos en España y su nombre va a hacerse un hueco cada vez mayor en el mercado sudamericano. Tras la afrenta de Luxemburgo, que aún escocía, los capitostes del Ministerio de Información y TVE –venían a ser más o menos los mismos- deciden que Raphael debe acudir de nuevo a Eurovisión con otro tema de Manuel Alejandro, “Hablemos del amor”. Viajó a Viena, donde alcanzó la sexta posición en la misma edición que ganó Sandie Shaw con sus “Marionetas en la cuerda”. Esta segunda participación propició un nuevo número 1 de ventas para su EP “Eurovisión 67” (Hispavox) y sirvió de perfecto altavoz para su película “Al Ponerse el Sol” (Mario Camus, 1967). También hubo nuevo LP, formado mayoritariamente con temas cantados en dicha película: “Raphael” (Hispavox, 1967), un 33 rpm con cierto gusto a refrito, pues buena parte de los temas ya habían sido anteriormente editados en EP.
Viaja a Argentina para rodar una película producida allí, que aquí en España se titularía finalmente “Digan lo que Digan” (Mario Camus, 1967). De este film van a salir un LP decente “BSO Digan lo que Digan” (Hispavox, 1969) y un extraordinario EP: “Digan lo que Digan” (La Voz de su Amo, 1967). Estas grabaciones argentinas para EMI-La Voz de su Amo le trajeron problemas, pues fue demandado por Hispavox, con quien tenía contrato. Las aguas volvieron a su cauce y a partir de enero de 1969 Raphael volverá al redil e Hispavox reeditará todo lo que hizo para La Voz de su Amo con lo cual existe duplicidad de discos en el periodo que va de septiembre del 67 a finales del 68.
En aquellos tiempos, Raphael emprende su particular conquista americana. No se conforma con abrirse paso en el mercado sudamericano, sino que debuta con llenazo de público en el Madison Square Garden en 1967 y aparece por primera vez en el Ed Sullivan Show, al que volverá en numerosas ocasiones. Al año siguiente actúa en lugares tan remotos como Japón o Rusia. En este último país alguno de sus discos registran ventas récord.
En ese tiempo, su discográfica de siempre, evidentemente enfadada con la actitud de su cantante estrella, pone toda la carne en el asador y publica “El Disco de Oro de Raphael. Vol 1” (Hispavox, 1968). Un disco que realmente recoge lo más granado hasta ese momento. Esta recopilación tendrá continuidad con “El Disco de Oro de Raphael. Vol 2” (Hispavox, 1973). Estos discos en sus varias ediciones en vinilo y casette cosecharon un muy elevado número de ventas.
Continúan sus apariciones en la gran pantalla con un par de películas que pretenden mostrar, siquiera en la ficción, las dos caras opuestas de la supuesta personalidad del cantante. “El Golfo” (Vicente Escrivá, 1969) y “El Ángel” (Vicente Escrivá, 1969), propiciando nuevas canciones, casi siempre firmadas o adaptadas por Manuel Alejandro.
La nueva década de los 70 no sienta demasiado bien al cantante. Trabajador infatigable, sigue a lo suyo; sin embargo sus LP “Aleluya” Hispavox, 1970) y “Algo Más” (Hispavox, 1971) ya no alcanzan las gigantescas cifras de ventas de antaño, aunque el primero de ellos es de una calidad media muy estimable.
Un cierto hartazgo del público tras casi una década de discos y la eclosión de valores emergentes, entre los que destacan poderosamente Julio Iglesias y Camilo Sesto, amenazan su espacio natural. Así las cosas, Raphael se prodiga en Europa y América, especialmente en México. De aquellas actuaciones extranjeras nos ha llegado un documento de primera mano: su LP “Live at the Talk of the Town” (Hispavox, 1970).
El cantante va a resentirse bastante en la calidad y originalidad de sus grabaciones, entrando en un cierto bache y manufacturando algunos álbumes ciertamente poco interesantes durante los siguientes años, con la excepción de “Le Llaman Jesús” (Hispavox, 1973), un LP que nos presenta un Raphael casi convertido en cantautor y prestando su voz a los grandes de la especialidad: Brel, Chabuca Granda, Facundo Cabral, Mari Trini…
Pero su vida va a cambiar de forma importante. El 14 de julio de 1972, en la romántica Venecia, se casa en secreto con Natalia Figueroa, periodista, realizadora de televisión e hija del marqués de Santo Floro. La prensa, airada por haber quedado al margen del enlace, carga contra la pareja. Se llega a hablar abiertamente de montaje publicitario. Bueno, hoy sabemos que el montaje pronto cumplirá cuarenta años y que Rafael y Natalia son el ejemplo de matrimonio sólido que tanto envidian otros artistas, que gritaron a los cuatro vientos que se casaban enamoradísimos y cobraron exclusivas por juntarse y separarse.
El incansable artista va a seguir grabando álbumes con temas escritos para él y con clásicos hispanomaericanos, pero las ventas en España van a decrecer. El personaje ha devorado ya al cantante y muchas veces sus interpretaciones son imitaciones de sí mismo. En 1975 va a tener su propio programa de música y entrevistas en TVE: “El Mundo de Raphael” que apenas cubre cinco entregas antes de desaparecer. Otro en su lugar se habría retirado a disfrutar de un dinero y un prestigio ganados a ley. Pero eso es para los otros. Raphael sigue grabando y trabajando cada verano con el entusiasmo de un principiante.
En los últimos 70 se toma un respiro relativo y durante un tiempo vive en México, donde rodará el culebrón “Donde termina el camino”. Su particular travesía del desierto va a alcanzar su recompensa a principios de los 80.
Va a entrar con fuerzas renovadas en la nueva década y en enero de 1980 publica “Y Sigo mi Camino” (Hispavox, 1980) que contenía la canción “Como yo te amo”, que rivalizó con la versión que Rocío Jurado había grabado el año anterior. Después vendrían otros títulos históricos salpicados en los LP que de forma incansable fabricaba. Canciones que vuelven a ponerlo en los mejores puestos y que sobre todo en singles se venden la mar de bien. “Qué Sabe Nadie” (Hispavox, 1981) y “En Carne Viva / Se me Va” (Hispavox, 1981) consiguen el milagro de lograr su regreso a la primera línea. Además el LP “En Carne Viva” (Hispavox, 1981) será una de los más brillantes de toda su trayectoria.
Pero las buenas ventas de todos estos discos van a palidecer al lado de las de su doble LP recopilatorio “Ayer, Hoy y Siempre” (Hispavox, 1982) que entre ese año y los siguientes va a vender cincuenta millones de ejemplares en todo el mundo, convirtiéndose en su disco más vendido. Como el oro y el platino se habían quedado pobres para reconocer esa astronómica cifra, se ideó el llamado Disco de Uranio, que tan solo Raphael y más tarde Michel Jackson y Queen conseguirían. A partir de 1999 pasaría a denominarse Disco de Diamante, reservado a ventas millonarias.
Los mediados de los 80 vienen marcados por el nombre de un compositor: José Luis Perales, que va a componer para Raphael dos LP completos. El segundo de ellos, “Yo Sigo Siendo Aquel” (Hispavox, 1985), servirá para conmemorar las bodas de plata con la música de este ídolo de multitudes. Y para multitud la que se congregó ese mismo año en el acto apoteósico de este 25º aniversario en un concierto celebrado en el Santiago Bernabéu. Las rosas de aquel año mágico también trajeron espinas y el cantante comienza a tener serios problemas hepáticos que se irán agudizando con el tiempo y que le mantendrán en algunos momentos fuera de actividad. A principios del nuevo siglo se temió seriamente por su vida, que finalmente saldría adelante gracias al trasplante de hígado en 2003, una operación similar a la que un año antes había sufrido el otro gran vendedor de discos: Camilo Sesto.
En 1987, tras casi un cuarto de siglo en Hispavox, decide cambiar de aires discográficos y ficha por CBS, que pronto iba a ser absorbida por Epic y algo después, a su vez, por Sony. En esta marca seguirá publicando LP y CD, algunos de ellos escasamente conocidos en nuestro país. En uno de esos discos, concretamente dentro de “Ave Fénix” (Sony, 1992) iba a aparecer su canción “Escándalo”, que relanzaría su carrera y lo iba a popularizar entre una nueva generación de fans. Este tema ha alcanzado tal popularidad, que ya esta palabra la pronunciamos con el mismo deje que le da Raphael cuando la canta.
En 2000 volverá al trajín diario de los escenarios, poniendo en escena el musical Dr. Jekyll y Mr. Hide” (Bricuse & Wildhorn, 1997), que supuso un auténtico palizón y una piedra de toque para el cantante, protagonista y productor de este espectáculo.
El incombustible Raphael seguirá siendo mirando adelante con discos que evidencian una cierta pérdida de recursos, pero que también denotan una sabiduría de gurú de la canción. Las nuevas generaciones (más que hablar de sus hijos casi habría que hacerlo de sus nietos) van a descubrirle y se ganará el respeto y admiración de las sucesivas hornadas de cantantes. Un respeto y una gratitud que se plasmará en el CD “Maldito Raphael” (EMI, 2001), en el que interpreta duetos con Alaska, Rocío Jurado, Jeanette y otras cantantes.
En 2003 tras su casi milagrosa recuperación, otro se habría quedado en caso a sopitas y buen vino. Él no, él se metería en un estudio de grabación para salir con “De Vuelta” (EMI, 2003) bajo el brazo. En el otoño de 2006, tras publicar “Cerca de Ti” (EMI, 2006) se embarca en una gira mundial, que se extenderá y ocupará buena parte del siguiente año. Una vez finalizada, sacará “Raphael, 50 Años Después” (EMI, 2009), un triple CD grabado en directo en la Plaza de Toros de las Ventas con el que conmemora sus bodas de oro con la música. Incluye duetos con sus amigos; Serrat, David Bisbal, José Luis Perales, Miguel Bosé, etc.
No termina aquí la inacabable discografía de este cantante por encima de todas las épocas y modas. «De Amor & Desamor» (Universal, 2014) y «Mi Gran Noche» reconvertida en 2015 en película dirigida Alex de la Iglesia son otros dos hitos de una carrera que camina rumbo a su sexta década.
La lista de reconocimientos y galardones es casi tan larga como la de su discografía y le han llovido los homenajes en estos últimos años. Solo voy a citar dos por su alto significado. En el 2000 se le concedió la Medalla al Mérito en el Trabajo, en el 2006 la Medalla de Oro de las Bellas Artes, ambas con pleno merecimiento, sin duda.
Raphael es el hilo conductor de un determinado tipo de música y nadie como él ha agotado recon sobrenombres y adjetivos. Es un icono vivo (esperemos que por mucho tiempo) de la música y la cultura españolas.
Finalmente, tengo que agradecer a ese coleccionista apasionado y generoso llamado Mijas y a la modélica web de los fans del cantante la cantidad de material y datos proporcionados. Sin su ayuda, podéis estar seguros, esta travesía musical no habría llegado nunca a puerto.
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