En esta ocasión Raphael no tira por la parva más trillada ni apuesta sobre seguro. Aquí se la juega con lo que él ha llamado en muchas entrevistas “las joyas de su corona”, un manojo de canciones en su mayoría procedentes del fondo de armario de los discos que el cantante grabó originalmente en los 80 y 90, que en ese momento pasaron desapercibidas u oscurecidas por otras con mayor tirón comercial.
Ahora son regrabadas con nuevos arreglos y cayendo en ocasiones en esa trampa habitual que consiste en creer que hacer nuevos arreglos es recargar el acompañamiento con toneladas de violines y trompetas. Producción lujosa de Paco Salazar, Fernando Velázquez y Jacobo Calderón. El disco estuvo acompañado de una macrogira que se inició el 14 de agosto de 2014 y finalizó el 16 de julio de 2015, llevándolo por ocho países.
El disco es formalmente impecable y tiene cotas bien altas en la revisión de “En carne viva” o en canciones mucho menos conocidas como “No puedo arrancarte de mí” o “Desde aquel día”. La monotemática del disco lo convierte en algún momento en pesado y monótono, haciendo que las canciones –todas ellas baladas- y la repetición de los tics interpretativos raphaelistas suenen muy parecidas entre ellas.
No obstante, hay que felicitar y felicitarse por este trabajo, especialmente porque pone sobre el tapete una serie de composiciones de gran calidad que, en su momento, habían sido utilizadas casi como relleno de discos pasados y que, por tanto, habían pasado del todo desapercibidas para los seguidores de este cantante eterno.