Manila fue la segunda ciudad del mundo más bombardeada durante la II Guerra Mundial. Justo allí y justo en ese momento vino a nacer Luis Eduardo Aute Gutiérrez-Rapide el 13 de septiembre de 1943, hijo de barcelonés y nieto de andaluces por parte de padre y de filipinos de ascendencia española por parte de madre. Constituían una familia acomodada dado el puesto de su padre en la dirección de una compañía tabaquera. El niño Luis Eduardo habla inglés en la escuela, español y catalán en casa y tagalo en la calle, impregnándose de estas lenguas de manera natural.
En 1951 viaja por primera vez a España y en 1954 vendrán de nuevo para quedarse. En Madrid estudia en el Colegio La Salle y después en el Colegio Maravillas. A los quince años su padre le regala su primera guitarra. Pero sus dos pasiones son el cine y la pintura. La música le cae lejos. En 1960 realiza su primera exposición de pintura y al año siguiente pasa fugazmente por algunos conjuntos juveniles de la época, entre ellos Los Sonor con los que participa en el programa televisivo Salto a la Fama.
En 1961 realiza una segunda exposición y con ese motivo su nombre aparece por primera vez en los periódicos como un pintor de futuro. Ese mismo año escribe su primer guion cinematográfico. El día de Nochevieja de 1962 conoce a María del Carmen Rosado, una chica ecuatoriana a la que llamará Marichu y que será la mujer de su vida.
Aute ante todo quiere ser pintor, se matricula en Aparejadores, pero abandona la universidad a las primeras de cambio para marcharse a París, donde vivirá un año empapándose de la canción francesa que vive su momento más dulce con cantautores como Brel, Brassens, Ferre, Aznavour, etc. En la Ciudad de la Luz realiza alguna exposición más y ve mucho cine.
De regreso a casa participa como ayudante de dirección en varias películas españolas e incluso en alguna superproducción internacional rodada en nuestros paisajes. La mili rompe esta incipiente trayectoria y durante el servicio militar obtiene facilidades necesarias para seguir dibujando.
Todo parece empujarle hacia la pintura. Nada hace presagiar que la música va a volver a su vida justo al licenciarse de los forzosos quehaceres militares. En Madrid conoce a Massiel, que ya ha hecho sus primeras grabaciones con relativa fortuna. Luis Eduardo ha compuesto por puro divertimento algunas canciones bajo la influencia francesa y con el horizonte de un Dylan primigenio. Se las muestra a Massiel y su entorno y surge el flechazo musical. Massiel edita a principios de 1967 un sencillo encabezado por “Aleluya Nº 1”, una letanía surrealista cargada de magnetismo y huérfana de melodía que contra todo pronóstico triunfa de manera inmediata y es versionada con bastante éxito por el cantante y actor norteamericano Ed Ames. Enseguida Massiel volverá con otro tema: “Rosas en el mar” con reminiscencias de folk americano, que venderá todavía más.
La discográfica y su ex compañero de Los Sónor, Manuel Escobar, le oyen e insisten en que debe él también grabar sus canciones. Enseguida editará un sencillo con los descartes del material presentado a Massiel: “Don Ramón / Made in Spain” (RCA, 1966) y su propia lectura de “Aleluya Nº 1” (RCA, 1967) con arreglos de un pianista juvenil llamado Juan Carlos Calderón. Este segundo disco se escucha por doquier y vende una cantidad apreciable. Sin comerlo ni beberlo Aute hace televisión, recibe carta de sus fans, sale en las revistas de colorines; es decir, hace cosas que no le gustan en absoluto.
Se convierte en autor de cabecera, una nueva canción suya sirve para lanzar a Mari Trini para quien escribe “No sé qué pasará”. RCA recoge lo ya grabado por Aute, acompañado de alguna canción en forma de romance para poner en el mercado su primer LP: “Diálogos de Rodrigo y Gimena” (RCA, 1968), un LP desigual y bastante pretencioso del que se extrae el single “Los Burgueses” (RCA, 1968), que sigue manteniéndolo en el candelero radiofónico. Luis Eduardo evita en lo posible las actuaciones en directo y cada vez se siente menos a gusto en un mundo que no es el suyo y que él no ha buscado. Ese mismo año, 1968, se casa con Marichu.
Decide abandonar la música y volver a la pintura y el cine, editando a modo de despedida el LP: “24 Canciones Breves” (RCA, 1968). Se trata de una serie de bocetos de apenas unos segundos de duración. Por obligaciones de contrato aún aparecerá un nuevo single con un tema grabado el año anterior: “Tiempo de Amores” (RCA, 1970).
Aute cierra ahí su carrera musical y durante años se aleja del mundo de la farándula, dirigiendo varios cortometrajes, escribe poesía y vuelve a exponer en Madrid su obra pictórica. Tan solo en 1972 aparecería para apadrinar y componer las canciones del primer disco de Rosa León, que en los siguientes años se convertiría en probablemente la mejor intérprete de las canciones de Aute.
Pero cierra en falso como las heridas eternas. El poeta Caballero Bonald trabajaba en Ariola y le propone regresar. Luis Eduardo se niega en principio, a pesar de que ha escrito nuevas canciones. Finalmente el sello le garantiza que grabara lo que quiera y como quiera, que no tendrá obligación de actuar ni de hacer presentaciones o actividades de promoción. De hecho no volverá a actuar en directo en solitario hasta 1978.
El regreso de Aute se llama “Rito” (Ariola, 1973), precedido de los singles: “Acaso / Amor” (Ariola, 1973) y “Cuando Duermes” (Ariola, 1974). También el año anterior contribuye con temas compuestos en tiempos anteriores al descacharrante lanzamiento de Desde Santurce a Bilbao Blues Band y posteriormente en el mismo tono colabora con otros cantautores y el dibujante Forges en su “Forgesound” (Ariola, 1976).
Con “Rito” da inicio a su Trilogía de Amor y Muerte, siendo este primer disco una especie de llave o resumen de lo que vendrá a continuación. En los años siguientes irá completándola con “Espuma” (Ariola, 1974), subtitulado Canciones Eróticas. En él un ramillete de canciones amorosas rezuman sensualidad y plantean una visión escéptica del mundo, relaciones amorosas incluidas. Cierra la trilogía “Sarcófago” (Ariola, 1976) con la muerte que amenaza inexorable y cotidianamente al hombre, como una antítesis del amor. La muerte, el amor, la incomunicación, los miedos, la autoimagen, la soledad son los temas recurrentes de la obra de Aute, al que se le quiso etiquetar como cantante protesta, cantante político, cantante comprometido…Nada más lejos de la realidad. El único compromiso del Aute creador es para consigo mismo.
Son años de trabajo incesante. Entre medias de la trilogía es publicado su primer poemario: “La matemática del espejo” (Sarcófago, 1975), compone para series televisivas y también para la pantalla grande compondrá la música para la película “Los Viajes Escolares” (1974) de Jaime Chavarri. A la densidad casi aplastante de su trilogía opone la ligereza e ironía de “Babel” (Ariola, 1976), una colección de canciones compuestas entre 1968 y 1975 con la tónica común de la sátira, definidas como canciones cachondo-vocales. Una de esas cachondadas: “Adiós Inés de Ulloa” (RCA, 1976) se convertirá en canción obligada en excursiones y acampadas de la época.
El 20 de diciembre de 1975 Luis Eduardo Aute participa en un especial festival de villancicos que glosaban la muerte de Franco junto a Ana Belén, Víctor Manuel, Rosa León y Luis Pastor. Al final pasan la noche en comisaría. Poco antes, Rosa León había publicado “Al alba”, quizá la canción más conocida de Luis Eduardo compositor, una tremenda historia de amargura dedicada a los últimos fusilados del franquismo en su última noche con vida: “presiento que tras la noche, vendrá otra noche más larga, quiero que no me abandones, amor mío, al alba”
El siguiente paso de su obra musical tendrá por título “Albanta” (Ariola, 1978), un álbum fundamental en su carrera y muy distinto a los anteriores. Albanta es una tierra imaginaria de libertad y sus letras abordan una clara temática social en el ámbito terrenal del fin de la dictadura. Pero formalmente supone un cambio en su obra: La producción de Teddy Bautista le lleva a dejar a un lado las orquestas y las guitarras acústicas de otros discos para embarcarse en una nave por primera vez electrificada con un conjunto de músicos de rock ejerciendo de marineros.
También en el fundamental año de 1978 comienza a actuar en directo, todavía en sencillo formato acústico arropado por un guitarrista. Precisamente en su primera actuación organizada por el sindicato CNT en Albacete su guitarrista es Javier Krahe. Pronto se cruzará en su camino el guitarrista Luis Mendo, que será imprescindible en la carrera musical de Luis Eduardo Aute. También es el año en el que fallece su padre y en el que hace su primer viaje a Cuba para participar en un festival en el que va a conocer a Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y otros cantautores. En la isla caribeña agarrará una tuberculosis que lo tiene fuera de juego durante buena parte del siguiente año.
Reaparecerá ya repuesto con su LP más oscuro e indescifrable, una especie de vinilo solo para elegidos titulado contra el parecer del cantante “De Par en Par” (Ariola, 1979), aunque él hubiese preferido titularlo “Latido”. Cuenta también con la producción y arreglos de Teddy Bautista.
Por fin, el 22 de febrero de 1980, supera todos sus pánicos escénicos y tras rodarse en actuaciones en lugares pequeños e incluso minúsculos, hace su gran presentación en Madrid, concretamente en el Teatro Alcalá acompañado por el grupo Suburbano dirigido por Luis Mendo, que se convertirá en su banda de acompañamiento en el futuro. Poco después va a cambiar de discográfica para editar uno de sus LP más vendidos: “Alma” (Movieplay, 1980) contando por primera vez con la producción y arreglos de Luis Mendo. De este long play saldrá uno de sus singles más exitosos: “No te Desnudes Todavía” (Movieplay, 1980).
Tras estos deslumbres, la estrella de Aute se va apagando poco a poco, al menos en lo discográfico pues sigue haciendo música incidental destinada a series televisivas y a la película: “Función de Noche” (1981) de Josefina Molina. Algunos sencillos que pasan sin pena ni gloria y un nuevo LP titulado “Fuga” (Movieplay, 1982) cargado de baladas intimistas son todas las huellas que deja en vinilo durante casi tres años. Todos apostaban entonces por una discreta y paulatina retirada del cantautor Luis Eduardo Aute para retomar sus facetas de escritor y músico de cine, que en esos momentos marchaban muy bien.
Pero el 4 de marzo de 1983 Luis Eduardo Aute resucita a la música en el concierto más importante de su carrera. Tiene lugar en el relativamente pequeño cine Salamanca de Madrid e inaugura en nuestro país el concierto-disco con invitados que luego proliferará en forma más que abundante. Una constelación de cantautores, que no cantan sus temas sino los de Aute. Por el escenario pasan Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Teddy Bautista y, naturalmente, Luis Eduardo Aute. El resultado es un doble LP “Entre Amigos” (Fonomusic, 1983) que alcanzaría el número 1 en la lista de ventas de discos de larga duración y sería designado Premio Nacional del Disco 1983 por el Ministerio de Cultura
La carrera musical de Luis Eduardo se relanza. Compone canciones para Pepa Flores, que por primera vez renuncia en un disco al sobrenombre Marisol, que arrastra desde niña. Pero sobre todo compone para lo que será su siguiente disco: “Cuerpo a Cuerpo” (Ariola, 1984), que también tendrá muy buenas ventas, impulsando la canción cargada de chulería “Una de dos” (Movieplay, 1984) a los primeros lugares del hit parade español. Vive un momento dulce y no da abasto a todas las proposiciones artísticas que recibe. Coincidiendo con la publicación de este LP realiza una exposición de pinturas con el mismo título y repetirá el mismo binomio exposición y disco con la edición de “Nudo” ( Ariola, 1985), un trabajo más discreto en todos los aspectos que no impide una gira española que incluye la actuación en las plazas de toros de Madrid y Barcelona con el aforo a reventar y siempre con Luis Mendo y su Suburbano, arropándole con su sonido.
Su siguiente disco, con un título que parafrasea el libro más conocido de su admirado Pablo Neruda, es un doble long play titulado. “20 Canciones de Amor y un Poema Desesperado” (Ariola, 1986) en el que va a regrabar y refrescar muchas de sus canciones más reconocidas, dándoles un nuevo aire más cercano a su forma de interpretarlas en directo por aquellas fechas. Un disco poco creativo, pero seguramente muy necesario que supone una mirada atrás con el asombro de quien divisa el largo camino recorrido en veinte años.
En el invierno de 1987 Luis Eduardo Aute hace una de sus exposiciones más importantes en la galería Kreisler 2 de Madrid. La exposición lleva el título general de “Templo” y ese mismo título, fundamentando cada canción en uno de los cuadros formará el disco “Templo” (Ariola, 1987) cargado de referencias sensuales que de algún modo emparentan con la liturgia católica. El propio Aute lo ha definido en ocasiones como su “disco maldito”.
A partir de 1988 la carrera de Aute pierde relevancia mediática, pero en absoluto pierde calidad, si bien sus nuevos álbumes se van espaciando en el tiempo. A principios de los 90 recibe la influencia del músico Suso Sainz, que se plasmará en “Ufff” (BMG Ariola, 1990), del que se extrae, entre otros, el sencillo: “El Universo” (Ariola, 1990). Al año siguiente girará por Hispanoamérica, destino cada vez más habitual en su vida. Volverá a finales de 1992 para actuar en Argentina, Uruguay y Chile por primera vez.
Pero antes de este nuevo viaje habrá un cambio fundamental en su carrera, sustituyendo a Luis Mendo como productor por Gonzalo Lasheras, con éste y con Suso creará “Slowly” (BMG, 1992). De regreso a España plantea una serie de conciertos junto al cantautor cubano Silvio Rodríguez, que culminará con un recital de más de tres horas de duración en la Plaza de Toros de las Ventas el 24 de septiembre de 1993 del que saldrá un doble LP en directo: “Mano a Mano” (BMG Ariola, 1993), que venderá alrededor de las doscientas mil copias en vinilo y compact para volver a ocupar el puesto cabecero de las listas de ventas.
Tras publicar solamente en formato CD un nuevo trabajo llamado “Alevosía” (Virgin, 1995) se embarca en uno de sus proyectos menos conocidos y más trabajosos que le ocupará durante varios años. Se trata de una película experimental de animación para la que realiza cerca de 4.000 dibujos cuyo hilo argumental es la relación entre artista y modelo. Con el perro que da título a la película como nexo transita por las relaciones de pintores como Goya, Dalí, Picasso, Sorolla y otros. Aute es el dibujante, guionista, director, productor, autor de la música. Finalmente, ese proyecto unipersonal, “Un perro llamado dolor”, se estrena en 2001. En este espacio de tiempo publica también un nuevo poemario: “Animal Dos” (Plaza y Janes, 1999) y Jaime Chavarri dirigirá “Ad Libitum” (1997), un documental sobre el cantautor.
Su regreso al disco se producirá con “Alas y Balas” (Virgin, 2002), un disco cargado de lirismo que no desvirtúa la crudeza habitual inserta en las letras de las canciones de este cantautor.
En la primera década de este siglo surge una revisión completa de su obra como cantante titulada genéricamente “Autorretratos” y editada por BMG Ariola en tres ediciones sucesivas completando cerca del centenar de temas. Volumen I (2003), Volumen II (2006) y Volumen III (2009).
Entre tanto Luis Eduardo Aute no para de crear, publicando tres nuevos libros de poemas entre 2005 y 2007 editados por Siruela: “Animal tres”, “Animal hada” y “Animal hito”. En cuanto a su discografía se enriquece con nuevas canciones recogidas en “A Día de Hoy” (BMG Ariola, 2007), un excelente disco de madurez que pasó casi de puntillas por un mercado en el que nadie vendía un peine. Uno de los discos de este cantautor peor tratados por las circunstancias.
Se toma un tiempo de relativo descanso, al menos en lo discográfico, que dedica a escribir y a colaborar con artistas tan dispares como el rapero andaluz El ChojínAñade este contenido, el cantautor catalán Joan Isaac o la gran dama de la canción folclórica, María Dolores Pradera.
Regresa a los estudios de grabación para manufacturar sus dos últimos álbumes por el momento: «Intemperie» (Sony, 2010) y “El Niño que Miraba el Mar” (Sony, 2012), este último editado con acompañamiento de un DVD que contenía el cortometraje “El niño y el basilisco”, dirigido y dibujado por el propio Luis Eduardo.
En agosto de 2016 nos alarmó con la noticia de un infarto que lo llevó a ser operado y permanecer en coma durante varias semanas. Todos temieron lo peor, pero Luis Eduardo volvió a la vida y se marchó a Cuba, destino recurrente de sus viajes, para pasar allí un periodo de convalecencia.
Escribir sobre Aute es escribir sobre lo inabarcable. Esta reseña biográfica centrada en lo musical es solo un pálido e incompleto reflejo de su obra. Evidentemente nació para ser una de esas raras personas capaces de dibujar en el aire, cantar canciones que nadie escuchó antes, llenar de vida unas fantasmales cuartillas o poner en una cinta cinematográfica las poesías que han llenado su existencia. Su curriculum artístico es inmenso e inventariarlo es condenarse de antemano a fracasar. Discos, recopilatorios, prácticamente omitidos de este estudio, libros de poemas, pinturas y dibujos, cortometrajes, bandas sonoras, guiones, esculturas…
Tras superar en los últimos años de su vida graves problemas de salud que lo mantuvieron a su pesar semirretirado. Falleció en Madrid el 4 de abril de 2020, a los 76 años.
Se ha dicho de él que fue el nuevo artista renacentista, que fue un creador convulso y tantas otras cosas que intentan reducir a una etiqueta lo inabordable de una obra entremezclada de muy diferentes tipos de expresión. Es evidente que nos encontramos ante uno de los más notables artistas españoles del siglo XX. Por eso, cuando tuve que definirlo de algún modo, escribí simplemente: “El creador”.
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