El primer long play de Luis Eduardo Aute es un poco cajón desastre. Publicado en noviembre de 1967, con producción de Juan Carlos Calderón, está formado por cuatro canciones publicadas por él mismo, más algunos temas que ya antes había publicado Massiel, caso del famoso “Rosas en el mar” y unas cuantas canciones inéditas de muy diverso corte.
El tema que da título al álbum, evidentemente basado en el Cid y su esposa, pretendidamente medieval cantada a dúo con una voz femenina es un artificio pretencioso que busca un recóndito romanticismo aliñado de tópicos clásicos en el acompañamiento orquestal. En cambio la siguiente pista, “Los burgueses”, es una canción protesta contra una determinada clase social con una ocurrente letra que nos recuerda mucho a las de Manolo Díaz, que en esos momentos era el cantautor madrileño de referencia. Con “Nana al rey que se muere” vuelven los acompañamientos medievales si bien con una letra que es una alegoría de una forma de vida que ya en aquellos finales languidecía en nuestro país.
Una canción que adelanta el futuro del cantautor es “Me miraré en tu cuerpo”, una letra amorosa y sensual, pero nada cursi o banal con arreglos orquestales bien medidos, aunque hoy suene añejo. Y hablando de arreglos, la versión de “Rosas en el mar” suena menos dinámica que la de Massiel. Una versión simple, seria, con un acompañamiento de guitarra acústica e intervenciones de flauta y cuerda, pero al fin y al cabo un número obligatorio, ya que hasta la fecha ésta había sido la canción más alabada de su autor.
Cuando Aute tuvo que seleccionar una canción de estos años de juventud, se decantó por “Rojo sobre negro”, un tema ya antes editado como cara B de un sencillo y que siempre fue una de sus predilectas. Un álbum de debut que peca de incoherencia, un pecado que pocas veces o nunca cometería en lo sucesivo y es que fue un LP diseñado más por la RCA que por el propio cantante.