Las canciones que forman este disco se comienzan a gestar ya desde 1974 y suponen una ruptura con casi todo lo que Luis Eduardo Aute había hecho hasta entonces. Para empezar, supone un cambio de productor. Ahora será Teddy Bautista el que dirija la grabación. Muchos recelan de este binomio y auguran un choque entre el cantautor y un músico de rock, pero ese choque no se produce y por primera vez encontramos a Aute arropado por una potente banda de rock en la que destaca la guitarra de Armando de Castro, al que pronto encontraremos en Barón Rojo, la base rítmica compuesta por Alain Richard (batería) y Christian Mellies (bajo), ambos procedentes de la última época de Canarios más los teclados del propio Teddy Bautista.
Por otro lado, las letras abandonan temáticas amoroso-eróticas o tonadas surrealistas de álbumes anteriores para abrazar una temática social y un estilo más directo. Unas letras muy influenciadas por el momento político en el que España se debate entre la desaparición de la dictadura y el sospechoso temor del regreso a un enmascarado pasado sin cambios reales.
En cuanto al LP en sí, nos encontramos una de las cumbres del recorrido musical de Aute que nos regala uno de los himnos del siglo XX: “Al alba”, si bien es solo un regalo a medias, pues ya años antes había sido la canción más importante grabada por Rosa León en toda su carrera. La poética de los últimos e inútiles fusilamientos del franquismo cuando ya ese antiguo régimen estaba herido de muerte y su desaparición se daba por más que posible.
Pero sería del todo injusto resumir “Albanta” en una sola canción. Albanta es un país imaginario hecho de sueños de libertad y vida expresado en canciones. Se abre con “Anda suelto Satanás” un blues eléctrico que no se parece en nada a todo lo que conocíamos de Aute. Tras esta descarga urbana en toda regla, dejamos descansar al amenazante Satanás, para bañarnos en los teclados de “Pétalo” y en la vena romántica de Aute homenajeando a Pablo Neruda. Una versión muy distinta a la de Rosa León que convierte “Al alba” en un triste misterio de muerte y amor. Nueva descarga de dureza guitarril inaugura “Digo que soy libre”, una reflexión cruda sobre lo que significaba ser, decir y gritar: “soy libre” en aquellos momentos históricos, aún a sabiendas de que esa libertad es un autoengaño. Cierra la cara A “Tiempo al tiempo” que recuerda el pasado estilo de este cantautor con letra cuajada de metáforas y música pródiga en cuerdas y guitarra acústica.
En la cara B, encontramos la monumental desnudez de “De paso” con la voz de Luis Eduardo y el piano de Teddy dándose mutuamente una razón de difícil comprensión para romper esa descripción: “que el pensamiento no puede tomar asiento, que el pensamiento es estar siempre de paso”, en mi opinión una de las mejores canciones de la larga historia de este creador. Aires de folk en la melodía y rock en el acompañamiento sirve para hacernos llegar: “Ahora sí, ahora no”. La autoindagación de “No sé qué coño me pasa hoy” en la que el cantante juega con el oyente para acabar comunicándole su propia muerte.
Abrocha el LP el onírico retrato de “Albanta”, un vuelo de la imaginación que nos conduce a otro mundo, no necesariamente mejor, no necesariamente peor, pero absolutamente distinto a este otro. Un lugar de soles transparentes donde las ciencias no son exactas, donde no hay final porque no hay principio y donde todos hemos estado alguna vez. A partir de la publicación de este long play Luis Edurado Aute comenzaría a actuar con regularidad, aún en formato acústico, pero escapando del estudio de grabación, que hasta ahora había sido su hogar musical.