En junio de 1959 tres chicos que vivían en los aledaños de la Gran Vía de Barcelona forman un conjunto para imitar los éxitos rocanroleros que venían de los Estados Unidos. Son Guillermo Rodríguez Holgado (bajo), Manolo Madruga (guitarra solista) y José Fontseré (guitarra rítmica). Deciden desde el principio denominarse Los Sirex, nombre propuesto por Guillermo, que trabajaba en la fábrica de gafas de su padre y le gustó esta palabra que nombra un hilo de ajuste de los cristales a la montura.
Por el grupo pasa algún batería hasta que se queda como fijo Luis Gomis de Pruneda. En esa época el cantante es Santi Carulla, con el que se presentan al concurso de noveles “El Show de las 2” (Joaquín Soler Serrano) de Radio Barcelona. Quedan segundos tras un grupo instrumental llamado Los Mustang y Santi se va con ellos. Algún tiempo después Sirex y Mustang serían los dos grupos más emblemáticos de la Ciudad Condal y sus respectivos fans rivales a muerte. Buscan un nuevo cantante y se fijan en Antonio Miquel Cerveró (Leslie), que pronto se convertiría en el líder y portavoz del grupo.
En 1961 se presentan en El Pinar, una cita obligada para los conjuntos barceloneses de la época. El Pinar era una especie de explanada semicubierta en la que una autoescuela hacía sus prácticas, pero que los domingos ofrecía actuaciones de grupos musicales a las que asistían en ocasiones más de mil personas. Allí se consagran como ídolos jóvenes y son contratados en varios barrios para amenizar sus fiestas. En esa época Los Sirex visten de cuero, se tiran por el suelo, ponen poses de rockers made in USA, aunque eso vaya en perjuicio del sonido y los guitarristas den una nota por otra, detalle de escasa importancia en este asunto del rock bronca. Sus letras tienen algún problema de censura, su fama les precede y varias casas discográficas rechazan al grupo.
Aparecen en la película “Superespectáculos del Mundo” (Germán Lorente, 1963), que recorre los espectáculos de variedades de la noche barcelonesa. En el poster de esa peli aparecen anunciados como “Los Sirex y sus Guitarras Eléctricas”. En esta cinta interpretan el tema “Muchacha bonita”. Algunos jóvenes van a las tiendas de discos a comprar esa canción, pero el disco no existe. Por fin, Vergara los ficha y a principios de 1964 aparece su primer EP con dicho título como estrella.
Los Sirex cambian sus cazadoras de cuero por trajes al puro estilo mod, van abandonando el rockabilly inicial y se adaptan a los gustos beat que imperan en el momento, aunque manteniendo un inconfundible estilo y evitando en lo posible hacer covers de grupos ingleses, aunque en sus inicios no tuvieron más remedio que tragar con la costumbre impuesta por las casas discográficas de versionar en español temas que habían triunfado en los mercados anglosajones. Su potencial reside en su cantante Leslie y tras él, siempre en la sombra, Guillermo Rodríguez, bajista, compositor y arreglista de todos los temas del grupo. Un músico, éste último, de planteamientos instrumentales tan sencillos como efectivos, cuya sorda labor ha sido reconocida y valorada muchos años después por las nuevas generaciones de músicos.
A esa “Muchacha bonita”, siguen otros como el memorable “San Carlos Club”, en el que con la música de “Route 66” de Chuck Berry desarrollan un homenaje al lugar donde actuaban habitualmente. Ésta y otras canciones primerizas colocan al grupo en la primera fila de los grupos nacionales, pero les falta algo. Ese algo se lo va a proporcionar un compositor profesional, Laredo, que presenta, a través de la editora Músicas del Mundo una especie de copla titulada “La escoba”. Al grupo no les gusta nada. Leslie modifica la letra y Guillermo, a regañadientes, acepta hacer un arreglo moderno. El resto ya es conocido: nº 1 absoluto en 1965 y uno de los temas más populares del pop español de todos los tiempos. En la cara B de ese mismo disco, uno de los mejores temas de la banda: “El tren de la costa”. Este EP supera los cien mil ejemplares. En 1965 se calcula que el número de tocadiscos en España debía andar por medio millón o poco más. Así que calculen cómo sería el tamaño del éxito.
Entre 1964 y 1966 la actividad de Los Sirex es frenética. Actúan casi todos los días, con eventos tan importantes como el Festival en el Palacio de los Deportes de Barcelona junto a grupos como los suecos Spotnicks, Los Mustang, Los Diablos Negros y Lone Star. En julio de 1965 telonean a The Beatles en su única actuación en Barcelona. Cómo sería la actividad desplegada por el grupo que, tras esta histórica actuación, no se quedan a escuchar a los cuatro de Liverpool, sino que salen pitando hacia Calella, donde tocan tres horas después. En 1966 actúan en el Palacio de los Deportes de Madrid en el Festival de Ídolos que recoge los que se consideraban cinco grupos más famosos de la época: Los Relámpagos, Los Sirex, Los Mustang, Los Bravos y Los Brincos. También en esa época permanecen actuando casi a diario en Madrid, concretamente en la sala Imperator. Ahí comenzará una especial relación del grupo con la capital de España, a la que muchos años después dedicarían un disco. Por si todo esto fuera poco, se suceden los discos con canciones de éxito como “Que se mueran los feos”, que también alcanzaría el puesto cabecero de las listas, “Que bueno, que bueno” y ya en 1967 “Brindis” y “Faldas cortas, piernas largas”.
A partir de 1968 la estrella Sirex comienza a declinar un tanto, aunque todavía editarán trabajos tan importantes como un single con dos versiones magistrales: “¡Fuego!» y «Soy tremendo”,que de nuevo les auparán a los primeros puestos de éxito y ventas. En 1969 realizarán una larga gira por Sudamérica junto a Joan Manuel Serrat y Marisol. En 1971, en vísperas del nacimiento de la primera hija de Leslie y tras la retirada el año anterior de Luis, el batería del grupo, Los Sirex echan el telón para dedicarse a los negocios.
Pero ocurre que cuando se es un purasangre no hay más remedio que galopar. En 1977, en plena fiebre revival, el productor Gay Mercader reúne en el Palacio de los Deportes, bajo el título de “Hasta Luego, Cocodrilo”, a Los Sirex, Los Mustang, Los Gatos Negros, Los Salvajes y Los Cheyenes. A la cita acuden 18.000 personas. Los Sirex se animan y vuelven a la carretera, con el único cambio sobre el quinteto original del guitarrista Juanjo Calvo en sustitución de Manolo Madruga.
En 1978 Los Sirex, que tras su regreso apenas han actuado unas pocas veces, son invitados a participar en el Festival Canet Rock 78, alternando con la flor y nata de la música progresiva española más grupos como Tequila, Ultravox o Blondie. Su actuación está programada a las 7 de la mañana, hora infame reservada normalmente a grupos catalanes de segunda fila. Cuando Los Sirex arrancan con “El tren de la costa”, miles de jóvenes somnolientos abandonan precipitadamente sus tiendas de campaña, frotándose sus ojos y sus oídos. La leyenda Sirex queda allí escrita y una nueva generación ovaciona a ese grupo que alguna vez oyeron mencionar a sus padres. Después, varios LP en distintos sellos, actuaciones habituales en los veranos catalanes, antologías de su obra que venden miles de ejemplares y otra vez entre los diez primeros de las listas de ventas en 1980 con su single “Maldigo mi destino».
En septiembre de 2012, el primero de estos purasangres, el batería Luis Gomis, nos dejó para siempre. Pocos días después también falleció Manolo Madruga, el inconfundible guitarrista de las gafas.
Ojalá que esta biografía sirva a los más jóvenes para descubrir un conjunto indispensable que llevó, y lleva, el rock en las venas. Los Sirex, un grupo de buenos músicos y de buena gente. Por mucho que rebusquemos en archivos y entrevistas, no encontraremos ningún comentario negativo sobre ellos. Por algo será.
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