Los Gatos Negros

Músicos de raza confluyen en esta banda catalana que representa las esencias del garaje sesentero. Escuchar todavía hoy día a Los Gatos Negros es sumergirse en un baño de autenticidad.

El conjunto tuvo su origen en los escarceos musicales de dos chavales que acababan de comenzar sus estudios universitarios en 1958: Ernesto Rodríguez y Manuel Sanfeliú. Debutaban al año siguiente con el extraño nombre para su época de Catch as Catch Can en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, que por entonces estaba en la Plaza de la Universidad. Actúan después en colegios mayores y en el Salón Rosa. En el verano de 1960 pasan todo el verano en un hotel de San Pol de Mar. Al verano siguiente actúan en Calella. Para entonces el grupo ha crecido con la incorporación de Javier Rabassa. Pero en 1961 van a ocurrir varias cosas determinantes: el grupo cambia su nombre al de Los Gatos Negros y entran dos músicos procedentes del conservatorio con sólidos estudios musicales, el pianista Carlos Maleras y el trompetista (después transmutado en guitarrista) José María Mesa. Tras el verano en Calella, Rabassa deja el grupo y es sustituido por Piero Carando, que procedía de Los Pájaros Locos, donde había coincidido por un breve espacio de tiempo con Ernesto, que había hecho la suplencia del batería.

En ese momento un joven productor llamado Alain Milhaud les conoce en una actuación y les ofrece fichar por Belter. Grabarán un primer EP en dos pistas; una para los instrumentos y otra para las voces, utilizando el cuarto de baño para añadir un cierto efecto de reverberación. «What’d I Say / The Locomotion / Speedy Gonzales / C’mon Everybody” (Belter, 1962) les proporciona un moderado éxito local. Se convierten en asiduos de El Pinar, un gigantesco garaje en Montjuich que se vaciaba de coches los domingos para promover actuaciones de rock. Allí coinciden con los grandes conjuntos locales de su tiempo: Los Sirex, Los Mustang, Lone Star y muchos otros. En 1963 graban un nuevo disco para Belter. Precisamente en una actuación en El Pinar les conoce Ramón Segura, cazatalentos de Vergara. Abandonan su vieja marca atraídos por un mejor contrato con Vergara, que en un primer momento los pasa a su sello subsidiario Marbella, donde también hacían por esas fechas sus primeras armas otros emblemas musicales como Los Salvajes o Álex y Los Findes. La profesionalización del grupo es un hecho. Alguno prefiere terminar sus estudios y abandona el proyecto: Los Gatos Negros quedan reducidos a cuarteto con Ernesto Rodríguez (batería), Carlos Maleras (órgano), Piero Carando (bajo) y José María Mesa (guitarra). El asunto de cantar andaba repartido: Piero se encargaba de las baladas, mientras Carlos y Ernesto se encargaban del rock and roll.

En Marbella hacen en 1964 dos EP sensacionales con versiones de fuerza electrizante de temas como “Memphis Tenesee”, de Chuck Berry, “Do wah diddy diddy” de The Manfred Mann, “Hippy hippy shake” de The Swinging Blue Jeans y varios temas beatle. Sus discos se venden muy bien y aparecen en los programas televisivos que Arthur Kaps dirigía en directo desde el Teatro de Hospitalet. Los Amigos del Lunes era entonces el principal programa musical de la televisión en España y por allí se asoman estos gatos varias veces. Sus éxitos les hacen pasar al sello principal, lo que les proporciona una mayor cobertura comercial, pero se ven obligados a grabar algunos temas alejados de su estilo natural, que hoy suenan un tanto vergonzantes.

Viven su mejor momento. Sus directos son atronadores. Junto a sus amigos Los Salvajes se ganan justa fama de demoledores. Nadie hace rock and roll y rhythm and blues como ellos. Los arreglos de Carlos Maleras no se conforman con copiar canciones foráneas, sino que las adapta al sonido personal de la banda, un sonido que debe mucho al órgano eléctrico de Carlos. En 1965 José María Mesa deja el grupo para ser sustituido por Quique Tudela. Con él y su guitarra conectada a un pedal fuzz van a grabar en el salón del Orfeón Graçien, uno de los mejores LP de la música española de los 60. Auténtico mod made in Spain. De “Los Gatos Negros” (Vergara, 1966) se extrae el EP: “Cadillac / Un Efecto Extraño / Eres un Demonio / Voy a Enloquecer” (Vergara, 1966) con el que ascenderán a los primeros puestos del hit parade nacional. Piero, Carlos y Ernesto se estrenan de forma seria como autores y “Cadillac”es seguramente la pieza garajera más representativa de la música española. Una auténtica canción para enmarcar.

Son tan conocidos que Piero Carando y Carlos Maleras, dos auténticos playboys que se las llevaban de calle, son contratados para protagonizar fotonovelas con historias de amor fotografiadas, en la que tenían como partenaires a starlets emergentes como Silvia Tortosa.

Actuaciones en el Palacio de los Deportes, el San Carlos Club, el San Diego, el Port Blau de Cornella, matinales en el Price de Barcelona y cuando llega el buen tiempo, actuaciones el El Tropical de Castelldefels, el Pacha de Sitges y otros muchos clubes costeros. Vergara no aprecia el tesoro que tiene entre manos y les obliga a grabar bodrios inefables como “Juanita Banana» (Vergara, 1966) que flaco favor hacen a uno de los grupos más aguerridos del panorama nacional. Ellos se sacarán la espina con una memorable versión de “Homburg” (Vergara, 1967) sobre un original de Procol Harum. Con este disco Los Gatos Negros comienzan sus devaneos con la psicodelia. Entre tanto, ha habido cambio de bajista, entrando Frank Andrada, que procedía de los por entonces desconocidos, Los Albas. También se jugarán la baza de compositores con dos temas de Carlos, auténtico showman y líder del grupo: “Jugando al Amor / Ángela” (Vergara, 1967).  Carlos Maleras fue uno de los mejores músicos de la década. Requerido por los principales grupos nacionales como Los Bravos, que le pusieron delante un cheque en blanco para que se convirtiera en el sustituto del fallecido Manolo. Pero Carlos, fallecido en el año 2000, jamás quiso ni oír hablar de abandonar Los Gatos Negros. Años más tarde, Piero también nos dejaría para siempre.

A partir de ahí su estrella se volverá cada vez más opaca, a pesar de que no les faltarán contratos como el que les llevó durante el verano de 1969 a actuar en el Club Play Boy de San Antonio Abad, en Ibiza, o una gira que hicieron por Suecia y Dinamarca. Los dos últimos y poco conocidos singles los grabarán bajo el reducido nombre de Los Gatos. En 1970 echarán el cierre. Con ellos, se despedía una de las mejores bandas de rock y rhythm and blues que habían pisado los escenarios españoles. Unos inconformistas siempre dispuestos al cambio y a tocar de forma sincera. Unos de esos gatos callejeros, asilvestrados y con olor a gasolina dispuestos a liarse a zarpazos con las canciones más duras, pero con el punto de jactanciosa elegancia necesario para llevarse de calle a las más melosas gatitas.

Tras su disolución, varios componentes del grupo, entre ellos Quique Tudela, formarán Furia, que durará apenas un par de años. Por su parte Rabassa formará parte en los 70 del trío Barcelona Traction.

Regresarán en 1978 en el festival Hasta Luego, Cocodrilo. Allí, junto a Los Sirex, Los Mustang y Los Cheyenes volvieron a ejercer su magisterio incuestionable. Arranca de nuevo una carrera intermitente que tendrá como cima la grabación «Borrón y Cuenta Nueva» (PDI, 1987), aunque ya otros jóvenes músicos irán tomando el testigo, quedando Ernesto y Frank como únicos representantes de la vieja guardia gatuna. Quique fallecerá en enero de 2021.

Es de ley citar las ayudas que han supuesto el artículo que Salvador Domínguez escribió sobre este grupo en su “Bienvenido Mr. Rock” (SGAE, 2002) y algunas canciones suministradas por Don Vinilo, que me han permitido completar la discografía de estos imprescindibles Gatos Negros en la historia del pop rock español.