Si hacemos una búsqueda en Youtube con las palabras clave «Lagartija Nick» la primera entrada será una video de Bauhaus en el que Peter Murphy se contonea vestido con una chaqueta de torero. «Lagartija Nick», el tema que canta Murphy, es uno de los más conocidos del grupo siniestro por excelencia de principios de los 80. También es el nombre que se eligió para uno de los grupos más iconoclastas de la historia del pop español.
En 1989 y tras grabar «Doce Canciones sin Piedad» (Zafiro, 1989) con los míticos 091, Antonio Arias, bajista y miembro fundador del grupo granadino, decide partir las peras con el grupo liderado por José Ignacio Lapido. Arias ha manifestado en varias ocasiones que él quería hacer otra cosa. Porque 091 era un grupo de rock, y aunque el rock es rock, no todo el rock es igual. El rock es algo sucio y rápido. El rock es algo que te hace mover las caderas y cerrar los puños. El rock es violencia y rock es sexo.
El rock eran The Stooges. Y con esta influencia en mente a Antonio Arias se le une Eric Jimenez (a la batería), Miguel Ángel Rodriguez Pareja y Juan Codorniu, los dos a las guitarras (José Ignacio Lapido también fue miembro del grupo estando presente en la primera maqueta que grabaron y su primer concierto). Así naceLagartija Nick, cuya carta de presentación en largo, tras un primer single, «No lo Puedes Ver / Gansterville» (Romilar D, 1990), resume muy bien sus intenciones: letras provocativas y futuristas cargadas de referentes (J.B. Ballard, Jack Kerouac y la generación beat), con un transfondo común a autores como William Gibson o el propio Bret Easton Ellis: todos ellos preocupados por mostrar un mundo terroríficamente moderno donde todo va demasiado deprisa. Su sonido reune todo a lo que dieron lugar The Stooges, desde los Sex Pistols hasta la escena de Seatle y, sobre todo, Sonic Youth. «Hipnosis» (Romilar D, 1991) es un debut furioso donde Lagartija Nick desarrolla un rock bastardo y sucio que impacta en la cara del oyente.
Esta idea se prolongaría con los otros dos LP de su llamada «trilogía» inicial. «Inercia» (Sony, 1992) con los mismos planteamientos pero con mucho mejor tino, es su primer gran disco. La influencia de los Sonic Youth de «Goo» (Giffen, 1989) es aquí mucho mayor, pero lo será mucho más para su tercer largo «Su» (Sony, 1995), un disco oscuro y siniestro, retorcido y difícil.
Tras «Su» se impone el primer gran salto, ya que Lagartija Nick siempre tomará el camino del riesgo. Pero un riesgo controlado y coherente. Lagartija Nick no es un grupo provocador o «moderno» (en el mal sentido de la palabra) sino inquieto, algo que va incluido en la definición de «artista». Y, no lo olvidemos, granadino. Por eso surge la posibilidad de grabar con Enrique Morente (otro artista que no es provocador, ni moderno, sino simplemente artista). Lagartija Nick quería poner a su paisano Federico García-Lorca en el centro de su nuevo proyecto. Por otro lado Enrique Morente le había prometido a Leonard Cohen versionar algunas de sus canciones. Pero no hay que olvidar que el mismo Cohen es lorquiano (adaptó «Pequeño vals vienés» y llamó a su primera hija Lorca). El proyecto pasó de la grabación de una canción «Omega» (un viaje por Granada, el flamenco y el rock más emocionanda) a todo un LP «Omega» (El Europeo, 1996) que Sony se negó a editar curiosamente. Quizá lo arriesgado y lo iconoclasta del asunto asustó a la discográfica. Pero «Omega» es mucho más que un disco arriesgado. La calidad y la emoción del invento superan cualquier vanguardia o planteamiento. Un disco mucho más (o mucho menos) que flamenco, mucho más que rock. Algo único que aún hoy pone los pelos de punta al margen de cualquier escena.
Tras la grabación sucede el abandono de Eric Jimenez que empieza a trabajar como el batería fijo de Los Planetas. Para la gira de «Omega» Lagartija Nick cuenta con un nuevo batería, David Fernandez. Pero un hito como «Omega» supone un punto de giro en la carrera de Lagartija Nick. Si Morente continuó con su peculiar visión del flamenco (y de Federico García Lorca) con «Lorca» (Virgin, 1999) el siguiente paso de Lagartija Nick fue más arriesgado. Quizá influidos por aquellos que decían que «Omega» era flamenco mezclado con heavy Metal, los de Antonio Arias abrazan completamente este género (que no habían cultivado nunca) en su siguiente disco «Val del Omar» (Sony, 1998). En «Val del Omar» el metal, el trash y, sobre todo, el industrial americano marcan el sonido de estos nuevos Lagartija Nick. Si Sonic Youth era la mayor influencia de la primera época del los granadinos en su disco de 1998 son Ministry, Nine Inch Nails y Fear Factory los grupos que parecen haber estado escuchando. Además, todo hay que decir, «Val del Omar» continúa en cierto modo los pasos de «Omega» al contar con los textos de otro poeta granadino: José Val del Omar, cuya visión moderna se amolda perfectametne a las intenciones «cibernéticas» de Lagartija Nick. «Val del Omar» consigue lo que busca y es uno de los mejores discos del grupo. Para este sonido cuentan con un nuevo batería, Antonio Quesada.
Sin embargo los dos siguientes (para los que fichan por Zero), aun con la misma formación, consiguen que Lagartija Nick algo nunca visto en ellos: repetirse. La banda se reestructura con la incorporación definitiva de David Fernandez y la marcha de Miguel Ángel Rodriguez Pareja y Juan Codorniu, entrando Paco Luque, además de contar con Ángel Arias en la programación. «Lagartija Nick» (Zero, 1999), precedido del EP «Space 1999» (Zero, 1999) continúa con el sonido cibernético conseguido en «Val del Omar», pero más orientado a la electrónica (introduciones drum ‘n’ bass) y al nuevo metal (con Fear Factory como mayores abanderados). «Lagartija Nick» es una suerte de álbum conceptual con el espacio como tema (incluye textos del astronauta español Pedro Duque). Pese a grandes canciones no resiste la comparación con el disco anterior (sobre todo en los textos). Con «Ulterior» (Zero, 2001) ocurre igual: más de lo mismo. Esta vez se desvisten de cualquier adorno electrónico y hacen un disco de metal (de nu-metal, si me apuran) básico, donde la alargada sombre de Sepultura se deja sentir. La formación del grupo por entonces cuenta de nuevo con Miguel Ángel Rodríguez Pareja y Lorena Enjuto al segundo bajo, tras el abandono de Paco Luque y Ángel Arias.
Otro disco así no tendría sentido. En entrevistas Antonio Arias confirmó el descontento general durante la grabación de «Ulterior» y, naturalmente, el grupo iría por otros derroteros. Por eso para su disco de 2004 hay cambios considerables. La desaparición de Zero y la creación de un sello propio (Lagartija Records) por un lado, y la marcha del grupo de David Fernández que provoca el regreso de Eric Jiménez (sin abandonar su puesto como batería de Los Planetas y ahora también de Tarik y la Fábrica de Colores). Además, vuelven las máquinas, sobre todo los sintentizadores, pero con unas intenciones diferentes ya que, como no podría ser de otra forma, vuelve el rock (sin apellidos). Y lo que es más, vuelve el pop. Porque «Lo Imprevisto» (Lagartija, 2004) trae consigo a los Lagartija Nick de la primera trilogía, con ramalazos pop, pero sin renunciar al rock contundente que hacían en aquellos años. Cuentas ahora con un nuevo guitarrista, Jesús Requena. Esta visión renovada y pop tendría su continuación en «El Shock de Leia» (Recordings From The Other Side, 2007).
Durante el 2008, Lagartija Nick se embarcará en una gira presentando de nuevo «Omega» junto a Enrique Morente en una serie de impresionantes conciertos que incluyeron los dos mejores festivales del país: Primavera Sound y FIB, donde Lagartija Nick y Enrique Morente coincidieron con uno de los inspiradores de tan gran disco: Leonard Cohen.
En marzo de 2009, la banda edita un nuevo álbum grabado en los estudios Producciones Peligrosas y mezclado en Gismo 7 de Motril y que inicialmente iba a llamarse «Las Marcas de mi Larga Duración», pero finalmente sería acortado a «Larga Duración» (Recordings From The Other Side, 2009). De la producción se encarga el mismo Antonio Arias junto con Paul Grau, y para la portada se cuenta con el reconocido ilustrador granadino conocido como El Bute, surgida a partir de la realización de un cómic por parte de la revista Cretino (de la cual forma parte El Bute) en torno a la obra musical del grupo.
El disco hace poco ruido, pero la actividad de la banda es incesante, y al año siguiente anuncia cinco fechas temáticas y con puesta en escena renovada, dedicadas al disco Val del Omar, con motivo de la exposición que el museo Reina Sofía de Madrid dedicará al creador artístico y tecnológico. También se reeditan sus primeros discos remasterizados. Por entonces se produce la ruptura entre Lorena y Antonio, por lo que la primera deja la formación, que se queda como trío para la grabación de «Zona de Conflicto» (Chesapik, 2011).
Con la excusa de la reedición de los primeros discos contactan de nuevo con Juan, al que convencen para volver. De hecho en 2012 se produce el reenganche, no sólo de él, sino de Miguel Ángel, el otro guitarrista de la formación original. Con esta vuelta a los principios se graba «Crimen, Sabotaje y Creación» (Universal Music / Virgin, 2017), un disco con una carga extra de importancia porque supone que la banda vuelve a producir material nuevo en esta nueva etapa con los protagonistas del principio. Cuentan, además, con los teclados de JJ Machuca (Lori Meyers).
Siguen desarrollando poesía con un el espíritu transgresor, tal y como queda evidente con la siguiente entrega «Los Cielos Cabizbajos» (Montgri, 2019), con paloma de la paz en la portada en lo que se habla de diferentes escenarios de devastación bélica.
Activada la sala de máquinas de producción del grupo no tienen problema para cerrar la trilogía temática a nombres célebres que habían iniciado con el disco a Federico García Lorca y Val del Omar con un trabajo que gira en torno a la figura de Luis Buñuel «El Perro Andaluz» (Montgri, 2022).
Conocedores de la pasión que despierta en sus conciertos el material de la primera época, se han dedicado a recuperar, de momento de manera digital, rarezas correspondientes tanto a la grabación de Inercia, como de las maquetas previas de los primeros momentos.
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