Emilio Balldoví Menéndez nació en Xativa (Valencia) el 14 de junio de 1940. Su padre, médico militar, intentó sin éxito que estudiase una carrera universitaria; pero tras el Bachiller en los Dominicos e iniciar estudios de Derecho, se dedicó en cuerpo y alma a la música. Sus inicios se remontan a 1958, cuando comienza a reunirse con sus compañeros de colegio para tocar rock and roll, un estilo musical absolutamente desconocido en Valencia y prácticamente en toda España. En 1960 forma de manera más seria el trío Los Milos con los que hace las primeras grabaciones de rock en español. Los Milos dejarán grabados cuatro EP para el sello Discophon y se convierten en el principal grupo valenciano del momento, pero pasan casi desapercibidos fuera de su región, a pesar de realizar actuaciones en Barcelona, Madrid y otras ciudades e incluso hacer una gira veraniega por Italia. Con este grupo, Emilio cantará versiones en castellano de éxitos procedentes de Norteamérica e Italia, pero no grabarán ninguna canción propia.
En 1963 Los Milos reciben una oferta de Johnny Stark, manager de Johnny Halliday, para hacer una gira por el sur de Francia. Sin embargo, Salvador Blesa abandonará poco antes el grupo siendo sustituido por otro grande de la música valenciana, Pascual Olivas, y éste y Vicente Castelló prefieren quedarse en Valencia. De este modo, Emilio actúa en solitario junto a un joven grupo valenciano llamado Los Diávolos en San Juan de Luz, Biarritz y otros lugares de la costa sur francesa. A su regreso, solo un par de meses más tarde, encuentra que Vicente Castelló ha cambiado al grupo de sello discográfico y por imperativo de Discophon se ha visto obligado a cambiar de nombre, pasando a denominarse Los Top-Son. Emilio coge un enfado apoteósico, pues todas estas maniobras se han hecho sin siquiera avisarle y abandona el grupo definitivamente. No obstante, su voz y su cara aparecerán en el primer disco de Los Top-Son, que no es otro que un quinto EP que Los Milos habían dejado grabado antes del viaje a Francia de su cantante. En este disco, finalmente editado por La Voz de Su Amo, aparece el «Twist a María Amparo» que se convertirá en una especie de himno para los jóvenes valencianos de aquella época.
Emilio Balldoví desoye los consejos de familia y amigos. Abandona sus estudios de Derecho y decide jugarse su vida a cara o cruz con el rock. Regresa a Francia con su grupo, que ahora ha pasado a llamarse Los Rockeros. Se establecen en París y allí conoce a Bruno Coquatrix, director de la revista Salut Les Copains, y el empresario más fuerte del rock francés. Emilio Balldoví decide adoptar su nombre y pasa a anunciarse primero como Bruno Et Ses Rockeros y después como Bruno Lomas y Sus Rockeros. Actúan en las principales salas parisinas hasta llegar al mítico Olympia donde no solo será el primer grupo español en pisar su escenario, sino que son prorrogados durante todo un mes. En los once meses que están en Francia, hacen más de cien actuaciones, graban un single para el sello Bel-Air y ganan un pastón. En una entrevista concedida a la revista Fonorama, Bruno y sus chicos confiesan unas ganancias mensuales de unas 80.000 pesetas por cabeza (el sueldo medio español de la época no llegaba a las 5.000 pesetas). Por otra parte, Bruno ha abandonado de una vez sus gafas de concha y su flequillo, ha cambiado su forma de peinarse y de vestir y se ha convertido en un verdadero sex-symbol según los cánones de la época.
En noviembre de 1964 regresan a la tierra. Cada uno trae un coche deportivo y lo mejor en instrumentos y equipos de sonido. Pronto surgirán los primeros accidentes automovilísticos por la alocada forma de conducir de algunos de ellos, Bruno incluido. Antes de finalizar el año, hacen un concierto en Valencia. Los asistentes se frotan los ojos y los oídos. Nunca han oído a unos músicos y un equipo como aquél y nunca han visto a un valenciano moverse y dominar la escena como un Elvis Presley o un Johnny Halliday. Bruno comprende que puede ocurrirle como con Los Milos y quedarse en una gloria local. Para evitarlo se presenta al programa de TVE «Salto a la Fama», que naturalmente gana de calle.
Las casas discográficas se lo disputan y finalmente es fichado por Regal, división española de la EMI inglesa. Durante 1965 va a publicar siete discos con bastante buena aceptación, destacando temas como «La casa del sol naciente», «Comprensión» (ambas versiones del grupo The Animals) y temas propios como “Verano llegó”. Al final de aquel verano obtiene el segundo premio en el Festival del Mediterráneo con “El mensaje”, que supondrá la entrada en las listas de ventas nacionales.
En 1966 el estilo de Bruno Lomas evoluciona hacia el de cantante melódico cercano, por ejemplo, a un Tom Jones, aunque nunca abandonó de todo su querido rock and roll. Participa en los festivales de Benidorm, en el que es finalista con la canción «Amor amargo» y gana el de la Canción Mediterránea con “Como ayer”. Ambas canciones llegarán ese año al puesto tres y uno respectivamente de las listas de ventas. Bruno Lomas se ha convertido en uno de los principales cantantes del país. Su nuevo estilo casa poco con la forma de hacer música de Los Rockeros. Prescinde de ellos y su grupo comienza una carrera al margen de su cantante.
En 1967 Bruno va a seguir siendo pionero de la música española al grabar en el teatro Calderón de Barcelona el primer LP íntegramente en riguroso directo grabado en España. Por si esto fuera poco va a hacer su debut cinematográfico en la película “Codo Con Codo” (1967) de Víctor Auz, junto a Massiel y Micky y los Tonys. La canción que da título a la película se convertirá en otro hit del cantante, que ha alcanzado su madurez artística y vive sin duda su tiempo de oro.
En 1968 aparece su segundo LP y su primer fracaso. Con arreglos orquestales muy elaborados, Bruno se nos presenta como un crooner cantando temas de Sinatra, bossa novas y estándares. Ni el disco grande ni el pequeño que se extrae de él tienen ninguna trascendencia y sus fans de siempre comienzan a dar la espalda al Elvis español. El cantante decide dejar su discográfica a la que culpa de su sonoro fracaso y regresa a sus inicios, a Discophon, con la que va a grabar una serie de singles en 1969 y 1970. También va a protagonizar la película «Chico Chica Boom» (Juan Bosch, 1969). Disco y película que logran a medias el objetivo de relanzar su carrera.
A partir de 1970, en la vorágine de la canción del verano, va a grabar una serie de discos alimenticios de calidad ínfima. Pero entre tanta mediocridad surge un nuevo hit y otra vez las listas de superventas ven el nombre de Bruno Lomas. “Ven sin temor” será uno de las canciones más oídas del año 1972. En los siguientes años recuperará su vena rocker volviendo a grabar los temas que nunca le fallaron en sus directos: «El rock de la prisión» o «Zapatos azules de gamuza» mostrarán a una nueva generación lo que es hacer un buen rock and roll en español.
A partir de 1974 comienza una larga cuesta abajo. La música progresiva y los cambios políticos no van con la personalidad del cantante. Aún grabará algún single intrascendente más, que pasará con más pena que gloria. En esos años se convierte en uno de los más activos militantes del partido neofascista Fuerza Nueva, actuando en sus mítines. Esta militancia y su defensa a ultranza de la Guardia Civil (en todas sus actuaciones dedicaba una canción a sus amigos, los picolos) le hacen estar en el punto de mira terrorista, que en alguna ocasión llegó a enviarle un paquete bomba.
En 1980, el periodista José Luis Alvárez le convence para actuar en la sala Jácara, de Madrid. Allí, Bruno Lomas, ante lo más granado de la música y La Movida Madrileña, imparte algunas de las mejores lecciones magistrales de rock and roll escuchadas jamás en la capital de España. Es el último destello de una estrella. Durante los años 80 se le puede ver actuando por ferias en pueblos levantinos con un espectáculo de variedades llamado Bruno Lomas Show.
En agosto de 1990, poco después de cumplir los 50 años, Emilio Balldoví (Bruno Lomas) estrella por última vez su coche deportivo, falleciendo horas después. En los siguientes años dos de Los Rockeros seguirían la misma trágica suerte de unos hombres que vivieron deprisa, derribaron a puñetazos los cerrados muros del rock español y vivieron y murieron como sus ídolos James Dean y Eddie Cochran. La historia ha ninguneado a Bruno Lomas. Sus ideas políticas, su afición a las armas que casi siempre portaba sin disimulo, su pasión por conducir coches deportivos a velocidades de Fórmula 1 por cualquier carretera, algún escándalo amoroso resuelto violentamente, sus atrabiliarias declaraciones sobre ovnis y esoterismo han jugado en su contra. Parece que existiese un interés en borrar su nombre de entre los ilustres del rock español y apartar sus discos de las estanterías. Sin embargo, son esas mismas circunstancias, unidas a una carrera musical vivida hasta sus últimas consecuencias, las que lo hacen especialmente atractivo. Su vida fue una película aún nunca filmada o una novela, aún nunca escrita.
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