Nueva horterada seudocomercial al canto con coritos de juzgado de guardia en la cara A y una muy agradable sorpresa en la cara B. Una versión en español de uno de los más famosos temas de Quincy Jones, con un bajo y una guitarra rítmica jugueteando con el ritmo y con un registro grave en la voz de Bruno que pega muy bien con la canción. Para los amantes de la historia, el detalle del cantante proclamando su amor por los billetes verdes de mil pesetas, en aquellos años culmen del sistema monetario español.
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