Otros auténticos pioneros del rock and roll y el beat en España fueron Los Gratsons. El conjunto es fundado a principios de 1961 en Barcelona por el guitarrista Ramón Llenas Falcó y el cantante Jordi Vila. Junto a ellos, completan la formación Tony (contrabajo), Jordi (batería) y, con solo dieciséis años, Carlos (saxo alto y piano). Claro que el resto es también imberbe, pues los mayores tienen en ese momento dieciocho.
Este grupo juvenil pasa todas las penurias de los debutantes, pero su guitarra, su contrabajo y su cantante llaman poderosamente la atención y pronto se convierten en rivales de Los Pájaros Locos, el conjunto de rock con más nombre en la Ciudad Condal. Los Mustang y Los Sirex aún eran poco más que proyectos.
La referencia de Los Gratsons en su formación y repertorio eran probablemente los mejicanos Teen Tops, que enseñaron algo fundamental a los grupos de aquí: que era factible cantar rock and roll en español y que los instrumentistas más aplicados podían salir airosos del reto.
El primer EP de Los Gratsons es puro rock and roll de los padres creadores. En octubre de 1962 aparece “Arráncalo / King Creole / Cuando los Santos Salen de Paseo / El Twist” (Iberofón, 1962). Es decir, una pieza de Little Richard -“Rit it up”-, otra de Elvis, el primigenio twist de Hank Ballard y una pieza popular a ritmo de cabalgada en 4 / 4.
El disco les sirve para abrir mínimamente sus fronteras musicales y actúan en 1963 y 1964 en Mallorca, Menorca y Andorra, además de en Barcelona. Tony cambiará en uno de estos viajes su voluminoso contrabajo por un compañero más moderno y funcional: el bajo eléctrico.
Aunque en sus directos, normalmente en salas y terrazas de baile, incluyen una buena tanda de temas lentos, a la hora de plastificar se tiran de cabeza al rock and roll. Así aparece su segundo EP: “Popotitos / Triste y Sola / Dinamita Twist / Ojos Negros, Cielo Azul” (Iberofón, 1963). Un disco presidido por el más famoso tema de los ya citados Teen Tops, que a su vez no era otra cosa que el “Bonnie Maronnie” de Larry Willians.
En 1964 las modas mandan y Los Gratsons se alejan un tanto de sus orígenes para abrazar la balada de origen italiano y sobre todo el pujante beat británico. Su tercer EP mezcla ambos estilos: “Uno de Tantos / Please Please Me / Rezaré / Dulce Sabor” (Iberofón, 1964). Es decir, dos temas de procedencia beatle, uno de Ben E. King llegado seguramente a través de Adriano Celentano y una balada italiana de Joe Santieri que también había sido adoptada por Ben E. King.
Con un intervalo de tiempo con el anterior menor de un mes aparece un nuevo disco: , un ecléctico repertorio en el que destacan los covers de dos nuevos grupos extranjeros que empezaban a pegar en España: Dave Clark Five y New Christy Minstrels, con “Glad all over” y “Green, green” respectivamente. El problema era la enorme competencia, pues otros muchos artistas grabaron también esos temas.
Para el verano del 64 el grupo anda medio deshecho por culpa, como casi siempre, de la puta mili que tantas carreras musicales y de las otras truncó. Los Gratsons se rehacen para afrontar la nueva temporada con Joaquín, su nuevo batería, Jordi Vila, que además de cantar aprenderá a marchas forzadas a tocar el bajo, Carlos (saxo) y Ramón (guitarra y ocasional cantante). Este cuarteto publica a finales de aquel año “Jugando con Mi Corazón / Buena Suerte / Aquella Noche Fue / Hago Mal en Quererte” (Iberofón, 1964). Esas últimas grabaciones serán despiezadas en dos singles, que alcanzaron una difusión mucho mayor que el EP del que procedían. Especial mención para uno de estos dos sencillos, “Aquella Noche Fue / Buena Suerte” (Iberofón, 1964), encabezado por una digna versión del “A hard day’s night” de The Beatles.
El grupo desapareció finalmente en 1965 y nunca ya se rehízo. Tan solo su guitarrista y principal impulsor, Ramón, siguió dedicado a la música hasta su fallecimiento, como guitarrista de jazz y músico de sesión.
De la pléyade de conjuntos catalanes de la primera mitad de los 60, Los Gratsons son de los más olvidados, a pesar de las buenas versiones españolas que realizaron. Los servicios militares, la desaparición de Iberofón y el desinterés de Zafiro -que se quedó con su catálogo- hicieron el resto. Tampoco la historia se portó demasiado bien con ellos y nunca nadie reeditó sus viejas grabaciones, salvadas como casi siempre por coleccionistas anónimos.
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