En septiembre de 1978, Kaka de Luxe agoniza: Nacho Canut y Enrique Sierra están en la mili, Fernando Márquez acaba de dejar el grupo, Manolo Campoamor es también llamado a filas… En Madrid sólo quedan fijos Alaska, Carlos Berlanga, Javier Hamilton (el nuevo e hiperactivo coristo) y Pablo Martínez (el batería), del que no sabían muy bien cómo deshacerse. Carlos flirtea con el proyecto de Paraíso y Olvido está dispuesta a olvidar en un internado inglés. Pese a que pudiera presagiarse lo peor, la situación se reconduce ligeramente: Manolo finalmente ha de cumplir el servicio militar en Madrid, Olvido lo que olvida es su idea de recogimiento, y Pablo es expulsado al fin, reclutándose a Álvaro de Torres, ex-Pájaro Humano, amante de la salsa y el jazz-rock, para la causa.
Por aquel entonces, contando también con la ayuda de los Urquijo (Javier a la guitarra y Enrique al bajo), se sigue dando aún algún que otro concierto bajo el nombre de Kaka, como el celebrado a beneficio de los huérfanos del recién fallecido Syd Vicious junto a Nacha Pop y otras bandas como Flor de Basura, Cliche Oso Punk y Pene, más dedicadas a armar camorra en el Penta y a agredir a Eduardo Haro Ibars cuando los sacaba en Triunfo. Pero es así como, partiendo del material ya existente, se empieza a gestar el reciclaje de la banda, a cuyo repertorio pronto se iba a incorporar el que se puede considerar primer tema de esta nueva etapa: el sublime «Bote de Colón» de Carlos Berlanga, reflejo absoluto del giro estilístico experimentado por la formación (cuyas intenciones e influencias serían recogidas por Ordovás en aquel extenso reportaje donde unos irreverentes Paraíso asomaban la cabeza sobre el resto) hacia un pop mucho más sintético y artificial.
Así pues, en noviembre se decide poner fin oficialmente a Kaka, comunicándosele la noticia a Enrique, que aún seguía sirviendo a la patria. La disolución deja durante un mes al nuevo ente sin nombre, hasta que a Carlos se le ocurre bautizarlo como Alaska y los Pegamoides, muy al estilo de otras bandas referentes de la época (como Siouxsie and the Banshees) y un poco en homenaje al blandiblub.
Se empieza a trabajar en la creación de nuevos temas ampliando el repertorio, hasta que, por fin, en enero de 1979, hacen el debut oficial en un instituto junto a Nacha Pop.
Los dos años de rodaje de la mayoría de los componentes de la banda no han pasado en balde, y, en poco tiempo, ya se estarían encargando de bajar los humos en Aluche a unos aún camuflados Paraíso. Pero, aunque esta agresiva competencia ejercía de Leitmotiv común, la verdad es que las cosas seguían más o menos igual que en la última etapa de Kaka, siendo el cambio de nombre casi lo más significativo en una formación donde tan sólo en los permisos de Nacho la nueva identidad del grupo parecía florecer. Como en la presentación oficial de los Paraíso en el Teatro Martín, en la que por cierto, gracias a un anuncio, se incorporaría como guitarra de punteo a Poch, amigo donostiarra de los paradisíacos hermanos Entrena que hacía cosas realmente extrañas con las seis cuerdas. La presencia en la banda de Poch, sin embargo, se puede considerar de anecdótica, pues repartiendo su vida entre Madrid y San Sebastián, tan sólo unos meses después sería reclutado por Carlos Entrena al abandonar Paraíso, para formar en unión demente y delirante aquellos Ejecutivos Agresivos.
La realidad era que el estado de abulia, más evidente y sin retorno en la figura de Manolo Campoamor, les seguía invadiendo de tal modo que, Javier Pérez-Grueso (el antes conocido como Javier Hamilton, quizás ya por aquel entonces Javier Furia), decide cambiar de rumbo ante la incertidumbre del proyecto, siguiendo el de Enrique Sierra hacia uno con aparente mejor augurio: Radio Futura.
Sin embargo, Nacho vuelve definitivamente de la mili en septiembre del 79… y las canciones empiezan de nuevo a brotar como setas en otoño. Se versionan dos sintonías de series de TV («Mundo indómito» y «Departamento de Asuntos Archivados«) y se crean numerosos temas propios, bien a manos de Carlos («No sé por qué«), Nacho («La ardillita«) o ambos («Otra dimensión» y «Leslie es una médium innata«), siendo el tándem una buena fórmula de trabajo, aunando la musicalidad pop del primero con los textos irónicos y paranormales del segundo.
Olvido se hace con una pequeña caja de ritmos, acelerando la salida de Álvaro de Torres, quien a decir verdad no encajaba muy bien en un grupo totalmente nuevaolero como este.
Nuevos tiempos, por tanto, energías renovadas y flamante local de ensayo a compartir junto a Bólidos y Paraíso, contando con los Ejecutivos Agresivos como vecinos. También savia nueva (en una fiesta organizada por los Radio Futura, Juan Luis Vizcaya, batería de las huestes de Carlos Entrena, huye hacia las redes pegamoides y, en el colmo de la locura, se incorpora al saxo Javier de Amezúa). Todo este aire fresco no es suficiente para las inimaginables cotas de desidia que Manolo Campoamor llegaría a alcanzar -quienes tengan posibilidad de ver el primer programa de La Edad de Oro pueden hacerse a una idea-, quien poco a poco va siendo relegado por un Carlos que, tras haberse lanzado en su coqueteo paradisíaco, pasa a cantar como solista muchos de los nuevos temas.
A la vez que se sigue actuando (junto a Radio Futura en el Alfil, con Paraíso en Derecho y Caminos…), se siguen incorporando nuevos temas al repertorio, concibiéndose la ultrapopera «Odio«, e incluyéndose «Drama en spray«, canción que los Paraíso habían rechazado por problemas de ejecución, y que, con mucho más oficio, recogieron amablemente. Sin duda, eran en ese momento el grupo más en forma de la Nueva Ola, algo que al parecer no deja indiferente a Miguel Ángel Arenas, Capi, que pretende reclutarlos para Hispavox. El productor de Pecos y Parchís, fan de Kaka de Luxe, parece sinceramente interesado y acepta una serie de temas de Nacho y Carlos que se ocuparía muy bien de guardar para el futuro lanzamiento de un Bosé más acorde.
Por otra parte, el estado de Manolo comienza a ser una lacra, tanto en la maqueta que graban para Popgrama, como en los sucesivos conciertos, por lo que se decide prescindir de él sin originarse la menor polémica entre ninguna de las dos partes. Manolo crearía Neopreno, e inmediatamente después, en 1980, ingresaría en la Escuela de Artes y Oficios para prepararse para lo que realmente quería que fuese su profesión: la pintura y todo lo relacionado con ella. En cualquier caso, la música no la deja definitivamente nunca, ya que en 1983 hace una banda sonora ambiental para una exposición en el Museo de Bellas Artes de Santander junto a Herminio Molero y Javier Amezúa (quien tras su mili curiosamente renacería de nuevo ayudando a construir su muralla china a los Zombies), y desde 1998 más o menos hace vídeos para los que él mismo crea la música abstracta que los completa.
A principios de 1980 se graba una nueva maqueta, esta vez ya para Hispavox, en la que Carlos interpreta todos los temas, consistentes en «Odio«, «Horror en el hipermercado» (nueva joya del tándem) y «La alegría de vivir» versión reggae, con tan buen resultado que se firma por un año de la mano de Capi, su ahora nuevo mánager. Siguiendo su evolución plasticosa, se decide incorporar un teclado, por lo que Alaska en una actuación busca entre el público a alguien que supiera tocarlo: allí estaba Ana Curra en primera fila, estudiante de Conservatorio y fan total de Pegamoides. La entrada de Ana provocaría el regreso del batería, Juan Luís Vizcaya a Ejecutivos, disconforme con la adquisición de la teclista.
De entre estos últimos movimientos de inestabilidad hacia el asentamiento cabe destacar uno que a la postre sería cuando menos decisivo en el devenir del grupo: Alaska, cansada de su silenciosa labor tras las cuerdas, decide asumir el rol de cantante solista, menester que si bien no es que hiciese mejor, había comenzado a desarrollar junto a los Paraíso como corista, y había degustado ya del todo haciendo de Bom en el rodaje de «Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón» (Pedro Almodóvar, 1980) (donde por cierto sólo aparecen Olvido y Carlos por negativa de Nacho a sumarse a la corte plumosa de Almodóvar).
La primera actuación de la que ya puede considerarse Pegamoides, en el famoso homenaje a Canito, resultó bastante caótica. En ella, el grupo tocaría por primera y única vez con caja de ritmos con resultados bastante discutibles por culpa de la mesa de mezclas. Los agudos emitidos por Olvido hicieron las delicias de los críticos más fieros y a la nueva teclista apenas se la oyó.
Tras dar de lado la caja de ritmos, se busca batería. Así es como ingresa en la banda Eduardo Benavente, cantante procedente del grupo de pop Plástico, con un single ya en su haber, y que, pese a no saber tocar la batería, se adapta rápidamente al nuevo rol.
Olvido cae enferma de sarampión y la casa discográfica, más agradada con las capacidades vocales de Carlos plasmadas en la maqueta, aprovecha la circunstancia para intentar convertirla en una cover girl, provocando que ésta incluso deje la banda, aunque tan sólo fuera por una tarde. Tras pasar de las estrategias de marketing que les sugiere Hispavox, el grupo, con Nacho como portavoz, se planta ante Trabucchelli, quien se disponía a producirlos como gran gurú de la casa, recordándole que sus días dorados pertenecían a otro siglo.
La casa accede a que elijan productor de entre los que contaban, eligiéndose a Julián Ruiz, por el mero hecho de al menos haberse encargado de la Orquesta Mondragón.
Lo más destacable es que poco a poco se va haciendo poda, alejándose el grupo cada vez más de sus orígenes, y reafirmando su personalidad propia de la mano de un Carlos pletórico, bien pariendo temas como «Tokyo» (surgido en Piernas Ortopédicas, el amago de proyecto paralelo de Nacho, Carlos y El Zurdo) y «Rendivú en el hipódromo» (también grabado por los Radio Futura con otro título, «Ivonne«, coexistiendo en la SGAE las dos versiones), bien cuidando su faceta gráfica, integrado ya del todo en el mundillo artístico/intelectual, bien complementándose con Nacho a la perfección, creando conjuntamente una de las joyas del pop de todos los tiempos: «El hospital«.
Estamos, posiblemente ante el momento más dulce de la banda. Convertida en referente de la noche madrileña, crítica y público en comunión armonía, protagonista de cualquier espacio con pretensiones modernas (Dominó, Dezine…); lo cierto es que la banda entera derrocha vitalidad por cada poro de su piel. La actividad es frenética y aún así queda tiempo que llenar: Eduardo, monta junto a su hermano Javier y unos amigos el grupo poppy Escaparates.
Tras negarse en rotundo a trabajar con la editora que le convenía a la casa (la portada del disco la diseñan sus amigos Las Costus), a principios de mayo se graba el primer y extraordinario single «Horror en el Hipermercado / El Hospital / Odio» (Hispavox, 1980). Las relaciones con Hispavox son cada vez más tensas, intentando esta (en vano) imponer sus obsoletas ideas de promoción, así como silenciar las constantes críticas que en público vertía el grupo sobre la producción.
Pero el tirón es grande, la casa lo sabe, y hay un disco en promoción, por lo que traga. Al menos por el momento.
El grupo se encuentra en plena forma, manteniendo durante cuatro noches uno de sus mejores sonidos en escena en el mítico teloneo a las Modettes en el Martín. Este teloneo, aparte de ejemplo para ilustrar el nivel que habían adquirido ya por aquel entonces, conlleva además un punto de inflexión determinante: Eduardo liga con una de las modettes y viaja junto a ella a Londres, experimentando la primera de sus mutaciones.
Tras el primer acto de promoción (primera y última visita a la SER), se decide retirar a Nacho de estas actividades, dejando a Ana Curra y a Olvido encabezar estas tareas (respirando la casa un poco más tranquila). Mientras tanto, el grupo sigue demostrando su estado de gracia, despidiendo la temporada en el Martín y grabando unos temas para «Musical Express» (TVE). Se incorporan al repertorio «La rebelión de los electrodomésticos» y «Rosa y verde«, ambas del tándem, y «La tribu de las Chochoni» (música de Carlos con letra de Fabio McNamara, amigo de Javier Hamilton que, gracias principalmente a Almodóvar y sus presentaciones de Pegamoides, estaba adquiriendo mucha notoriedad).
Nacho, tras el veto de Hispavox, se va a Miami con la familia de vacaciones, sustituyéndole Javier Gutiérrez, el bajo de Bólidos, en los playbacks que hacen para televisión, así como en «El Gran Musical» (SER), donde suenan bien ante toda España.
Carlos se va también de vacaciones a Miami, y mientras, Eduardo sigue con Escaparates (cambiados de estilo) metiéndose en muchos líos con su recién estrenada identidad punk (Ana y Olvido, por cierto, encantadas).
Tras las vacaciones, se suma a esta alianza riot Nacho, quien ve con agrado cómo sus incisivos textos pueden resultar más cortantes y rudos aún. Carlos, por el contrario, no comulga con este viraje estilístico y se refugia inicialmente en sus creaciones gráficas. Las discrepancias se agravarían tras una nueva visita de Eduardo a Londres, con Ana Curra y Olvido, en la cual experimenta su segunda mutación, más radical si cabe, hacia posturas afterpunk, góticas y siniestras: Bauhaus, Killing Joke y sobre todo, Siouxie.
Eduardo no sólo ha importado un nuevo estilo musical sino también su violencia y sus broncas (de entre las cuales destaca la de Eduardo y Olvido contra Ramoncín y Diana Polakov en la sala El Sol por el «Sé una chica de hoy» de Paraíso) siendo este momento el más punk, estrictamente hablando, de la banda.
Los primeros temas oscurillos empiezan a salir a relucir, estrenándose la claustrofóbica «Quiero salir» (letra de Nacho, música de Carlos y Olvido) en una fiesta organizada por Dezine en El Sol.
En este nuevo ambiente de tinieblas se comienzan a grabar nuevas maquetas para el segundo single (el grupo tiene la idea de grabar sólo EP) y las relaciones entre casa y grupo se hacen más tirantes que nunca. Nacho niega la mano al supremo de Hispavox y éste suspende la grabación en represalia.
Carlos amenaza con abandonar el grupo, y establece dos condiciones para seguir: que se eche a Eduardo y que Nacho enmudezca ante los medios y la casa de discos.
En diciembre, tras grabar para el espacio televisivo Gente Hoy, el grupo se disuelve.
Nacho y Eduardo deciden formar, junto al hermano del segundo, Javier, y a uno de los hermanos del primero, Johnny, Parálisis Permanente. Pero Ana y Olvido logran acercar de nuevo a Nacho y resucitar Pegamoides, con la idea de que, cogiendo otro batería, Carlos cedería. Sin embargo, los baterías no salen y los que salen, no valen. Eduardo acaba volviendo al redil, sin abandonar, eso si, sus otros proyectos musicales. Por otra parte, que Nacho formase junto a Benavente Parálisis Permanente es algo que Carlos siempre guardó como una pequeña traición.
Los Pegamoides, descontentos tanto con el sonido como con la producción del primer EP, deciden producir este segundo trabajo ellos mismos. Para las fotos, se decide contar con Gorka Dúo, ya que tampoco habían quedado conformes con las del trabajo anterior. Se graba sin mayores incidentes, aunque el resultado, «Otra Dimensión / Bote de Colón / Quiero Salir» (Hispavox, 1981), no les satisface del todo.
A comienzos del 81, Hispavox ha de renovarles contrato… y sólo lo hace con Olvido, Ana Curra y Carlos, figurando Nacho y Eduardo como músicos de sesión. Esto perjudica la promoción del disco, liando aún más el embrollo. De nuevo las féminas median en el conflicto, actuando ellas mismas como mánagers y promotoras, ayudadas por Pito y Ana Díaz, amigas de Olvido.
La afinidad alcanzada entre ambas es tal, que comienzan a componer nuevos temas juntas, tales como «Estrategia militar«, «Redrum» o «Quiero ser santa» (este último popularizado por Parálisis Permanente), canciones que, para más inri de Carlos, son de evidente calado gótico. Carlos abandona definitivamente el grupo.
La casa comienza a estar ya más que harta de la banda, y todo parece indicar que Pegamoides va a pasar a mejor vida. Pero Carlos Juan Casado (encargado de las relaciones entre grupo y casa) guarda aún un as en la manga: un tema nuevo que había compuesto Berlanga, titulado «Bailando«, muy bailable y radiable. Casado convence al grupo para hacer una versión en inglés para presentarla a los directivos de Hispavox. Escépticos y hastiados, les explica que es algo totalmente nuevo, que será un bombazo. Tras la audición de «Dancing» quedan tan entusiasmados, incluido el director de la compañía, José Luis Gil, que Hispavox ya no tiene excusa para promocionar al grupo en el lanzamiento de su primer LP.
La grabación se realiza a finales de 1981. Pito, que había pasado de fan a mánager del grupo, convence al resto y a Berlanga de que debe participar en la grabación de este primer LP, ya que iba a aglutinar todo el repertorio que el grupo había ido realizando en directo desde su gestación, desde el pop luminoso de los orígenes al gótico de los últimos tiempos. Es por ello que deciden llamar al disco «Grandes Éxitos».
Mientras tanto, «Bailando» no tarda en convertirse en un éxito inmediato. Tanto el single como el EP –«Bailando / La Rebelión de los Electrodomésticos / Vértigo» (Hispavox, 1982)-, se editan en países como Grecia, Holanda, Canadá, Inglaterra y Portugal, realizándose numerosísimas versiones del mismo, como la realizada para el mercado anglosajón con «Dancing» y «Redrum» en inglés.
Este éxito supone para los Pegamoides la multiplicación de los conciertos de cara al álbum, «Grandes Éxitos» (Hispavox, 1982), que se publicaría finalmente en la primavera del 82.
Por esta época colaboran además poniendo sonido al proyecto musical de Almodóvar & McNamara.
Con la buena acogida del disco, el grupo se embarca en una gira por toda España en la que ya no participa Carlos Berlanga, reestructurándose la formación del siguiente modo: Alaska, a la voz, Eduardo pasa a la guitarra, Nacho y Ana se mantienen en el bajo y teclados respectivamente, y Toti Árboles, amigo de Eduardo, se incorpora a la batería.
Ya nada queda de los orígenes y se estrenan nuevas canciones compuestas por Eduardo como «Dan las doce«, «Recuerda«, «Caras pintadas» o «Cristal blindado«.
Ana y Eduardo cada vez están más volcados en su propio proyecto musical, Parálisis Permanente, y, sumergidos en ese halo de autodestrucción se introducen en el consumo de heroína, hecho que no es del agrado de Nacho, que abandona la formación paralela, dejando a ellos dos al frente del proyecto.
En medio, Alaska. Su relación con Nacho es mucho mejor, pero éste ya ha perdido el interés por Pegamoides debido a las discrepancias con Eduardo y Ana.
A todo esto, llega el momento de sacar el segundo sencillo del álbum, eligiéndose no exento de ironía una nueva versión de «La línea se cortó» interpretada ahora por Olvido y Ana. Como cara B se incluye el tema del tándem «Reacciones«, en la que poco o nada queda ya del sonido de Carlos.
Finalmente, después del verano, Nacho decide dejar definitivamente el grupo, uniéndose al nuevo proyecto musical de Carlos Berlanga: Dynarama. En ese momento, Alaska comprueba que el interés de sus otros dos compañeros por Pegamoides es residual, con lo cual Alaska no encuentra sentido al asunto y decide disolver el grupo. Los Pegamoides todavía tienen algunos conciertos contratados, así que se decide editar un magnífico flexi, «En el Jardín / Volar» (Hispavox, 1982), de despedida para regalar a los asistentes de los mismos en Madrid, que se celebran en la Escuela de Caminos en noviembre de 1982.
Con el fin de Pegamoides y tras las buenas ventas del «Grandes Éxitos», Hispavox sacaría en ese mismo año un fantástico LP «Alaska y los Pegamoides» (Hispavox, 1982) que prácticamente recogía todos los singles y caras B que no habían tenido sitio en el primer larga duración de la banda, así como los temas del flexi de despedida.
Sin embargo, el último concierto de Pegamoides se celebraría el 26 de noviembre de 1982 en la sala Yoko Lennon’s de Bilbao, siendo acertadamente editado por Subterfuge en el 97, «Llegando Hasta el Final» (Subterfuge, 1997) (aunque el 1 de marzo de 1983 se reunirían de nuevo en la 1ª Fiesta de Diario Pop para tocar en la legendaria sala Rock-Ola de Madrid, excepto Carlos Berlanga que estaba haciendo el servicio militar en Canarias).
De entre todos los numerosos recopilatorios y reediciones cabe destacar «Mundo Indómito» (Subterfuge, 1998), con bonito diseño a cargo de Javier Aramburu, que recoge prácticamente todo el material grabado por Pegamoides incluyendo desde maquetas hasta rarezas muy interesantes que harán las delicias de los más fans de la banda.
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