Curiosamente, el trabajo que serviría para catapultarles hacia el estrellato, motivado por el grandísimo éxito alcanzado por «Bailando«, es el más flojo de los hasta la fecha publicados, no queriendo decir ni mucho menos con ello que sea un mal disco.
«Bailando» es, sin duda, un hit dance, que de radiado y pinchado mil y una veces como nota exótica de banquetes en bodas, comuniones y bautizos, verbenas, nocheviejas y demás eventos casposos de carácter lúdico-festivo, uno deja de apreciar las virtudes de las que hace gala, que son muchas, por cierto, aunque estén escondidas tras esa capa de mugre del sobeteo al que ha sido sometido: una canción que haría levantarse de su asiento hasta al más muermo y que tiene mucho más que ver con el nuevo proyecto que Carlos andaba esbozando, que con el grupo al que pertenece. De hecho, a estas alturas la banda estaba convaleciente y es precisamente el hallazgo de este tema el que incita a la casa a lanzar a bombo y platillo un larga duración, sirviendo como adelanto este EP.
«Bailando» desplaza a los Pegamoides a un segundo plano, mediatizando a Alaska, no sólo en nuestras fronteras, sino en el mercado sudamericano y anglosajón, convirtiéndola en todo un icono de la modernidad.
El resto del EP no depara mayores sorpresas. Un déjà vu como «La rebelión de los electrodomésticos» y un tema con claras reminiscencias de Ramones como «Vértigo«, ambos en esa línea punk-pop de electricidad, coros y guitarras que tan bien sabían trazar.