Como muchos otros, los niños de Jennifer López nacieron con un pan bajo el brazo. Manolo Martínez y Genís Segarra trajeron bajo la sobaquera la gracia de darle un buen meneo al pop español, hasta el punto de convertirse en uno de los grupos más importantes de los últimos veinte años.
Aunque formado en Barcelona en 1995, es cuatro años más tarde cuando el dúo compuesto por Manolo y Genís, publicaba su primer disco, «Mi Fracaso Personal» (Chewaka, 1999), un largo completísimo que definiría la esencia del grupo y les catapultaría a la vanguardia de la modernidad estética y musical de aquellos días, prolongándola hasta hoy. Firmaron canciones barrocas y descocadas como «Miedo a la muerte estilo Imperio», «Cambio de idea», o la propia «Mi fracaso personal», encontrando sus influencias en todo lo que más les gusta: el cine, el pop clásico, los sueños, la lírica, la calle y todo lo que te imagines, para fabricar temas que conjugan con facilidad la riqueza melódica de Manolo y los ruidos, texturas, efectos sonoros y arreglos preciosistas de Genís.
Además de comulgar con los falsetes y la emotiva forma de cantar de Manolo, para entender a Astrud, es preciso prestar atención a dos elementos clave: el liirismo y el sintetizador. Otro de los muchos encantos del grupo reside, cómo no, en sus letras sinvergüenzas e irreverentes. Imposible referirnos a ellas en un solo sentido. A nivel de composición cogen un concepto, lo miran, le sonríen, lo machacan y lo desgranan como nadie hasta servírnoslo en pista de audio desde su particular punto de vista. Dos tipos escuchimizados suponen una clara revisión del pop, sin complejos, con unos arreglos impredecibles pero asimilables que no esconden chicha ninguna.
«Gran Fuerza» (Chewaka, 2002), el segundo disco de estudio de Astrud, vendría a confirmar lo que ya se intuía en su debut: que son unos perfectos artífices de canciones. Por decir algunos, temas como «La boda», «La culpa», «Me afecta» o «Mentalismo», supusieron más que una vuelta de tuerca al hit clásico tal y como era concebido. Además, en «Gran Fuerza» adquirían mayor relevancia el vocoder y la ornamentación instrumental.
Luego llegó «Performance» (Sinnamon, 2004). Se acabaron las sutilezas. La dulce voz de Manolo cantaba abiertamente «Todo nos parece una mierda», y de nuevo salían airosos a pesar de firmar un disco bizarrísimo y de emplear más que nunca una lengua sucia pero clara. Volvían orgullosos y con aires de grandeza, y eso se notaba en «Soy futbolista», «Futuro» o el himno «Vamos a un bar».
Con semejante retahíla de piezas y aún más en el tintero, pronto se editaría «Algo Cambió» (Sinnamon, 2006), un álbum recopilatorio de Caras B de sus singles y de canciones recogidas en otros recopilatorios o proyectos. Ahí encontrábamos joyas como «El teclista telequinético» o «Los novios instantáneos», y versiones muy conseguidas de Magnetic Fields, Pulp y Family.
Su último disco de estudio lo editaba Sinnamon en 2007. «Tú no Existes» (Sinnamon, 2007) marcaba un hasta luego en la trayectoria de la banda. En él volvían a emperifollar sus letras con arreglos y multiinstrumentalismo. Firmarían temas épicos como «El vertedero de Sao Paulo» o «Son los padres»; calzarían letras variopintas y dedicarían su canción «Un millón de amigos» a Tom el de Myspace.
Después de la gira de «Tú no existes», silencio absoluto. En una entrevista reciente, Genís anunciaba el regreso de Astrud, que llega tras año y medio retirados de los escenarios y será con una propuesta bastante inusual: la reformulación de sus canciones en directo con la colaboración de una banda de cuerda, Col.lectiu Brossa, y la grabación de estas versiones en un flamante nuevo disco para Elefant. Esto se hizo realidad en noviembre de este año, cuando se publica este material bajo el nombre de «Lo Nuevo» (Elefant, 2010).
El disco recibe gran aceptación entre la crítica y los fans de siempre, que reciben encantados todo material extra del grupo barcelonés. A pesar de que bajan el ritmo, siguen dando conciertos junto al Col·lectiu Brossa en una gira que parece no tener fin. Sin embargo, y por sorpresa, en noviembre de 2011, durante su actuación en el festival Faraday Tardor, anuncian que no solo ése será su último concierto con el conjunto de cámara, sino que el grupo se separa temporalmente por un mínimo de dos años, ya que Manolo se muda a Nueva York con su familia gracias a una beca. Un punto y ¿seguido? en la carrera de una de las bandas que han definido la independencia y el estilo propio durante quince años.
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