En la década de los 60, Barcelona era la ciudad española con más conjuntos por kilómetro cuadrado de extensión. Y con una calidad media notable. Entre tanto grupo era difícil destacar y hacerse un nombre. No siempre la nombradía y la calidad marchaban a la par. A veces fue falta de carisma en su frontman, en muchas otras, un mal tratamiento por parte de los sellos discográficos y en ocasiones, la escasa duración de carreras mediatizadas por estudios y milis. De todo eso, sufrieron en sus carnesLos Extraños.
Hacia 1962 el cantante Juan Antonio, el de mayor edad del grupo, aglutina a su alrededor varios músicos jovencísimos, entre los que destaca la guitarra solista de Luis Mestres, un forofo de The Shadows como casi todos los guitarristas del momento. Los tres restantes son el rítmica, Antonio, el bajo, Enric Canals y el batería, Ricardo.
Comienzan a presentarse a concursos y a buscarse la vida mientras intentan denodadamente sacarse el carné profesional para poder tocar en bailes. Logran interesar a una emergente EMI Odeón, que a pesar de su inexperiencia les propone grabar su primer EP en el que va a predominar el rock instrumental y el rock and roll: “Se Burló de Mí / Removiendo Arena / Cabeza Aturdida / Tema de Los Extraños” (Odeón, 1964). Es decir, una mezcla de covers cantados e instrumentales propios compuestos por Luis.
Con un disco bajo el brazo y un contrato en un sello fuerte, Los Extraños participan en varias ediciones de Dsiquiniela y en las matinales del Palacio de los Deportes. En aquel momento, tal vez porque el régimen no permitía votaciones políticas, proliferaban las votaciones musicales para actuaciones en radio o directo. Los Extraños competían de tú a tú con Los Mustang, Los Sirex, Los Catinos o Los Salvajes, por citar cuatro de los grupos barceloneses que más pitaban en aquellos años de mitad de década.
Aquel verano del 64 se patean a modo la Costa Brava, rendez vous obligado de todo conjunto catalán de la época. Al final del verano sale a la venta un segundo EP: “Dime que Vuelves / Yo Tengo una Prisa / Tobacco Road / Mente Extraña” (Odeón, 1964). La pista principal es una versión del stoniano “Tell me” y por detrás “Tobacco road”, todo un clásico del blues eléctrico. En solo unos meses el cambio es notorio y Los Extraños le cogen el aire a los chicos malos londinenses.
En 1965 los contratan por una larga temporada en Mallorca. Antes de irse dejan grabado su tercer EP, que viene encabezado por un tardío tema peliculero de Elvis titulado: “Viva Las Vegas” y que también incluye “Terry”, del enfant terrible Claude François. El disco aparece en el mercado mientras Los Extraños cumplen su periplo balear, alternando cada noche con un grupo rompedor que acaba de aterrizar en las islas: Mike And The Runaways. Dos potentes conjuntos que atruenan la tranquila atmósfera isleña aquel verano.
De nuevo en la península, van a grabar su disco más recordado. Un EP cargado de beat británico y encabezado por un tema emblemático de Gerry & The Pacemackers, los grandes rivales de Beatles en su común ciudad de Liverpool. “El Ferry de Mersey / Indiferente / Do Re Mi / Olvídame” (Odeón, 1965) aporta demás las primeras canciones cantadas compuestas por Luis Mestres, guitarra solista del grupo.
A Los Extraños, como a tantos grupos contemporáneos suyos, el instrumento que más problemas les causó fue la corneta. Y el tararí militar se llevó a finales de 1965 a Juan Antonio, su cantante. Fue un duro golpe al que se unió el fin de contrato discográfico. Pero se niegan a desaparecer y enseguida fichan a un nuevo cantante. Todo un experto llamado Tony Preysler, que durante años había liderado Golden Quarter y había grabado también un disco en solitario.
Fichan por un nuevo sello donde van a manufacturar un buen EP, que se editará en febrero del año siguiente: “Mi Nuevo Seiscientos / Oh, Mi Amor / Di Por Qué / Y Que Bien Camina” (Columbia, 1966). El disco pasa inadvertido y no goza de las aceptables ventas locales que habían tenido algunos de sus anteriores microsurcos. En esta última entrega destaca un tema propio: «Mi nuevo seiscientos», que demuestra el potencial compositivo del quinteto. Para aquel verano del 66, Ricardo y Antonio son reclamados por el caqui cuartelero. Ambas circunstancias van a desencadenar el final del grupo.
Enric Canals, el bajista, entrará aquel mismo año en Los Albas y el cantante Juan Antonio grabará un par de EP en solitario al finalizar con sus compromisos patrióticos y militares.
Los Extraños son un grupo a rescatar. El fino olfato de Gerardo Irles los capta para su libro “Solo Para Fans” (Alianza, 1997), dedicándoles un comentario relativamente amplio que se inicia así: «Los Extraños denotaban una perfecta asimilación del beat más puro, aunque sobreviviera en ellos el eco monoaural a vibraciones de hojalata de los instrumentales de la onda post-Shadows, que en su caso eran algo más góticos…»
Comentarios