El nacimiento de Flow se produce en 1993 en Córdoba, ciudad natal de todos sus componentes originales: Juano Belmonte (guitarra), Fernando Vacas (compositor, voz y guitarra), Manuel Espinosa (batería) y Antonio Miranda (bajo y teclados). Un año antes habían coincidido Fernando, Antonio y Manuel en Londres, comenzando a tocar, según sus propias palabras, sin tenerlo muy claro, como “un juego de niños”.
Es importante señalar la ciudad de Córdoba no sólo como dato anecdótico. Se fraguó en ella en la década anterior un movimiento musical y cultural que podría equipararse a La Movida de esos mismos años en Madrid, y que resultó el líquido amniótico perfecto para un buen puñado de bandas, algunas de la cuales siguen en activo. Grupos como Pabellón Psiquiátrico, Yacentes, Medina Azahara o Tarik y la Fábrica de Colores nacieron y prosperaron al abrigo de las medidas municipales que comenzaban a sucederse entonces en apoyo de la música pop y rock: emisoras de radio, periódicos y revistas musicales, los primeros estudios de grabación, locales, y el nacimiento de La Muestra Pop Rockera. Nos encontramos pues a principios de los años 90, en un momento en el que el llamado movimiento indie empezaba a convertirse en un fenómeno serio.
Flow comienza su carrera del lado del noise pop, con la clarísima influencia de bandas angloparlantes como The Jesus and Mary Chain, Pavement o Pixies. En 1993 participan en el concurso nacional de maquetas de RNE 3 que organiza Julio Ruiz, y para su propia sorpresa, quedan segundos detrás de otros principiantes, Los Planetas. Ambos grupos fichan por Elefant.
Editan su primer single en este sello, “Bitter Candies in Seven Inches” (Elefant, 1994), y de nuevo quedan semifinalistas en el concurso de maquetas organizado por Rockdelux en ese mismo año. Por estas fechas Antonio Miranda abandona el grupo para continuar su carrera como biólogo investigador en Suecia, sustituyéndole José Ángel Ruiz, director del conservatorio de Andújar. Su fichaje aporta la solidez y confianza necesarias para componer un primer largo: “Headquake” (Elefant, 1995) está íntegramente grabado en inglés, con el ruido y las guitarras como protagonistas absolutos.
Un año después, y siguiendo la misma línea, editan “Fuengirola” (Elefant, 1996), un disco de trece minutos y once canciones en el que empieza a vislumbrarse la vena experimentadora que les caracteriza como banda.
Y se produce el primer punto de inflexión en el camino de Flow: dejan Elefant, retirándose de la escena durante tres años en los que no dejan de componer, ensayar e inventar.
Para su sorprendente regreso fichan por Acuarela, y durante 1999 resurgen de forma frenética. Publican su nuevo CD single, “Sindy, mi Amor” (Acuarela, 1999), en el que incluyen otras dos canciones; aparecen junto a Astrud, Los Fresones Rebeldes o Meteosat en un amplio reportaje que dedica El País de las Tentaciones a la nueva ola del pop en castellano; giran por toda España con Los Planetas; actúan en la fiesta de presentación del Festival Internacional de Benicassim, e incluso telonean a Sebadoh en su concierto en Madrid.
Terminan de grabar entonces “Sensazione” (Acuarela, 2000), primer (y único) LP que editan en Acuarela, recibido con gran expectación. El cambio es notable. Fernando Vacas compone un álbum íntegramente en castellano en el que además se olvida de las distorsiones para centrarse en las melodías y experimentar con varios estilos, entre los que predomina de forma aplastante un pop luminoso, ligero de expresionismos sonoros. Colabora en el disco Antonio Luque (Sr. Chinarro), poniendo su voz en una de las canciones.
La gira de promoción de “Sensazione” debió haber sido la de la consagración, si no fuera porque no pudo desarrollarse tal y como estaba prevista por culpa de un grave accidente de tráfico con la furgoneta, que lleva al hospital a todos los miembros. La gira se suspende y los componentes de Flow se dedican a recuperarse. Estas circunstancias hacen que, de nuevo, Flow desaparezca de la escena durante un largo tiempo.
Su «pre-regreso» sería el EP “Artes Marcianas” (Acuarela, 2002), cuatro canciones pop con una componente experimental muy marcada y un tono melancólico que ensombrece la luminosidad con la que habían vuelto en “Sensazione”.
Y llegó 2006. En principio el último álbum de Flow hasta la fecha iba a ser editado por Acuarela, pero finalmente vio la luz bajo el estandarte de Eureka, el sello que había creado el propio Fernando Vacas cuatro años atrás. Los motivos esgrimidos tenían más que ver, según los componentes, con cuestiones de desarrollo personal que con malas relaciones o presiones por parte de la casa disquera. Vacas declaró: “no teníamos ni oxígeno ni ganas de seguir en otro sello que no fuera el nuestro, y eso que Acuarela es un gran sello. Teníamos la mejor distribución del país”.
Es precisamente justo antes de editarse el disco, con la grabación finalizada, cuando se produce el segundo gran golpe de mala suerte del grupo: la enfermedad y fallecimiento fulminante por un cáncer de Manuel Espinosa. Esta triste circunstancia planteó la duda de seguir o incluso sacar el nuevo disco, y de cómo y dónde hacerlo. Finalmente Flow decidió seguir adelante y “Lo Normal” (Eureka, 2006) salió en el verano de 2006 como homenaje póstumo a su compañero. Pepón Vacas, hermano pequeño de Fernando, recoge las baquetas completando así la nueva formación.
“Lo Normal” es un disco ecléctico y atrevido en el que se nota una madurez instrumental importante, y una producción libre que incluye elaborados arreglos de cuerda y dosis medidas de psicodelia y funk. Vacas admite que “es el primer disco en el que ha salido algo parecido a lo que tenía en la cabeza”, lo que tal vez haga comprender mejor la decisión de seguir adelante autoproduciéndose. También según las palabras del compositor de la banda, cada disco “es una polaroid del momento del grupo”, por lo que es sencillo entender que en los últimos años, y especialmente en “Lo Normal”, la componente nostálgica, melancólica y tristona haya comido terreno al descaro y la falta de complejos que, de todas formas, siguen bien presentes, si bien han dejado de ser el fin para convertirse en el medio.
Paralelamente, y también como parte de Eureka, Fernando Vacas presenta al mundo Prin’ La La, un especialísimo proyecto (más que un grupo en sí) que forma con sus tres primas pequeñas, y en el que es fácil suponer que vuelca todas las inquietudes que no encajan en lo que significa Flow.
Tras la experiencia de Prin’ La La, Fernando Vacas comienza a componer lo que será su cuarto disco, «Echo en México» (Eureka, 2009). Durante un mes y medio, el grupo se desplaza a México para componer, grabar y mezclar. Con la ayuda de Tito Fuentes de Molotov, y de Benny Fanconne, que había trabajado con gente como Maná y Santana, así como con la colaboración de la cantante Eli Guerra, Flow traspasan el indie para introducir sonidos mexicanos y californianos. La banda se refiere a «Echo en México» como «el disco más clásico, accesible y luminoso de Flow».
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