El año 2000 es decisivo en la carrera de Flow. Tras dejar Elefant y tras siete años desde que se iniciara su carrera en la música fichan por Acuarela, que ese mismo año publicaba “La Pena Máxima” (Acuarela, 2000) de Sr. Chinarro o “Arde” (Acuarela, 2000) de Migala. Sin entrar en si el cambio de sello es la consecuencia o la causa, lo cierto es que el giro es notable.
Empezando por lo evidente, todas las letras de “Sensazione”, al contrario que en sus anteriores trabajos, son en castellano. Pero por otro lado, lo más significativo es el cambio radical de sonido, que se revela extremadamente positivo; no sólo por la exploración que realizan de diferentes estilos sino por la falta de complejos a la hora de hacerlo. Si miran hacía atrás, los Flow de 2000 ven distorsiones por todas partes, pero al volverse hacia el frente comprueban (y comprobamos) que se han deshecho de varias capas de ruido para dejar al desnudo melodías limpias, luminosas, estribillos pegadizos y arreglos que van desde vientos a sintetizadores para crear doce canciones de pop sentido y brillante.
“Limbeando” firma un comienzo que debió resultar absolutamente inaudito para los que hubieran seguido su carrera hasta ese entonces. Como para dejar bien claro que ya no son los que eran, como primer corte de “Sensazione” eligen este osado rompepistas techno-pop.
Aún hallamos, eso sí, restos del fuego juvenil: temas cercanos al power-pop y al noise como “La chica de los Cuarenta” o “Automático” (canción que da nombre al bar cordobés propiedad de Fernando Vacas y en la que parecen autoparodiar su anterior etapa musical).
Pero si algo predomina son las melodías vitales y sencillas, los estribillos a dos incluyendo voces femeninas, letras con un deje melancólico, órganos y pianos, cuerdas y algún que otro toque twee. De resultas de esta fórmula encontramos maravillas como “Historias para chicas”, “Isla encantada” y sobre todo “Sindy, mi amor”, cuyo nivel lírico destaca de forma evidente.
Pero eso no es todo, aún les queda tiempo para lo que debe ser un chiste privado en forma de canción de misa irónica (“Jersey Amarillo”) y para “La vuelta de Marsuf”, un oscuro cuento de ciencia ficción musicalmente más cercano a los 80 en la que presta su voz cavernosa Antonio Luque, también conocido como Sr. Chinarro.
El disco se cierra con “La huída de Marsuf” (y aquí se impone explicar que Marsuf era un viajero del espacio que se presento en el mini-LP “Fuengirola” (Elefant, 1996), su anterior trabajo), la mayor parte de la cual aparece como track oculto y que, con una base drum & bass, acaba siendo el prólogo perfecto del EP “Artes Marcianas” (Acuarela, 2004), proyecto en el que Flow exploraría más que en ningún otro la electrónica.