Finales de los años 70 del siglo XX. Los jardines de la Universidad Central de Barcelona son el punto de encuentro de muchos jóvenes que se buscan la vida o, simplemente, dejan pasar el tiempo.
El lugar es frecuentado por un personaje alto y llamativo. En el mundo del baloncesto, del que es una promesa juvenil, se le conoce como Loquillo y se ha convertido, para la prensa de la época, en una especie de prototipo de lo que es un rocker. Es, en todo caso, una figura diferente y peculiar.
Un buen día se le acerca otro personaje. Se trata de un tipo un tanto tímido. Viene del barrio de Horta, dice que se llama Sabino y, aparentemente, le pretende vender unos cómics que ha dibujado: una especie de vaqueros mutantes y espaciales. Esa es la excusa pero se trata, en realidad, de entablar conversación.
Ellos no lo saben, pero se acaba de producir el primer encuentro de la que será una de las asociaciones más fructíferas y exitosas de la historia del rock en nuestro país. La formada por un cantante, Loquillo, y por por este joven que se llama Sabino Méndez Ramos, que nació en Barcelona el 16 de noviembre de 1961, toca la guitarra y está llamado a ser uno de los compositores más importantes de nuestra música popular, además de estar, siempre en un segundo plano, en la dirección musical de la banda de Loquillo: Los Trogloditas.
Sin embargo, este encuentro no tiene nada de decisivo. Queda en el olvido hasta que, a la salida de un cine, un joven se acerca a Loquillo. Se llama Teo Serrano, es bajista y le comenta que ha montado un grupo de lo que él llama punkabilly, que lo conoce de vista y de referencias, y que ha pensado que podría ser el cantante, y le deja su teléfono.
Loquillo, que tampoco tiene nada mejor que hacer y quiere ser una estrella del rock, no se lo piensa, le llama y quedan para el ensayo. En él le presenta al resto de componentes de la banda. La cara y el nombre de uno de ellos le resulta conocida: es Sabino Méndez, al que Teo había conocido a través de un anuncio en Musical Express, buscando músicos de rhythm & blues y con el que ya había montado dos grupos: Los Pintalabios y Los Rompecorazones.
Teo y Sabino coincidían con Loquillo en que tenían un gusto musical muy abierto, no era pura militancia rocker, sino que se abría a otros estilos, como el glam rock o el punk. El mismo Teo había adoptado una estética muy parecida a Sid Vicious, incluyendo la cadena y el candado en el cuello. En cuanto a la estética de Sabino, era parecida a la de los miembros de The Clash.
De repente, Loquillo tiene un golpe de suerte: una pequeña discográfica le ofrece grabar un disco. Aunque no tiene casi repertorio, Loquillo acepta. Pone a todos sus amigos a trabajar en el proyecto. Entre ellos, a su banda, que han bautizado Los Intocables y que aporta tres canciones: una versión de Eddie Cochran (“Sólo un sueño”), una composición coral de la banda llamada “Ser o no ser” y, por fin, la primera gran contribución de Sabino Méndez a la carrera del Loco y al rock español en general: el clásico entre los clásicos: “Rock and roll star”, composición inspirada, según propia confesión, en el personaje de Ziggy Stardust, de David Bowie.
Sin embargo, fue otra canción del disco la que puso al grupo en boca de todos: “Esto no es Hawaii”, ya que fue escogida como sintonía para un programa emblemático de la época, presentado en Radio3 por Jesús Ordovás.
El éxito, que continúa con “Rock and Roll Star”, se ve frenado en seco ya que Loquillo tiene que cumplir con su servicio militar, aunque, en los permisos, Los Intocables siguen dando conciertos e incluso graban un sencillo, «Autopista» (Cúspide, 1982), en el que se encuentra la segunda gran contribución de Sabino: la canción que le da título. Un rock de carretera muy estilo Springsteen que, en mi opinión, no sólo es una de sus mejores composiciones sino, además, una de las mejores canciones de la historia del rock español.
Sin embargo, el disco apenas suena, la discográfica quiebra y los Intocables se desbandan, de forma que, cuando Loquillo vuelve de su llamada a filas, solamente le está esperando Sabino.
Eso sí, a lo largo de este tiempo Sabino no se queda de brazos cruzados. Le llama la atención Jordi Vila, el Apache, un batería que tocaba como músico de sesión en Los Burros. Contacta con él y resulta que tenía un grupo en Vich, pueblo del que era originario y que se llamaba Perdidos en el Espacio. Finalmente, logra convencerlos de que se unan a él, se cambien el nombre a Los Trogloditas y empiecen a ensayar y a preparar algunas canciones, a la espera de que Loquillo regrese.
A su regreso, y tras la quiebra de Cúspide y de Discos Kriminales, otra discográfica con la que iban a editar, Loquillo lo ve claro y propone que se trasladen a Madrid, donde tienen un buen cartel y algunos contactos.
Firman con DRO y, tras grabar un par de singles, se embarcan en una de las grabaciones fundamentales del rock español, la que les abre el camino del éxito: «El Ritmo del Garage» (DRO / Tres Cipreses, 1983). Este disco contenía composiciones de Sabino Méndez del nivel de “El ritmo del garage”, “No surf”, “Pégate a mí”, “María” o “Cadillac solitario”, además de la exitosa “Quiero un camión”. Sabino empieza a ser reconocido, ya desde entonces, como uno de los mejores compositores del rock español.
En años sucesivos, vendrían otras aportaciones al repertorio de Los Trogloditas, clásicos como “En las calles de Madrid”, “Carne para Linda”, “Rock suave”, “Las sombras del autocine”, o “Faraón”. Pero vendría también el éxito, los excesos y las discusiones en el seno de la banda: conflictos de liderazgo, línea musical, reparto de ganancias, problemas de salud y adicciones de Sabino Méndez y la consiguiente preocupación de Loquillo.
Además, tras el éxito obtenido con “Chanel, cocaína y D. Perignon”, composición de Loquillo y el quitarrista Ricard Puigdomenech, la banda ve que no sólo Sabino es capaz de crear composiciones de éxito, y empieza a dejar de ser el compositor exclusivo de la banda. Aunque el mayor peso compositivo siguió recayendo en él, se decidió que las composiciones se repartirían más.
Con todo, el éxito y la popularidad de Loquillo y Los Trogloditas, que cada vez era mayor, dieron un salto hacia adelante con «Mis Problemas Con las Mujeres» (Hispavox, 1987). En este disco, en el cual Sabino ya no llevaba el peso de la composición, aporta canciones como “Siempre libre”, “Piratas” y, sobre todas, “La mataré”, que catapulta a la banda al éxito masivo y al disco de oro.
En paralelo, la situación personal de Sabino comienza a ser muy preocupante, con múltiples problemas de salud derivados de su adicción, deja prácticamente de componer, con lo que, para el nuevo disco de la banda, «Morir en Primavera» (Hispavox, 1988), decide rescatar descartes y canciones a medio componer. En todo caso, es capaz de aportar clásicos del calibre de “Besos robados”, “Todo el mundo ama a Isabel” o “El rompeolas”.
La relación con Loquillo, mientras, cada vez está más deteriorada, porque Loquillo quiere adoptar mayor protagonismo, también en composiciones y sonido, y dar un salto también en las letras, abordando temas más adultos, y dejando un poco los tópicos rockeros (que tan bien sabe manejar Sabino en sus composiciones).
En la gira posterior al disco, Sabino se desvanece en el transcurso de un concierto en Palma de Mallorca, cayendo al suelo y dando a Loquillo un susto monumental. Así que, muy preocupado, Loquillo propone a Sabino dejar provisionalmente la banda hasta estar recuperado de sus problemas de salud y adicción. Así lo hace pero, aunque supera su adicción y sus problemas, la relación ya está muy deteriorada y Sabino Méndez solamente regresaría a Los Trogloditas para los últimos conciertos de la gira, participando en la grabación de su histórico disco en directo «A por Ellos, que Son Pocos y Cobardes» (Hispavox, 1989), en la sala Zeleste de Barcelona.
Cuando el disco ve la luz, Sabino ya no forma parte de la banda, por lo que se queda fuera de la foto de portada y aparece en los créditos como músico invitado en tan sólo una de las canciones.
Para dar una muestra del peso que, hasta entonces, desempeñaba Sabino en Los Trogloditas basta saber que este directo, la cima comercial de la banda, y el directo más vendido en la historia del rock español, se compone de 24 canciones, de las que 17 llevan la firma de Sabino Méndez.
A partir de aquí, a punto de entrar en la década de los 90, Sabino ya es historia en Los Trogloditas y su trayectoria vital y profesional le va alejando cada vez más de su otrora inseparable Loquillo, con el que no se pone de acuerdo, entonces, ni en el relato de su salida de la banda.
Sabino, entonces, se centra en la preparación de su carrera literaria. Se retira a vivir a Sitges, un tanto alejado del mundanal ruido, dedicado a estudiar Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona, a armarse de lecturas y a recuperar su salud. La actividad como músico pasa a un segundo plano. Sigue practicándola, pero ya como aficionado.
Años después, acompañado por músicos con los que ha ido estableciendo una relación de amistad, procedentes de grupos como Los Huevos, decide dar una serie de actuaciones y editar un disco, «El Día que Murió Marcello Mastroianni» (Al.leluia, 1997) grabado en la sala Bikini de Barcelona, a base de temas nuevos, un par de versiones y una nueva revisión del clásico “Rock and roll star”. No tuvo apenas distribución y el proyecto musical careció de continuidad.
Ese mismo año fue invitado por Ricard Puigdomenech, guitarrista de Los Trogloditas, a la grabación del disco «Compañeros de Viaje» (EMI / Hispavox, 1997) un disco en directo grabado por Loquillo y los Trogloditas en homenaje a los músicos de su generación. Sabino declina amablemente la invitación a subirse al escenario con Loquillo y sus restantes compañeros, ofreciéndose a hacer de telonero con su grupo, Los Montaña. Oferta que, finalmente, fue rechazada.
Pero lo que realmente motivaba a Sabino Méndez, su gran obsesión, era la de convertirse en escritor, la de iniciar una carrera literaria.
Así lo hace con una crónica personal, unas memorias de lo vivido en los años 80, titulada “Corre Rocker” (Espasa, 2000). Un libro muy bien escrito en el que, de alguna manera, ajusta cuentas con su pasado, y que termina de abrir un abismo entre él y su gran amigo Loquillo, que queda retratado de manera bastante negativa. A este libro siguieron otros tres, «Limusinas y Estrellas» (Espasa, 2003), «Hotel Tierra» (Anagrama, 2006) e «Historia del Hambre y la Sed» (Espasa, 2006), en general en ese mismo estilo de contar las cosas en primera persona.
Ha colaborado y publicado en multitud de diarios (El País, El Mundo, ABC, La Razón, Diario 16, El Periódico, La Vanguardia) y revistas como Ruta 66. Actualmente mantiene dos columnas: Una de crítica literaria y musical en el suplemento literario Babelia del diario El País, bajo el título genérico de Champagne y Rock Europeo, y otra en La Razón, titulada Piedra que Rueda.
Además, colaboró con la plataforma cívico-política Ciutadans de Catalunya y con el partido político Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, al que cedió su canción «El ritmo del garage» para la campaña de 2007, en una decisión de la que Loquillo tuvo que desmarcarse, a través de un comunicado ya que, aunque obra de Sabino, la mayoría del público la identifica con Loquillo. En los últimos años, ha apoyado también al partido Unión Progreso y Democracia (UPyD), cuyo himno es obra suya.
Ha sido portavoz de la junta directiva de la Sociedad General de Autores y Editores, en los difíciles momentos que transcurrieron desde julio de 2011 hasta abril de 2012, durante la etapa de transición que vivió la entidad desde la detención de Teddy Bautista hasta la elección de nuevo presidente.
Además, se reconcilió con Loquillo en 2005, a raíz de la adquisición por la productora Iberrota de los derechos cinematográficos de «Corre Rocker», y la preparación del correspondiente guión. Esta película todavía no deja de ser un proyecto, pero sirve para recuperar la amistad de Loquillo y Sabino.
De hecho, colaboran a partir de entonces. Sabino fue invitado a la grabación de «Hermanos de Sangre» (DRO, 2006), en el concierto del BEC de Barakaldo, donde toca la guitarra en «Rock and roll star» y «Cadillac solitario», seguramente sus dos canciones más emblemáticas. Acompañó también a Los Trogloditas en sus últimos conciertos, teloneando a The Rolling Stones en su gira de 2007, y aportó un par de canciones al disco «Balmoral» (DRO, 2008).
Por fin, en el año 2012, Loquillo vuelve al rock y graba un disco dedicado íntegramente a las composiciones de Sabino Méndez, «La Nave de los Locos» (DRO, 2012). No son canciones escritas para la ocasión, sino selecionadas por Loquillo de las maquetas que, a lo largo de distintas épocas, le ha ido facilitando Sabino.
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