“La línea está trazada, la maldición echada, lo lento hoy será rápido mañana”. Los tiempos están cambiando, todo transcurre a velocidad de vértigo. Un país entero se despereza: hay que sacudirse el polvo y el tono gris plomizo que se ha ido acumulando durante décadas.
Corre el año 1978. Barcelona empieza a estar en plena ebullición, diferentes tribus urbanas organizadas en torno a sus gustos musicales y estéticos empiezan a tomar las calles. Por todas partes hay grupos de jóvenes buscando diversión, recorriendo curiosos las ciudades, buscando referencias estéticas y vitales. En paralelo, algo muy importante está empezando a pasar en el mundo de la música: la explosión punk, la reivindicación de lo que el rock tiene de divertido, de desenfadado y hasta de revolucionario, y sus consecuencias. Queda demolido el panorama, los viejos dinosaurios del rock, autocomplacientes y cerrados en sí mismos, dan sus últimos coletazos, y nacen otros fenómenos. La moderna nueva ola, por una parte, y la reivindicación de los clásicos: el revival rocker, y los modernos y elegantes seguidores del pop y del soul , el revival mod. Las bandas de rock urbano y heavy metal se adueñan de los barrios.
En este contexto se mueve Gay Mercader, un personaje muy importante en la historia del Rock en nuestro país. Como promotor musical, es la persona que puso a Barcelona en el circuito europeo de conciertos, el que trajo a España por primera vez a Bob Dylan, Bruce Springsteen, Eric Clapton, David Bowie, The Police, The Clash, The Rolling Stones, The Who, Lou Reed o Bob Marley, entre otros muchos. Fue, además, editor de revistas míticas como Disco Express o Star. Pero, lo que nos interesa en esta historia, de momento, es algo mucho más modesto: regentaba Gay & Company, una tienda de discos situada en Barcelona, en el número 94 de la calle Hospital. A ella acudía todo aquel que se había aficionado a escuchar los nuevos sonidos que se estaban fraguando, o de hacerse con una cultura musical a base de escuchar a los clásicos del rock and roll.
Por aquellos tiempos, todo tiene cabida en las tiendas de discos, que empiezan a convertirse en portales hacia lo desconocido, hacia un mundo de colores distintos para los adolescentes y jóvenes curiosos que se sienten atraídos por todos esos nuevos (y viejos, pero desconocidos) sonidos. Por eso, Gay & Company es una puerta a un mundo en el que había montañas de vinilos, un lugar donde escuchar y probar los discos, que contaba, además, con una sección de segunda mano y, lo que es muy importante para nuestra historia, un tablón de anuncios.
A ella acude con bastante frecuencia una joven promesa del baloncesto escolar y juvenil, de casi dos metros de altura, anchas espaldas de deportista, y atrapado por el sonido y la estética rocker, aunque de gustos más amplios y heterodoxos. Viene del barrio del Clot y responde al nombre de José María Sanz Beltrán. Se le distingue, además, por un tupé que, más que peinado, parece esculpido sobre su cabeza. En el mundillo del baloncesto le han puesto un apodo: Loquillo. Un buen día, además de hacerse con el suministro habitual de discos, Loquillo acude a Gay & Company y, antes de entrar, se para en el tablón y, entre anuncios de contactos y de compra y venta de instrumentos musicales, pega un cartel. Si alguien le hubiera seguido, habría podido leer: “Se buscan rockers para montar una banda de rock and roll clásico. Hippies abstenerse”.
Hasta ese momento, el jovencísimo José María era conocido (era imposible pasar desapercibido en aquel momento con esas pintas) como una especie de líder de bandas callejeras de rockers. Además, ejercía como segundo cantante en una banda que hacía versiones, dando conciertos en un lugar de las Ramblas que, a las diez tenía que abandonar, ya que no era apto para menores: una especie de cabaret, el Tabú.
Pero Loquillo quiere su propia banda. Pasan los meses después del anuncio y sólo recibe una llamada. Un talentoso cantante y guitarrista que venía del barrio de Sans, se llamaba Carlos Segarra y era una especie de enciclopedia ambulante en todo lo referido a Beatles, Elvis, Little Richard, Buddy Holly y otros clásicos. Entre los dos fundan, al fin, una banda: Teddy Loquillo y sus amigos. No llegan muy lejos: Dan un solo concierto en el que cantan versiones de los clásicos del rock and roll, de Los Salvajes y de Los Sirex y queman un poster de John Travolta, que por entonces, era el blanco principal de las iras de los rockers militantes, que consideraban una especie de traición la explotación comercial de su estética tras el éxito obtenido con la adaptación cinematográfica del musical “Grease” (1978) de Randal Kleiser, y la moda rockera subsiguiente. De esta época procede la canción “No bailes Rock and Roll en el Corte Inglés”, que sonaba en el mencionado concierto durante la quema del poster de Danny Zuko, el personaje interpretado por Travolta.
Carlos Segarra continúa con su música, dando conciertos acústicos de versiones de clásicos y Loquillo se convierte en su seguidor y manager, consiguiéndole actuaciones, primero en solitario y, más tarde, con el grupo que forma, Los Rebeldes, y moviéndo sus maquetas. Por entonces es ya una especie de prototipo de lo que es un rocker para los medios de comunicación de Barcelona, colaborando con prensa (en la revista Popular 1, primero, Star y Disco Express, después) y radio.
Además, Carlos y José María, junto con otros amigos, se las arreglan para aparecer, como atrezzo, en algunas actuaciones de estrellas del rockabilly (por entonces bastante de moda en toda europa) en el programa de TVE Aplauso, como Robert Gordon o Sleepy Labeef. También van al aeropuerto a recoger a Crazy Cavan, al que acompañan en su periplo por Madrid.
En paralelo, Loquillo espera que llegue el momento para hacer el servicio militar obligatorio, se emplea en trabajos esporádicos y, como muchos otros jóvenes, se busca la vida y deja que pase el tiempo en los jardines de la Universidad Central. Allí, un buen día, se le acerca un joven, en realidad para entablar conversación, pero con la escusa de venderle unos comics Su nombre, Sabino Méndez.
También conoce allí a otros amigos, los hermanos Forteza, que, junto con otros dos músicos han formado una banda de pop nuevaolero, de esas que suenan en Madrid pero que, en Barcelona, no tiene ningún futuro. Pero ellos no lo saben y, mientras, ensayan, tocan y cantan muy bien y actúan con el nombre de C-Pillos. En ese dejar pasar las horas deambulando por las calles de Barcelona, un buen día, a la salida de un cine, se le acerca un joven. Se llama Teo Serrano, es bajista y le comenta que ha montado un grupo de lo que él llama Punkabilly, que lo conoce de vista y de referencias, y que ha pensado que podría ser el cantante. Le deja una tarjeta en la que pone su teléfono y la siguiente leyenda: “Teo, Capitán Centellas, el terror de las doncellas”. Loquillo no se lo piensa, le llama y quedan para el ensayo. En él le presenta al resto de componentes de la banda: el batería Juan Heidenreich, apodado El Canibal, un vecino con pinta de motero de los de película. Sólo faltaba un pequeño detalle: no tenía moto.
Además, como guitarristas, un compañero de instituto llamado Carles Nadal, y un joven al que había conocido a través de un anuncio en Musical Express, buscando músicos de Rythm & Blues. Su nombre y su cara le sonaron: Sabino Méndez, con el que Teo ya había montado dos grupos: Los Pintalabios y Los Rompecorazones. Empiezan a ensayar en la habitación de Juan El Canibal, retirando previamente los muebles.
Teo y Sabino coincidían con Loquillo en que tenían un gusto musical muy abierto, que no se ceñía, como Carlos Segarra, a los clásicos del Rock and Roll, no era pura militancia rocker, sino que se abría a otros estilos, como el glam-rock o el punk. El mismo Teo había adoptado una estética muy parecida a Sid Vicious, incluyendo la cadena y el candado en el cuello. En cuanto a la estética de Sabino, era parecida a la de los miembros de The Clash.
El grupo, que han bautizado como Los Intocables, no tiene apenas repertorio, pero el nombre de Loquillo es conocido en los ambientes musicales, especialmente rockeros, de Barcelona. No en vano está casi en todas partes, como líder de bandas juveniles, participando en un programa de radio, colaborando en revistas… Hasta ahora ajenos a toda esta historia, como si vivieran en una realidad paralela, (de hecho, así era) unos hermanos apellidados Vidal tienen un grupo de folk de los de poncho, guitarra y flauta, que hacía versiones instrumentales al más puro estilo de los Indios Tabajaras. El grupo se llama Los Guacamayos y, en realidad, no nos interesa demasiado. Sin embargo, son fundamentales en esta historia: tenían una discográfica, llamada Cúspide, que se dedicaba a las cassettes de versiones, de esas típicas de gasolinera. La clásica cinta donde, por ejemplo, atraido por una foto de los Rolling Stones en la portada y el título de “Los éxitos de los Rolling Stones”, la comprabas para darte cuenta de que no te habías fijado en la parte de abajo, en el subtítulo: “Interpretados por Fulano y su Banda”. Efectivamente, era un grupo desconocido interpretando versiones.
El caso es que estos Guacamayos saben –toda Barcelona sabe- de las andanzas de Loquillo, y como están pensando que en el mundillo del rock and roll hay mercado, contactan con él para que haga unas versiones de clásicos del rock and roll. Le preguntan si tiene algún grupo y repertorio, a lo que, obviamente, Loquillo responde que sí, que además están tocando mucho, pero en Madrid. A pesar de que, como sabemos su repertorio se reduce a tres canciones y el grupo lleva, como quien dice, dos ensayos mal contados. De paso, les convence para hacer versiones adaptadas al castellano y, eventualmente, colocar algún tema propio en plan “el rock que se hace en Barcelona”. Además, apunta la posibilidad de grabar con varios grupos de rock de la ciudad y hacer una muestra de lo que se cuece por aquí.
En realidad, claro, lo que pasaba era que el repertorio de Los Trogloditas se resume en una versión de Eddie Cochram, otra de Vince Taylor y una canción que dice tener Sabino a medio hacer. Pero los duendes están de cara, a los Guacamayos les parece una buena idea y le dan un mes para ensayar el repertorio, que se va a grabar en un día y mezclar en otro. Loquillo, entonces, decide contar con todos sus amigos: Así, Carlos Segarra, compone a medias con él dos canciones: “Esto no es Hawaii” y “¿Por qué?”. Su grupo, Los Rebeldes, además, le acompañan en las versiones de Johnny Kidd & The Pirates y Vince Taylor y la adaptación rockabilly de Bob Dylan con la que empezaba esta biografía.
Los C-Pillos le acompañan en una versión, la del oscuro clásico de la música Beat “Yes I Do”, de Pete McLaine & The Clan que popularizaron Freddie & The Dreamers a principios de los años 60, adaptada como “Eres tú”. Por fin, Los Intocables aportan las versiones de Eddie Cochram y dos temas propios, “Ser o no Ser”, firmado por Los Intocables y Loquillo, y el primer gran éxito: “Rock And Roll Star”, el sensacional medio tiempo firmado por Sabino Méndez, como primera gran contribución a la carrera del Loco.
La grabación se hace en dos días de mediados de diciembre de 1980: uno para grabar y otro para mezclar, y el disco se publica con el título de “Los Tiempos Están Cambiando” (Cúspide, 1981). Aunque podría estar mejor tocado, mejor cantado y mejor grabado, en conjunto, el resultado era bastante bueno, con un sonido fresco y urgente, y una actitud que suplía sus muchas carencias, y fue muy bien recibido por la crítica.
El disco llega a oídos de Jesús Ordovás, uno de los máximos difusores de estos nuevos sonidos desde su programa Radio Pop, en Radio 3 de Radio Nacional de España. Su programa, “Esto no es Hawaii”, utiliza como sintonía también dicha canción.
Esta progresión del grupo se truncó cuando Loquillo fue llamado a filas. Año y medio en la marina era mucho tiempo. Mientras vestía de Popeye en la corbeta “Cazadora”, con puertos en Cartagena, Ferrol y San Fernando, y aprovechando los permisos, a los Intocables, ya con Xavier Juliá como guitarrista, aún les dio tiempo para dar unos cuantos conciertos (alguno bastante accidentado, como el de Amposta o el de Rockola de Madrid, lo que no hacía sino incrementar su leyenda) y hasta a grabar un sencillo , “Autopista” (Cúspide,1982) el único que grabaron como Loquillo y los Intocables, que incluía una gran canción de Sabino Méndez “Autopista”, junto a un par de temas menores, como “Rocker” y “Oh, qué casualidad”.
Pero, poco a poco, las ausencias de Loquillo cada vez son más largas y Los Intocables se van desbandando. Además, su discográfica, Cúspide, ha desaparecido, por lo que el single no tuvo la promoción que se merecía, no hubo publicidad, y pasó casi desapercibido. Así que, cuando el Loco termina su servicio militar, le estaba esperando solamente Sabino Méndez que, eso sí, no se había quedado de brazos cruzados. Entre los músicos de sesión que tocaban con Manolo García y Quimi Portet en Los Burros, Sabino queda fascinado con un batería, Jordi Vila, apodado El apache, tan contundente que el propio Manolo decía que su estilo era Troglopop.
Jordi Vila tiene un grupo en su pueblo natal, Vic, que se llama Perdidos en el Espacio. En él toca un buen guitarrista, que respondía al nombre de Ricard Puigdomenech, y un bajista muy eficaz y correcto que se llamaba Josep Simón Ramírez. No se sabe muy bien como, Sabino los convence para que se le unan, se cambien el nombre a Los Trogloditas (en homenaje a la citada definición de Manolo García) y empiecen a ensayar, con vistas a esperar a Loquillo con la maquinaria perfectamente engrasada.
Con ellos iba a conformar, con el apoyo de Xavier Juliá, el nuevo grupo de acompañamiento de Loquillo: el más legendario, Los Trogloditas. Con el que Loquillo debuta en directo en Tomelloso (Ciudad Real) en el verano de 1983. Manolo García y Quimi Portet, junto con Jaime Gonzalo, tenían una pequeña discográfica, esencialmente maquetera, que se llama Discos Kriminales. Esta compañía le produce su sencillo de debut, aunque, por el camino, los dueños no le ven futuro y dan por finiquitada la compañía. Con el disco grabado (en su grabación colaboran poniendo coros Quimi Portet y Manolo García que, además, diseña la portada) bajo el brazo, Loquillo toma una decisión que se revelaría como acertadísima y definitiva para su continuidad en el mundo de la música. Temiendo que Barcelona es ya una ciudad muerta para el rock, decide emigrar con su banda a Madrid, donde es conocido y tiene buen cartel, a tiempo para coger a la capital en plena efervescencia. Allí, fichan por la independiente tres cipreses, que les edita, para empezar, el disco grabado, que contenía dos canciones de corte surfero y que se titulaba “Vaqueros del Espacio” (Tres Cipreses, 1983) y, ese mismo año, otro sencillo con tres canciones que, en su mayoría, van en la misma línea, “Pacífico/Todos los Chicos en la playa/ No bailes Rock and Roll en el Corte Inglés” (Tres Cipreses, 1983) con vistas a ir preparando el terreno para lo realmente importante, y que no se haría esperar demasiado, ya que al fin, en la primavera de ese mismo 1983, Los Trogloditas entran en los míticos estudios de Jesús N. Gómez, los estudios DoubleWtronics, en los que, con la colaboración de la flor y la nata de los músicos de la movida (Alaska, Julián Hernández, Ulises Malone, Toti Arboles, Poch, Iñaki Glutamato,…) y la visita de muchos otros, y con el refuerzo de Xavier Juliá, de nuevo en las guitarras, como en los dos sencillos anteriores, dan forma a su debut en larga duración, una de las grabaciones históricas del pop/rock en español: “El Ritmo del Garage” (DRO-3 Cipreses, 1983) con clásicos del calibre de “El rítmo del garage”, “Pégate a mí”, “No Surf”, “María”, “Quiero un camión” o “Cadillac Solitario”, entre otros, todos ellos obras de Sabino Méndez, ya encumbrado desde entonces como uno de los mejores compositores de la historia del rock en castellano.
El disco coloca a Loquillo y los Trogloditas como uno de los grupos más conocidos y emblemáticos del rock de nuestro país, y aparecen en la película “A Tope” (1983) de Tito Fernández, una horrible película adolescente hecha al calor del éxito musical de la movida, y en la que participan Alaska y Dinarama, Nacha Pop, Derribos Arias, Golpes Bajos, Aviador Dro, Loquillo y los Trogloditas, Gabinete Caligari , Video y Objetivo Birmania.
Loquillo y Los Trogloditas ya son uno de los grupos estrella del panorama del rock español. Pero los tiempos alegres y amateurs de la Movida ya van quedando atrás, ahora ha entrado el dinero, los grupos se profesionalizan y las discográficas no son ajenas a este fenómeno: DRO, que ha absorbido a 3 Cipreses, necesita blindar a sus grupos más emblemáticos y, de este modo, tras editar el siguiente disco, un miniLP llamado “¿Dónde Estabas tú en el 77?” (DRO / 3 Cipreses, 1984) exige a Loquillo y Trogloditas la firma de un contrato. Este gesto no gusta a Loquillo y los Trogloditas, que no aceptan. Esto hace que el mini LP no goce de la adecuada promoción y pase prácticamente desapercibido. En él, con un sonido mucho más potente y oscuro, se muestra la evolución del grupo y del cantante, y con una sensacional canción como “En las calles de Madrid”. En fin, después de la fiesta, viene siempre la resaca.
Por entonces,realizan también apariciones en televisión, como en la Bola de Cristal, donde cantan, a dúo con Alaska, dos canciones exclusivas: “El pupitre de atrás” y “Va por la ciudad”.
La banda terminará firmando por Hispavox, una de las compañías nacionales más emblemáticas y con más medios, que pone toda la carne en el asador para la grabación del siguiente disco: “La Mafia del baile” (Hispavox, 1985) que nace envuelto en diferentes polémicas. La primera, la propia portada y fotos interiores, realizadas en una armería, con la banda rodeada por todas partes de armas de todo tipo y calibre.
La segunda, y más sonada, se produce por un anuncio que el grupo se paga y aparece en la revista Rock de Lux. Es tiempo de grandes campañas institucionales anti-droga, con la participación en ellas de famosos, que Los Trogloditas entienden como hipocresía pura y dura, y deciden terciar en el asunto: Compran un anuncio en la revista Rock de Lux, en el que, bajo una foto de los componentes de la banda, con cara de locos, y en torno a una mesa en la que hay todo tipo y clase de drogas en cantidades enormes, aparece el siguiente mensaje: “No te drogues, o acabarás así”. Debajo, un manifiesto donde Loquillo y Los Trogloditas expresan su disconformidad con dichas campañas y su posición a favor de la información y la libertad en la toma de decisiones, con frases como “nosotros, cuando queremos propaganda, nos la pagamos”. Explicará años más tarde Loquillo: “No estábamos en contra ni a favor sino que simplemente defendíamos la libertad de toda persona de hacer con su cuerpo lo que quisiera, pero ante todo sabiendo en lo que se estaba metiendo; o sea con una información al respecto creíamos que era mejor prevenir que reprimir, y también claro por la campaña suscitada por algunos compañeros de profesión en medios de comunicación que nos pareció realmente hipócrita”.
Por otra parte, y desde el punto de vista puramente artístico, la idea (de Sabino) es la de hacer un disco doble, en plan conceptual, pero Loquillo y el resto de Trogloditas le quitan la idea de la cabeza y escogen 15 canciones, la mayor parte de ellas compuestas por Sabino Méndez, salvo tres, con letras de Loquillo musicadas por Ricard Puigdomenech. Los primeros sencillos, composiciones de Sabino Méndez como “Faraón” y “Carne para Linda”, no terminan de arrancar, pese a ser buenos, pero el tercero, una composición muy pegadiza, entre Swing y Country, de Ricard Puigdomenech poniendo música a una letra de Loquillo, “Chanel, Cocaína y D. Perignon” adquiere una enorme popularidad, catapultando el disco en las listas y dejándolo a tan sólo un pasito del disco de oro. El disco, un tanto irregular, da entrada a nuevos estilos, canciones estilo crooner, Swing, country, y sigue teniendo grandes canciones de Sabino Méndez, como “Carne para Linda”, “Rock Suave” o “Las Sombras del Autocine”.
El despegue final de las ventas hizo que, ese verano, Loquillo y Los Trogloditas, multiplicasen sus conciertos por toda España, demostrando su potencial en concierto, y ganando el premio al mejor grupo de directo del año 85 concedido por el Diario Pop de Radio 3.
Claro que, con la entrada del dinero, llegan también los excesos, Los Trogloditas empiezan a probar el “Rock and Roll way of life”. Como Sabino confiesa años después, «entraron todas las drogas de golpe y las abrazamos con pasión, incluso haciendo alardes de nuestra falta de hipocresía al respecto«, el grupo se dedica a vivir lo que habían leído o visto sólo en películas y, como suele suceder, comienzan a enfriarse las relaciones personales y, especialmente Loquillo y Sabino empiezan a alejarse, por conflictos de todo tipo, fundamentalmente de liderazgo: Línea musical, reparto de ganancias, problemas de salud y adicciones de Sabino Méndez, que ve, además, como va dejando de ser el compositor casi exclusivo, al funcionar muy bien una composición de otros miembros de la banda, la citada “Chanel, Cocaína y Dom Perignon”, y ello debilita su liderazgo. Aunque el mayor peso compositivo sigue recayendo sobre él, se decide que se van a repartir más las composiciones entre todos, entrando, además, un músico nuevo en Los Trogloditas: El pianista Sergio Fecé, un profesional de primer orden que había tocado, entre otros, con el grupo del gran Gato Pérez. Con todo, el éxito y la popularidad de Loquillo y Los Trogloditas, que cada vez iba siendo mayor, no es nada comparado con lo que vendría a partir del siguiente disco: «Mis Problemas con las Mujeres», (Hispavox, 1987). En él, se hace presente esta mayor variedad en composiciones y estilos gracias, en parte, a la incorporación de Sergio Fecé, que demuestra ser un excelente teclista, con el que el sonido de la banda da un importante salto de calidad, y cuya colaboración en la tarea compositiva permite una mayor profundización en la variedad de estilos que Loquillo y su banda venían experimentando desde la anterior entrega. Así, este disco suena mucho más maduro y variado, con más estilos, desde el swing más puro, típico de los crooners de los años 50 (“Mis problemas con las mujeres”) hasta el rock más rabioso, no exento de tonos épicos (“El Molino”, “Siempre Libre”), nostálgicos (“Piratas”, “El fantasma de Elvis”) o más suaves (“Algún día moriremos”, “Los mejores años de nuestras vidas”).Nos encontramos hasta un vals (“Brisa de Abril”), una canción en catalán (la picante “Cançó del Pagés”) y un rock rumbero y latino (“La Mataré”).
Ese año, arrasan en las listas de éxitos con esta última, una composición de Sabino Méndez en la que mezcla rock y rumba, tratando de captar ese sentimiento trágico de la vida y de las relaciones amorosas presente en los grandes de la rumba (con una letra que no siempre ha sido del todo bien interpretada, por lo delicado y serio del tema que aborda), les catapulta directamente al disco de oro y el reconocimiento masivo, multiplicando el número de conciertos y, con ello, la vida en la carretera, los excesos y los problemas de convivencia.
Sabino Méndez, con múltiples problemas de salud derivados de su adicción, ya apenas compone, por lo que echa mano de canciones descartadas y a medio hacer, añadiendo alguna nueva, para editar una nueva entrega, aprovechando la cresta de la ola, “Morir en Primavera” (Hispavox, 1988) con el que continúan en lo más alto, con canciones de corte stoniano, como “Besos Robados” o “Todo el mundo ama a Isabel”, Rock guitarrero como “Morir en Primavera” o “La policía” y, sobre todo, la versión de “La Mala Reputación” de Georges Brassens adaptada por Paco Ibáñez, y la más popular, la balada “Rompeolas”. Se incluyen también canciones más comprometidas políticamente, como “La guerra civil”.
La discusión entre Loquillo y Sabino, además de la preocupación por su salud, se traslada también a la temática de las canciones, Loquillo tiene cosas que decir y quiere decirlas; en consecuencia, quiere empezar a tener un mayor peso en las composiciones del grupo. Además, quiere un salto en las letras hacia un estilo más personal, más maduro, y dejar un poco los tópicos rockeros de siempre. Se discute también el reparto de ganancias, ya que Loquillo, sobre el que recaen la mayor parte de las tareas promocionales y de imagen, entiende que eso se debe reflejar en el reparto, lo que provoca cierta división.
En ese contexto, el guitarrista Ricard Puigdomenech, después de tantos conciertos a todo volumen, empieza a tener problemas de oído, por lo que decide abandonar de forma momentánea a Los Trogloditas y tratarse, y así lo comunica. Además, a lo largo de la gira, Sabino Méndez sufre, por segunda vez, un desmayo en un concierto, haciendo temer a Loquillo por su vida, por lo que, en principio, quedan en que lo deje provisionalmente, hasta que se recupere físicamente de sus problemas de salud y de su adicción a la heroína. «En los conciertos me bajaban la guitarra hasta que no podía escucharse«, cuenta años más tarde el guitarrista y compositor.
Así, junto con Loquillo, que está muy preocupado pese a que las relaciones hace tiempo que se enfriaron, entienden que la situación no puede seguir así y convienen en dejar las actuaciones en directo un tiempo, curarse e ingresar en un centro de desintoxicación. Así lo hace. Años después, Loquillo lo cuenta así: «Yo estaba muy asustado con su situación. Resultó ser como una maldición; varios de los músicos que entraron después también terminaron en el caballo«. Entonces Xavi Nuri Tacker, el guitarrista seleccionado para sustituir a Ricard, es reclutado deprisa y corriendo y se precipita la vuelta del propio Ricard Puigdomenech, para poner a funcionar de inmediato a Los Trogloditas y seguir dando conciertos.
Loquillo es consciente de que se está cerrando un ciclo, lo que unido a la falta de compositores, le convence de la idea de editar, como próximo álbum, un directo. Momentáneamente, la vuelta de Sabino Méndez, ya recuperado, a los directos hace que el grupo toque con tres guitarristas. Se incorpora también un saxofonista, Liba Villavecchia, a quien hemos podido escuchar en formaciones como La Coral Cósmica. Así conformado, en diciembre de 1988, el grupo llena la sala Zeleste para grabar el concierto, que se editará con el nombre de “¡A por Ellos…! que son pocos y cobardes!” (Hispavox, 1989).Antes de que el disco vea la luz, Sabino Méndez abandona Los Trogloditas de forma definitiva. Aunque está presente en la grabación, en los créditos del disco aparece como músico invitado, y ya no forma parte de Los Trogloditas en la foto de portada. Se pone fin a una de las colaboraciones más fructíferas en la historia del rock en castellano.
“Cadillac Solitario”, en su nueva versión en directo llega al número 1 de las listas. Forman parte ya del imaginario musical de la época los desgarradores “¡Nena!” aullados por el Loco al final de la canción, y las ventas del disco se disparan hasta convertirlo en el directo más vendido de la historia del rock español, despachándose por encima de las 300.000 copias. En la cima de su popularidad y de su éxito, Los Trogloditas se embarcan en una larguísima gira, llenando todo tipo de recintos, ganando muchísimo dinero y dándose, de nuevo, a todo tipo de excesos, siguiendo la senda que, según los tópicos, es el modo de vida del rock and roll. Son más de 120 conciertos en un año hasta que Loquillo dice basta. Cancela todo y decide cambiar de manager: Entra Gay Mercader, cuya actividad principal consiste en poner un poco de orden y consolidar el liderazgo de Loquillo, poniendo a trabajar a Los Trogloditas en una sola dirección. La que marca Loquillo. Porque la vida continúa, hay contratos que cumplir y toca remangarse y volver a grabar un nuevo disco. Asunto complicado, si se tiene en cuenta que, por el camino, se ha quedado el principal compositor ,que el segundo, Ricard Puigdomenech, está limitado físicamente por sus problemas de oído, y que Loquillo quiere también su propio espacio, tiene cosas que decir y hay que reinventarse.
Así que Loquillo asume el mayor peso compositivo, prepara la mayoría de las letras, trabajando las canciones con Sergio Fecé. Aporta también la música del que será sencillo de éxito, “un hombre puede llorar”, su viejo amigo Carlos Segarra. Se estrena, asimismo, como compositor, el bajista, Josep Simón. Tocado con fiereza y contundencia, especialmente las guitarras de Xavi Tacker, el disco, que se publica con el título de “Hombres” (Hispavox, 1991) obtiene un gran éxito de ventas, alcanzando el disco de platino, en gran parte por el efecto arrastre que tenían los discos anteriores, pero también por el éxito de canciones publicadas como sencillo, como “Hombres” o la citada “Un hombre puede llorar”. Con todo, lo más destacable de este disco ocurre cuando el técnico de sonido del grupo, Iñaki Altolaguirre, le hace llegar a Loquillo una grabación de un tal Gabriel Sopeña: músico, poeta y catedrático universitario aragonés de Historia Antigua, que, por entonces, lidera la banda zaragozana El Frente. El tema se llamaba “Brillar y brillar”, es una gran canción, y Loquillo encuentra que esa es exactamente el tipo de composición que él necesita y que iba buscando. Decide grabarla e incluirla en el disco, comenzando una colaboración que ha marcado gran parte de la producción musical de Loquillo en estas dos últimas décadas.
Una vez transcurrida la gira consiguiente, Loquillo cree necesario parar y romper con todo. Abandona Barcelona y se va a vivir al País Vasco, a Lasarte, a descansar, olvidarse de su propio personaje, perderse, recuperar fuerzas físicas y mentales, y liberar tensiones.
Allí, entre el verano y el otoño de 1992, junto con su banda, trabaja en su siguiente entrega discográfica. Se trata de “Mientras Respiremos” (Hispavox, 1993) .El sonido de este disco es mucho más pausado, maduro, próximo a una línea casi más de cantautor, incluso de country, que de rocker, aunque sin olvidar las raíces rockeras. Recoge, además, hasta tres versiones, cosa nunca antes vista desde el disco de debut, entre las que destaca la adaptación al castellano del clásico de Johnny Cash, “El hombre de negro”, realizada por Gabriel Sopeña. Se encargan de poner música a las letras de Loquillo entre Sergio Fecé, Ricard Puigdomenech y el propio Gabriel Sopeña.
La polémica, por su parte, hizo su aparición con el tema “Los ojos vendados”, una historia sobre torturas policiales que incluso tuvo un vídeo realizado para Amnistía internacional, y que algunas televisiones se negaron a emitir y le traería a Loquillo algún que otro dolor de cabeza.
Los problemas y discusiones, además, se siguen sucediendo gira tras gira: En esta, Xavi Tacker sufre un accidente que le impide seguir tocando en concierto, y abandona Los Trogloditas. El batería, Jordi Vila, por su parte, decide dejarlo también momentáneamente hasta tanto no resuelva sus problemas de salud. Entra como guitarrista Jordi Pegenaute. Con todo, se venden más de cien mil copias y, tras él, Loquillo se toma un respiro para trabajar, sin Los Trogloditas y junto con Gabriel Sopeña, en la que va a ser la primera de las entregas discográficas dedicadas a musicar poemas.
El disco, que cuenta con la producción de Sergio Fecé y la participación del guitarrista Jordi Pegenaute, y la colaboración de Gabriel Sopeña, que se encarga de musicar poemas propios, de Octavio Paz, Jaime Gil de Biedma, Pedro Salinas, Bernardo Atxaga, Cesare Pavese, José Luis Rodríguez García, José Mateos, Antonio Gamoneda o Pablo Neruda, se publica con el título de “La Vida por Delante” (Emi-Hispavox, 1994), y funciona bastante bien a todos los niveles (artístico, de critica y de ventas). Tras ella Loquillo hace algo diferente, que no había hecho nunca: Una gira en pequeños teatros en la que, además de los poemas, aborda un repertorio completado por sus canciones más en clave crooner (“Mis problemas con las mujeres”, “En Dino’s a las diez”) o cantautor de su repertorio, las que más se prestan al formato y concepción de la gira.
Aparte de funcionar bien, y de que Loquillo se encuentra muy cómodo en este nuevo estilo y en este nuevo formato, esto no significa el fin de Los Trogloditas, ni mucho menos. Pronto la llama rockera se va a encender de nuevo, y Los Trogloditas, con Enric Illa detrás de los tambores, empiezan a trabajar en un nuevo disco, que se grabará en Inglaterra, en Surrey Sound, con la producción de Jordi Pegeneaute. Se trata de “Tiempos Asesinos” (Hispavox, 1996), un disco potente, de guitarras afiladas y saturadas, en el que interpretan una adaptación al castellano de “No Más Héroes”, el tema de Los Stranglers, en cuya grabación colabora el líder, cantante y guitarrista de la legendaria banda, Hugh Cornwell.
El disco no funciona tan bien como los anteriores. El mercado no está para grupos de rock, que apenas tienen sitio en las emisoras de radio. Es tiempo de recapitular y mirar hacia atrás, no solamente hacia su trabajo, sino hacia el de otros roqueros de su generación, a los que, entiende Loquillo, ha llegado el momento de reivindicar. Así, con el título de una de las canciones del último disco, se edita un doble en directo, “Compañeros de Viaje”(EMI-Hispavox, 1997), para el que se decide invitar a músicos como Jaime Urrutia de Gabinete Caligari, Aurelio Morata, Carlos Segarra y Dani Nel.lo de Los Rebeldes, Pepe Risi de Burning, y Ramoncín, además de Gabriel Sopeña y Los Trogloditas. El concierto tiene lugar en la sala Bikini el 21 de diciembre de 1996, y al final se termina convirtiendo en un álbum doble, un primer disco con un concierto de Los Trogloditas en el repasan a toda máquina (como es habitual) su repertorio más reciente, y un segundo, más intimista, con los músicos invitados. Muy poco después, ese mes de mayo, fallece Pepe Risi, convirtiéndose este disco en un gran homenaje a uno de los personajes más importantes en la historia del rock español.
El disco se presenta con los artistas invitados y algunas incorporaciones, como Jaime Stinus y Johnny Cifuentes, de Burning, en tres conciertos celebrados en Madrid, Barcelona y Zaragoza, y marca un nuevo fin de ciclo, ya que supone la terminación de la etapa de Loquillo en EMI-Hispavox, que decide no renovar el contrato y no apostar por la entrega siguiente, la segunda integrada por poemas musicados por Gabriel Sopeña, que se va a publicar en una pequeña discográfica dedicada a la nova cançò catalana: Picap, con el título de “Con Elegancia” (Picap, 1998). En esta ocasión, se escogen poemas como un inédito de Jacques Brel, canción que da título al disco, así como de Luis Alberto de Cuenca, Federico García Lorca, Raúl Núñez, Mario Benedetti, Manuel Vázquez Montalbán, Mauricio Aznar, Juan Manuel Bonet, Jaime Gil de Biedma, Jorge Luis Borges, y dos poemas en catalán, de Pere Quart y Joan Salvat-Papasseit. En el disco colaboran cantantes y músicos como Carlos Segarra, Luis Eduardo Aute o María del Mar Bonet, sin embargo, pasa prácticamente desapercibido, ya que no se promociona, y dos meses mas tarde de su edición, Loquillo rompe con la compañía, por entender que, en lo que a él y a su trabajo se refiere, ha reinado la más absoluta desidia o, al menos, no se dispone de medios que estén a la altura.
Mientras se encuentra una nueva discográfica, Loquillo hace su debut como actor, en la película “La Ciudad de los Prodigios” (1999) de Mario Camus, y se traslada unos meses a vivir en la Torre de Madrid, piso 32. Allí se aficiona a Dean Martin y la cultura del cocktail, los crooners, el rat pack, las cavas del Jazz, las camisas hawaianas, y todo lo relacionado con ese mundillo. Concibe entonces la idea de hacer un disco en esa línea. Comienza el proyecto “Nueve Tragos” (Zanfonia, 1999) que se edita en una pequeña discográfica independiente de Barcelona. En este proyecto reúne a la P.G. Orquesta, dirigida por Jordi Pegenaute, y a varios de sus músicos habituales, como Enric Illa, Sergio Fecé, Liba Villavecchia y David Mengual, para ejecutar nueve canciones de aire Swing, al más puro estilo de los crooners de los años 50. Canciones compuestas junto con Jaime Urrutia, Jordi Pegenaute, Gabriel Sopeña o Carlos Segarra, además de la recuperación de clásicos como “Caray”, de Gabinete Caligari, o “Mis problemas con las mujeres” y “En Dino’s a las diez”, las canciones del repertorio de Los Trogloditas que más casan con el estilo.
El disco no funciona del todo mal, e incluso es nominado para los premios de la música en la categoría de Jazz, pero la discográfica desaparece dos meses después de la edición y de nuevo Loquillo tiene que volver a empezar. Afortunadamente, no se trata de empezar de cero, Loquillo y Los Trogloditas es una banda que ha dejado huella y, por tanto, en los diferentes recopilatorios que se han venido editando, las ventas han seguido funcionando relativamente bien, siguen saliendo conciertos, y Loquillo decide entrar a grabar, por fin, de nuevo con Los Trogloditas y, tras muchos años planeándolo, bajo la dirección y producción de Jaime Stinus.
Loquillo graba el disco con la intención de ofrecerlo después a las compañías. El as en la manga son las dos canciones compuestas por Pepe Risi especialmente para Loquillo poco antes de su fallecimiento. La muestra de rock macarra marca Burning en “Quiero acariciar el Rock and Roll” y una magnífica muestra de power pop bautizada por el propio Loquillo como “La sonrisa de Risi”. En la grabación de esta última cuentan con la colaboración estelar de Andrés Calamaro que, además, aporta una canción, “El Mago Merlín”. El productor, Jaime Stinus, aporta también las guitarras de algunas de las canciones, ya que a Loquillo no le convencía el resultado.También colabora Jam Albarracín, cantante de Farmacia de Guardia, la banda murciana de los 80 por excelencia, que pone la segunda voz en la versión del himno murciano de aquellos años: “Cazadora de cuero”. El resto de canciones, con letras de Loquillo y música de Gabriel Sopeña, excepto “La Chica que fue”, compuesta junto con Jordi Pegenaute, terminan de configurar un trabajo muy consistente, que consigue convencer a EMI, que le firma un contrato, aunque, en principio, sólo para este disco, que iba a ser el del retorno de Los Trogloditas, aunque al final lo fue sólo a medias, ya que Jordi Vila y Xavi Tacker no se pusieron en forma a tiempo para grabarlo. En el caso del batería, si se pudo incorporar para la gira posterior. Para el guitarrista, aún habría que esperar varios años. En los créditos, por primera vez se produce un hecho curioso, y es que bajo el nombre de Los Trogloditas, y al nivel de Loquillo, sólo aparecen los nombres de los miembros originales que quedan: Ricard Puigdomenech y Josep Simón, que parecen ir formando un núcleo duro, apareciendo Sergio Fecé, Jordi Pegenaute, Liba Villavecchia y Enric Illa bajo el epígrafe genérico de La banda, pese al tiempo que, alguno de ellos, llevan con Trogloditas. Por otra parte, Gay Mercader, con la misión cumplida de apuntalar el liderazgo de Loquillo, deja de ser el manager, aun manteniendo su amistad.
“Cuero Español” (EMI, 2000), no funciona mal, pero no tiene el éxito de los anteriores lanzamientos de Loquillo, y es que los tiempos no son demasiado propicios para el rock and roll. Sin embargo, la idea de Loquillo es la de insistir en lo mismo, reunir a los miembros originales, pero incorporando nuevos elementos, sangre nueva, que doten a los Trogloditas de nuevas fuerzas, los contagien de nuevas ilusiones y no los hagan refugiarse en la fórmula de la nostalgia y el revival ochentero.
Mientras le da vueltas a ese asunto de renovarse, rejuvenecerse y no anquilosarse, Loquillo da un concierto en el que son teloneados por un grupo asturiano de Glam-rock llamado Babylon Chat. Queda gratamente sorprendido por su sonido, su música y su actitud y echa las redes: Manda a Igor Paskual, líder, guitarrista y cantante del citado grupo, una letra, con la idea de que, si quiere, le ponga música y y la introduzca en un disco propio.
Nace así la canción «Las chicas del Roxy«, que se incluye en «Bailando con Brando» (Avispa, 2001), la siguiente entrega de Babylon Chat, en la que colabora el propio Loquillo en una adaptación del «Vicious» de Lou Reed, traducido como «Viciosa«.
A Loquillo, en suma, le convence el resultado y le invita a devolver la colaboración, participando en su siguiente grabación, para el que, además, le envía varias letras más, para que les ponga la música. En paralelo, la tarea de reunir al trío original de Los Trogloditas al completo por fin se consigue y, con ellos, los habituales Jordi Pegenaute y Sergio Fecé, y de nuevo con la producción de Jaime Stinus, y la comentada incorporación de Igor Paskual, que aporta música a canciones como la citada “Las Chicas del Roxy”, “Deportivo 7”, “El Manager”, “Territorios libres”, más los compositores habituales, que ponen música a las letras de Loquillo: Gabriel Sopeña (“Soltando lastre” y “Charnego”) Carlos Segarra (“Feo, Fuerte y Formal”) y el mismo Jaime Stinus, que se encarga de musicar “La Edad de Oro”.
Con estas aportaciones más la versión del clásico “Mi Calle” de Lone Star, y la revisión y puesta al día de “Barcelona Ciudad”, se da forma a lo que va a ser un nuevo disco, que se graba a medias entre San Sebastián y Barcelona, con músicos como los citados Igor Paskual, Carlos Segarra y Jaime Stinus, que graban algunas guitarras, y el saxo de Dani Nel.lo, entre otros.
Con el trabajo realizado y el material perfectamente grabado y mezclado, llega el momento, como ocurrió en el anterior, de buscar una discográfica que se encargue de la edición y promoción del mismo. Tras diferentes gestiones, es Blanco y Negro quien edita finalmente el disco, en una filial llamada Konga. Queda lanzado “Feo, Fuerte y Formal” (Konga, 2002) el disco que pone de nuevo en órbita a Loquillo y Trogloditas, en la primera línea de las listas de ventas. Coincidiendo con el lanzamiento, sale también a la venta la primera novela de Loquillo, “El chico de la Bomba” (Belacqua, 2002), donde Loquillo relata pasajes de su infancia, realizando un homenaje a su padre.
Al calor de este éxito, EMI edita el recopilatorio “Historia de una Actitud, 25 años de Rock And Roll” (EMI, 2002), que recoge los mejores clips y las mejores canciones de Loquillo y Los Trogloditas, que funciona muy bien y que contribuye a que firmen multitud de conciertos ese año, realizando una extensa gira en la que se produce el abandono de Ricard Puigdomenech, en el que hace tiempo que Loquillo ya no confia, porque entiende que ha perdido la ilusión y la curiosidad, y que no ve con buenos ojos la renovación que músicos como Igor Paskual están trayendo al grupo, y menos a que sea invitado a compartir escenario con ellos,
Abandona también Jordi Pegenaute, al que su trabajo y su familia le impide hacer frente a giras tan largas. Eso permite la vuelta de Xavi Tacker a Los Trogloditas y la incorporación de Igor Paskual, como miembro de la banda, que experimenta una importante inyección de ilusión, ganas y juventud y suena prácticamente como nunca. Loquillo ha manifestado en varias ocasiones que esa ha sido la mejor formación de Los Trogloditas en directo.
Loquillo se implica en la producción de «Mujeres en pie de Guerra» (2004) de Susana Koska, un documental que se empieza a filmar a partir de 2002, y cuya banda sonora se va preparando también con mimo, con la participación de los músicos habituales, como Los Trogloditas casi al completo (Jordi Vila, Pep Simon, Sergio Fecé, Igor Paskual), y las tareas en composición de Gabriel Sopeña y Jordi Pegenaute, y la colaboración de músicos como Luis Eduardo Aute o Paco Ibáñez.
La tarea es encontrar una discográfica que le edite la banda sonora y la nueva entrega de los Trogloditas para la que están trabajando. No parece que Blanco y Negro esté por la labor, ni sea la adecuada.
Loquillo, finalmente, llama a las puertas de DRO, parece que hay interés, y aterriza, con Trogloditas, armas y bagajes, veinte años después de su salida.
Antes de empezar a grabar el reestreno para DRO, Xavi Tacker tiene que abandonar definitivamente la banda, por lo que las guitarras las van a grabar Igor Paskual como unico guitarrista de Los Trogloditas, apoyado por Jaime Stinus y Jordi Pegenaute.
En el disco, producido por Jaime Stinus, colaboran, además, los músicos habituales (Jordi Vila y Pep Simon como miembros fundadores, aunque ya sin estar separados en los créditos del otro Troglodita, Igor Paskual) Dani Nel.lo, Liba Villavecchia, entre otros y, como gran novedad, la colaboración de Fito Cabrales (Platero y Tú, Fito y Los Fitipaldis) que pone coros en un par de temas.
«Arte y Ensayo» (DRO,2004) es como finalmente se titula esta nueva colección de canciones, con letras de Loquillo musicadas en esta ocasión por Igor Paskual («Arte y ensayo«, «El hijo de nadie«) y Gabriel Sopeña («Corre rocker corre»,) o ambos trabajado juntos («Rock and Roll Actitud», «restos de serie») , y Jaime Stinus («Personajes de Fitzgerald«, «Johnny et Sylvie«), una aportación de Carlos Segarra («veteranos«) más la adaptación al castellano del clásico «I fought the law«, de Bobby Fuller Four, traducida como «Luché contra la ley«, y grabadas íntegramente en Barcelona, en los estudios Zanfonía y Clandestinus, de nuevo bajo la dirección y producción de Jaime Stinus. El resultado final va en la línea del disco anterior, repartiéndose entre un rock guitarrero y clásico con retazos de glam y unas canciones de corte intimista, más próximas al Loquillo cantautor o adaptador de poemas.
Con el disco en la calle, hay que salir de gira y a Los Trogloditas les falta un guitarrista. Loquillo se entera, entonces, de que su amigo Jaime Urrutia tiene inactiva a su banda de directo y decide llamar a Guille Martín, músico de calidad y experiencia que ha formado parte de grupos como Desperados, y que ha tocado con Calamaro y Ariel Rot en Los Rodríguez y en solitario, y con La Frontera o el citado Jaime Urrutia.
Guillerno Martín acepta el ofrecimiento y pasa a formar parte de Los Trogloditas de inmediato, incorporándose a los ensayos y comenzando la gira.
Ese mismo año se produce el estreno de «Mujeres en pie de Guerra» (Susana Koska, 2004), documental producido por Loquillo y que se estrena el 22 de octubre de ese año en Madrid y Barcelona, fuera de los circuitos comerciales.
Se edita también el disco de la banda sonora, con el título «Mujeres en Pie de Guerra» (DRO, 2004).
Este año, sin embargo, no termina bien: Guillermo Martín es ingresado en el hospital con un tumor en el pulmón: la gira se cancela,se suprimen los viajes a sudamerica y el carismático guitarrista es operado la víspera de Reyes del año 2005. La voluntad de Loquillo y Los Trogloditas es esperar a que se recupere, pero hay contratos por cumplir y finalmente convencen una vez más a Jordi Pegenaute para que les ayude a terminar con los conciertos que ya estaban cerrados.
Los Trogloditas se disponen a esperar a Guille Martín para, cuando se recupere, abordar un nuevo proyecto: un disco en directo que recoja los 30 años de trayectoria troglodita.
Por el camino, diversos problemas y desencuentros hacen que se prescinda también de dos de los músicos veteranos en Trogloditas, Jordi Vila y Sergio Fecé. Entran a la banda, encargándose de los teclados, Juan Ramón Vericad «Cuti», músico que ha pasado por bandas como Los Dynamos, banda de rockabilly de zaragoza, y que ha editado ya algún disco en solitario, y un batería profesional, no perteneciente a la banda, Toni Jurado.
Se incorpora también Jaime Stinus como guitarrista de apoyo, y así, comienzan los ensayos y la selección del repertorio. Se va imponiendo la idea de hacer dos conciertos, uno de caracter más intimista, con poco público, y otro, más rockero y multitudinario.
El concierto multitudinario será, finalmente, en el BEC de barakaldo, donde han sido invitados para celebrar la fiesta del número 10.000 del diario Deia, el día 5 de noviembre de 2005 y los conciertos de aforo reducido serán en la sala Rulot, de Barcelona, los días 22 y 23 de octubre de ese mismo año, para los que se pondrán a la venta muy pocas entradas, a través de la página web o en el Drugstore café, sede oficial de Loquillo y Trogloditas en Barcelona.
En paralelo, un rumor va tomando lugar: Se ha producido la reconciliación entre Loquillo y Sabino Méndez , tras más de quince años de distanciamiento, por mediación de un amigo común y con la escusa del guión para hacer la película basada en la novela de Sabino «Corre Rocker» (Espasa Calpe, 2000). Curiosamente, el libro que termino de abrir un abismo entre los, antaño, inseparables amigos, y que ahora se cierra.
El directo se publica con el título de «Hermanos de Sangre» (DRO, 2006), en formato de dos compactos más dos DVD, uno en color, el de barakaldo, y uno en blanco y negro, el de Barcelona.
En los conciertos de Barakaldo colaboran Fito Cabrales en «Luché contra la ley» y Sabino Méndez, que colabora en sus dos clásicos más emblemáticos: «Cadillac Solitario» y «Rock & roll Star«. En La Rulot, es Gabriel Sopeña quien se une a Los Trogloditas.
A finales del año 2005 la salud de Guille Martín se resiente y es ingresado de nuevo en el hospital días antes de Navidad.
Es Jaime Stinus quien ocupará su lugar en la banda, que sigue estando reservado para Guillermo, que lo ocupa en sus momentos de mejoría y recuperación. Para la batería, Igor ficha a un músico francés, Laurent Castagnet.
El gran Guillermo Martín se sube por última vez a un escenario el 3 de junio de 2006, falleciendo el 18 de agosto de ese año.
Loquillo, emocionalmente muy afectado, empieza a ver que llega el momento de cerrar toda una etapa, la de Los Trogloditas, así que cierra la colaboración con Pep Simón, propietario del nombre de la banda, con la que Loquillo ya no va a grabar más. En adelante, lo hará con su propio nombre.
Los Trogloditas se despiden este año 2007, teloneando a The Who en mayo en Barakaldo y a The Rolling Stones en El Ejido, Barcelona y Madrid en Junio Para estos últimos conciertos, Loquillo llama a Sabino. De esta manera, el círculo se cierra y Loquillo comunica a la banda, tras el último de estos conciertos, que va a pasar a ser artista en solitario.
Pep Simón, es sustituido en el bajo, por la argentina Laura Gómez Palma. Por lo demás, Loquillo cuenta con los mismos músicos, con los que, por fin, visita sudamérica.
De regreso, se comienza a trabajar en el que será nuevo disco; en la grabación y en la producción, claro, porque en las canciones y en el sonido ya se lleva trabajando un par de años.
Para ello, Loquillo ha echado mano de sus compositores habituales: Igor, Gabriel Sopeña, Jaime Stinus, y la colaboración, tras veinte años, de Sabino Méndez, que aporta dos canciones. Se tratra de hacer un homenaje a uno de sus locales favoritos, el Balmoral, de Madrid, que ha cerrado sus puertas.
Buena parte de la crítica ha querido ver en «Balmoral» (DRO, 2008) el mejor disco de Loquillo. Lo cierto es que se trata de un gran trabajo, especialmente en el sonido y producción, y en el Loquillo se reinventa, logrando juntar todas sus facetas (el crooner, el cantautor, el rockero, el adaptador de poesía) y alguna más, y se da, además, el lujo de cantar con Johnny Hallyday.
Este mismo año, realiza una nueva incursión en el cine, con un pequeño papel en «La buena nueva» (2008) de Helena Taberna, y trabaja en una nueva novela, que aparecera finalmente con el título de «Barcelona Ciudad» (Ediciones Zeta, 2010) en el que realiza una crónica personal de sus inicios.
Además, edita una caja con cinco compactos y dos dvd, en la que recoge lo mejor de sus treinta años, editada con el título de «Rock and Roll Star, 30 Años / 1980-2010» (DRO, 2009), y se embarca en la gira consiguiente, al tiempo que empieza a trabajar con Gabriel Sopeña en lo que será su próximo disco, que se titulará «Su Nombre era el de Todas las Mujeres”, y estará dedicado a la obra poética de Luis Alberto de Cuenca.
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