Cuando alguien se mete en una profesión que, para el gran público, no es la suya, siempre produce suspicacias y sospechas, rechazo y desconfianza. En España le ha pasado desde a Victoria Abril hasta a Lolita, pasando por Leonor Watling –Marlango-, Bebe o Christina Rosenvinge, por hablar del trasvase cine-música que tanto se da por nuestros lares.
Najwa (que no tiene nombre artístico: se llama Najwa Nimri Urrutikoetxea) se hizo conocida antes como actriz que como cantante, pero lo cierto es que ella era cantante antes de ser actriz. Nacida en Pamplona, y criada en Bilbao, ya en edad adulta se trasladó a Madrid, donde encontró su lugar en grupos de soul y de jazz, curtiéndose en directo (otro falso mito, el del miedo de Najwa al directo) en bandas como Respect o Clan Club. Conoce a mediados de los 90 a Carlos Jean, cantante ella, productor él, a través de Carlos Subterfuge, que los junta para que creen un proyecto musical. De ahí nace Najwajean, probablemente el primer grupo español en hacer trip-hop, influencia de la que ellos renegaron, pero que era evidente. Su disco «No Blood» (Subterfuge, 1998) es considerado una joya desde el momento de publicación.
Gracias a este interesante proyecto y alguna producción en Subterfuge -como el fantástico «Una Temporada en el Infierno» (Subterfuge, 1999) de Fangoria-, Carlos Jean comienza a ser cada vez más reclamado como productor y de ahí empieza a trabajar con gente como Marta Sánchez o Bebe. Aprovechando el tirón, deja de lado Najwajean (no lo retomará hasta diez años más tarde) y Najwa, culo inquieto donde los haya, comienza a trabajar en solitario. A esta nueva aventura, la que nos interesa aquí, se une pronto Raúl Santos, que había abandonado Los Planetas unos años antes y estaba entregado a SupercineXcene, su proyecto electrónico. Así, trabajando como dúo en el estudio pero poniendo la cara tan solo Najwa, paren «Carefully» (Subterfuge, 2001), un disco algo amateur, de búsqueda, que vuelve a colocar a la cantante en el panorama musical. Los singles «That cyclone» y «Following dolphins» son radiados y presentados en sendos videoclips, pero a pesar de la fuerte promoción, el disco no vende demasiado. Quizá interesados en la popularidad de Najwa como actriz, o tal vez por la política de Subterfuge de vender a sus artistas más prometedores para que puedan desarrollar sus carreras con el dinero de una multinacional, DRO dedice fichar a la navarra, que publica ya con ellos su segundo LP, «Mayday» (DRO, 2003), que conoce una edición especial tan solo un año más tarde, llamada «Mayday Mayday» (DRO, 2004), con versiones y remezclas. Este segundo disco, y como demostrará Najwa a lo largo de su carrera, supone un paso adelante con un cambio de sonido, más elaborado, con alguna guitarra tímida y un acercamiento a la pista de baile.
A pesar de todo, Najwa sigue teniendo una cuenta pendiente por entonces: el directo. A pesar de haber sido anunciada en un cartel del FIB, finalmente se canceló el concierto, y la dificultad de encontrar una banda de confianza parece pesar más que las ganas de tocar. Aun viniendo del directo y del soul y el jazz, la cantante empieza a adquirir una fama de tener pánico escénico, fama que no desmontaría hasta un tiempo después, cuando empieza a hacer presentaciones puntuales en directo en Madrid, Barcelona o Bilbao. Sus directos empiezan a ser más habituales a partir de su tercer largo, «Walkabaout» (DRO, 2006), otro cambio de giro en su sonido, más adecuado para hacer conciertos, con mucha presencia de guitarras acústicas.
Entre tanto, Najwa saca tiempo además para seguir actuando y participar en la banda sonora de varias películas (ya sea en solitario o acompañada de Carlos Jean, Pascal Gaigne o Mastretta), como «Utopía» (María Ripoll, 2003), «Guerreros» (Daniel Calparsoro, 2020), Asfalto (Daniel Calparsoro, 2000) o «20 Centímetros» (Ramón Salazar, 2005).
En 2008, Najwajean dan la sorpresa y vuelven con un disco en el que la electrónica prácticamente no cabe, llamado «Till it Breaks» (EMI, 2008), con gira incluida, en la que Najwa se suelta definitivamente. Musicalmente, el regreso de Najwajean influye mucho en la cantante, que vuelve a epatar con su siguiente trabajo, «El Último Primate» (Warner, 2010), ya que cambia el inglés por el castellano y el piano se convierte en la base de las canciones, suenan más a Coldplay o Radiohead que a Björk.
Con «Rat Race» (Warner, 2014) realiza un nuevo viraje en su carrera. Vuelve al inglés y a la electrónica de los 90, en un trabajo que abre una nueva vía en su carrera musical.
Una carrera algo irregular por la falta de constancia y de giras, pero interesante y con la intención de experimentar y aportar como bandera.
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