Acompañada de nuevo del ex batería de Los Planetas, Raúl Santos, con quien ya facturara “Carefully” (Subterfuge, 2001) y “Mayday” (DRO, 2003), Najwa presentaba en mayo de 2012 “Donde Rugen los Volcanes” (Warner, 2012). Una colección de canciones compuesta por la actriz junto al guitarrista Vicente Miñana, Uma; algo curioso con el tremendo peso que tiene la electrónica en cada uno de los temas. El idioma elegido para las letras es de nuevo el castellano, al igual que en el anterior álbum “El Último Primate” (Warner, 2010); eso sí, más entregado a las guitarras.
La pretensión de la artista en esta ocasión era alcanzar un sonido hipnótico y “sintético”, de ahí el proceso de adaptación de las texturas acústicas a las electrónicas en las canciones, que no debió ser fácil. El título del álbum parece hacer referencia a su carácter introspectivo, aunque la portada (con esa Kawasaki) remite más a su sonoridad. Las texturas de Santos se funden con la voz susurrante de Najwa en un paisaje sonoro minimalista que recuerda a ratos a los Radiohead de “Amnesiac” (Parlophone, 2001), aunque con bastante menor pegada.
“Donde Rugen los Volcanes” arranca con una de sus mejores canciones, “Nada nos puede pasar”, que pasa de lo tétrico a lo luminoso y contiene una letra que se mece entre la desolación por lo perdido y la esperanza por lo que ha de llegar: “Río de plata, intenta recordar / que hoy tus piernas son de plomo / que poco a poco andarán”.
“Lenguaje verde” es, junto a “Nada nos puede pasar”, el mejor corte del álbum. Una pieza evocadora que Najwa concibió en el campo y que según explica fue la que menos modificaciones sufrió, del boceto original, en el proceso de grabación. «Telépata de lengua de fuego / tenemos una misión / resucitar a los vivos / y que corra la voz«.
El disco contiene también invitaciones al sexo -“Mi cama”-, evocaciones de la ausencia -“A ver si me das”, “Oigo el zumbido”- y reflexiones sobre los desperfectos -“Nunca estuve a salvo”-. “Pájaros de mal agüero” es quizá lo más similar a un single, aunque no existe una pretensión de lograr un álbum directo, sino de que crezca con cada escucha. “En esta noche” pone fin al trayecto y parece resumir bien sus fortalezas y defectos: momentos brillantes, falta de consistencia.
Completado el disco, parece un disparo fallido. Como el agua en la ropa, las canciones no dejan huella. Si la pretensión de la artista era que las canciones sonasen “frías y distantes, pero con alma”, para quien esto escribe están más cerca de lo primero que de lo segundo.