Aunque hayan pasado ya dos años, todavía recuerdo como si fuera ayer el debut de LaFonoteca en Barcelona. No sólo porque ya había disfrutado del proyecto en Londres y en Madrid, también porque comenzaban con la que fue, probablemente, la banda revelación de 2011, Doble Pletina. Nunca los había visto en directo, y eso sumaba emoción y ganas. Estos son mis recuerdos de aquella noche de octubre. El invitado, que quedará para siempre como el primero de todos los que visitaron, visitan y visitarán LaFonoteca Barcelona, fue Betacam, el proyecto musical de Javier Carrasco. Reconozco que por entonces no tenía apenas referencias sobre Betacam más allá de su participación en el “No Te Apures Mamá” (2011), que de hecho saca su título de “Primos lejanos”, canción del propio Carrasco.
Hace falta aclarar un pequeño punto antes de continuar: me he criado (en todos los sentidos) en Madrid, y llevaba poco viviendo en Barcelona, por lo que me sentí profundamente identificado con la sorpresa que le entró a Javier Carrasco ante un público tan respetuoso (para mi gusto demasiado, a veces no se percibe el disfrute), como el barcelonés. Marcó el inicio de su concierto, acústico y pequeño, y parecía no entender que el silencio era señal de respeto y atención y no de
desconfianza. Acostumbrados como estamos los madrileños al ruido, al borracho gritándote a la oreja y al público que va a conciertos a socializar, una audiencia callada y atenta parece ciencia-ficción, o Suecia, o un desfile militar de Corea del Norte. En cualquier caso, Betacam salió airoso, dividiendo su recital en dos partes: una a la guitarra y otra a los teclados, y desgranando su ya amplia colección de canciones. Me hizo gracia que reconociera no conocer “Eres PC eres Mac” de Hidrogenesse cuando compuso “Macintosh”.
Después, el plato fuerte. Y en una sala mítica, el Heliogàbal. Pasado, presente y futuro de Barcelona dando saltos y cogidos de la mano. Con un saber estar que se basa en la humildad y la sencillez, Doble Pletina triunfaron. Sus dos singlesya estaban por entonces en el mercado, su maqueta agotadísima y la sala a rebosar (de gente y de expectación). Dieron buena cuenta de lo mejor de su repertorio (“Cruzo los dedos”, meses después, seguiría retumbando en mi cabeza), avanzaron algún tema nuevo y demostraron ser una banda solvente y compacta, muy agradable en vivo. Hacia al final, además, consiguieron que la sala comenzara a cantar (por primera y única vez esa noche) con la que sin duda es la canción que más les van a pedir en los próximos tiempos, “Música para cerrar las discotecas”, uno de esos hits instantáneos que seducen sin poder evitarlo.
Sin lugar a dudas, el sabor de boca que dejó este acercamiento de LaFonoteca a Barcelona fue buenísimo, un éxito, un concierto de esos que recuerdas… ¿Hay algo más excitante que participar en la primera vez de algo?
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