Que la música es una vía con la que movilizar conciencias, denunciar abusos de instituciones e injusticias de todo tipo no es descubrimiento de nuevo cuño. Desde la canción protesta hasta el punk las posibilidades son varias. Ni siquiera el pop se queda al margen. Es desde esta vertiente en la que habitualmente se movía el núcleo del que surgiría la banda madrileña El Pardo. Gestado alrededor del estado de inquietud permanente en el que se desenvuelve Raúl Querido (Calma En Los Mercados, Compartir es Vivir, JaRaBe, Sexta Industria), quizás sea junto a sus compañeros actuales de ruta con los que ha encontrado la mejor manera de exacerbar el mensaje buscando la conexión directa con el oyente.
El Pardo comienza a forjarse con la invitación que recibe Raúl por parte de los organizadores del Madrid Popfest para tocar en la edición de 2013. Aunque acepta, considera que su participación es preferible, no en solitario, sino rodeado de algunos de sus amigos. Ofrece pues a Miguel López (Alborotador Gomasio, Hazte Lapón), Javier Marzal (Tigres Leones, Alquitrán) y Marta López, con quienes lleva un par de ensayos desde enero de 2013, sin ninguna pretensión en concreto, preparar algo juntos. Bajista y guitarrista ellos respectivamente, Marta se encargaría de las baquetas.
Aun con el poco tiempo para maniobrar, ya que la actuación está programada para febrero, empiezan a maquinar el debut de la banda: “Hablábamos de que yo saldría a tocar en sujetador y con cosas pintadas por el cuerpo y ellos en calzoncillos y maquillados, de locuras que se nos ocurrían” nos dice Marta. Ya inmersos en la dinámica de ensayos que realizan en el local de Alborotador Gomasio en la zona de la Puerta del Ángel en Madrid, se percatan de que lo que está saliendo tiene pocas trazas de pop, campo del que realmente vienen todos. Además el tono y las letras de lo que empiezan a componer los posiciona de forma clara: “Queríamos – y nos salía –hacer canción política”, dice Raúl.
Todavía en esta fase de primeros ensayos y “descubrimiento mutuo” se uniría al proyecto Koldo –David Ripoll- (Alborotador Gomasio, Hazte Lapón y Autofans) como guitarra solista. Jugueteaban por entonces con el nombre de Marta en los Mercados, por eso de mezclar el nombre de uno de los grupos de Raúl y el de su batería, pero les pareció una “broma demasiado críptica”, nos cuenta el cantante. “A mí el habernos llamado El Valle de Los Caídos me hubiese disgustado. Pero El Pardo en cambio además de la casa de Franco y herederos, en un lugar con un monte estupendo… Pugna lo peor (humano) y lo mejor (animal y vegetal). Y es una palabra con una polisemia fantástica: pardos somos, pardillos; nos vendieron la moto y seguimos pagándola, con intereses”, continúa. Según nos aseguran el beneplácito de Rosa Ponce –batería de Tigres Leones- al nombre que barajaban fue definitivo.
Tras preparar un repertorio ajustado a una media decena de temas, el 2 de febrero tocan en la sala Fotomatón junto a Caballo Roger y Célica XX. “El inútil de Mariano”, “El Congreso”, “Son los 90”, “Desigual” y “Las clases ociosas” constituyeron la lista de canciones que interpretó El Pardo en un concierto en el que Marta, dada su inexperiencia, se llevó la mayor parte de los aplausos según recuerda Raúl. Precisamente lo que menos deseaba ella: “Lo pasé mal porque no sabía tocar, porque no habíamos ensayado y porque no me gusta ser el centro de atención”.
De todas maneras fue su primer y último concierto. Y es que la banda comprueba que se encuentran a gusto juntos, que se lo pasan bien ensayando y “que tenía sentido pensar en el proyecto más allá de ese primer concierto”. Marta entiende que no tiene tiempo ni predisposición para el ritmo de ensayos y actuaciones que empiezan a perfilarse, y decide desligarse como miembro activo de la primera formación. El reemplazo, que en un primer momento se pensó como temporal pero que al poco tiempo se hizo definitivo, vino de la mano de Paula Fernández, que por entonces tocaba en Despotismo Ilustrado y que posteriormente se involucraría en Palmera Oscura y Parque. A pesar de que tampoco ella llevaba mucho tiempo tocando, Raúl es claro en su análisis al respecto de la aportación que trajo el nuevo fichaje: “Muy pronto asentó un estilo primitivo y contundente de tocar que, personalmente, era justo lo que yo quería en nuestras canciones”.
El segundo concierto de El Pardo, primero con Paula a la batería fue el 15 de marzo junto a Los Putos Frimans. La actuación que constituyó el parón temporal de estos últimos antes de reestructurar la banda, quedará grabado en la memoria de Raúl por la fisura de costilla que sufrió en la segunda canción con la gente que pogueaba entre el público.
El grupo se mueve con un decidido espíritu de urgencia e inmediatez. No en vano y a modo de reflexión personal manifiestan en la información que dan en su bandcamp: “Si nos paramos a pensar en nosotros mismos, nos vemos como un grupo coyuntural: una de las pocas certidumbres que uno tiene es que, un día, ya no estará donde solía estar. Son tiempos donde todo es provisional y por tanto urgente”. Así entran en abril, en sesión doble, los días 21 y 22, a grabar en los estudios DGR Sónica de Madrid, de Ramón Moreira.
La grabación transcurrió de forma fluida, quedando todo registrado en primeras tomas, o como mucho un par de ellas. Todo fue en directo y con pocos añadidos posteriores, en una atmósfera de comodidad que propició que algunos de los temas (caso de “¡Son los 90!”, “De temporada” o “La charla final”) se alargaran más de lo proyectado inicialmente. Si bien la tónica general de todas las canciones apunta a una manera muy personal en la voz principal, cercana al recitado frente a una tormenta de sonido, al modo quizás de Velvet Underground, o del hacer de Mark E. Smith de The Fall, es precisamente en este último tema, “La charla final”, donde adquiere la forma decidida de spoken word. Raúl corroboraba esta tendencia: “Yo no soy cantante, yo hablo y grito, en ocasiones con voces de mis compañeros coreando, y eso también es algo, quizás distintivo, y que permite un discurso narrativamente más complejo y descarriado que si hubiese que buscar la rima o la melodía vocal”.
Para la grabación de este corte fue decisiva la participación de Fernando Epelde (Modulok, El Tonto del Pueblo): “Llegó con su teclado para improvisar unos pianos sobre lo ya grabado (e improvisado) de ‘La charla final’. No conocía la canción ni sabía que duraba casi quince minutos. Aún así, en una sola toma, completó sin fallo ese cuarto de hora de improvisaciones. Acabó sudando la gota gorda y dejándonos a todos tan admirados como agradecidos”.
Los siete temas grabados se mueven en las ásperas coordenadas del postpunk denso, sinuoso y poco detallista con los preciosismos melódicos habituales en otras vertientes. Eran las reglas de juego desarrolladas en el Reino Unido de la escena post-Sex Pistols compuesta por nombres como Wire, Gang of Four, Swell Maps…
Además de en las maneras musicales El Pardo comparte con estas bandas un compromiso político firme contra “aquello y aquellos que se organizan para impedirnos vivir y ser felices”. Tienen clara la necesidad de seguir “gritando porque hace falta gritar”, de “sentir ira frente a lo peor, frente a la ausencia interesada de empatía y de vergüenza, frente al abuso sistemático, frente a las arbitrariedades y la injusticia antropológica, frente al abuso institucional”. Así lo manifiestan en su ideario de cuatro puntos con la que acompañan el formato digital en internet de su disco. Cuando nosotros les emplazamos directamente sobre este compromiso práctico nos dicen: “La crítica que planteamos, lo coyuntural que hay en nuestras letras, no es más que un reflejo de la realidad, tal como la vivimos nosotros y como la viven las personas de nuestro entorno, entendido en sentido amplio. La crítica a los que nos perjudican y se aprovechan sin piedad surge, precisamente, de la empatía para con los que, como nosotros, no vamos a dejar de ser de la clase social más amplia y más oprimida: la clase trabajadora”.
Siendo como es Raúl el autor de las letras de las canciones, Javier dejaba claro sin embargo en una entrevista que el grupo adoptaba la “expresión verbal” que salía del bolígrafo del cantante de la banda como aglutinador en cierta medida del sentir de todos. De hecho este último no siente rubor alguno al confesar que en la separación explícita que de la autoría de música y letras se hace en los créditos del disco hay mucho de temor a posibles represalias: “El material lírico nuestro podría ser objeto de algún tipo de impugnación legal, de multas o algo así, y no me parecía bien que eso recayase en otros”.
Para finales de mayo presentaron en edición digital “El Progreso” (2013), una maqueta que recogía primeras versiones de “La hoguera de San Jerónimo” y “Las clases ociosas”. Se acompañaría con una portada confeccionada por Lolo Lapón (Hazte Lapón).
El 29 de junio de 2013 tocaron en la sala madrileña Rock Palace en el marco de la Fiesta de Primer Aniversario de Sonido Muchacho junto a Fabuloso Combo Espectro, Juventud Juché, Terrier, Tigres Leones, Siesta!, Kill Kill! y Los Steaks.
Por esos días acumularon gran cantidad de directos por la capital: la despedida de la sala Nasty, con Les Suques en Contraclub, con Hielo en Varsovia y The Shitty Listener en el Wurlitzer… En dicha actuación y dada la imposibilidad de que Javier pudiera tocar, les acompañó Fer (Esquimales, Los Putos Frimans): “Nos hizo el gran favor de ocuparse de la guitarra rítmica casi sin poder ensayar con nosotros, y lo hizo gloriosamente bien, nos salió un concierto extremadamente punki”.
En verano, concretamente en julio, verían cómo su «Las clases ociosas» quedaba incluído en «Nuevos Bríos» (LaFonoteca, 2013), un recopilatorio que constituía la cuarta referencia de LaFonoteca y en el que era posible encontrar bandas como Biznaga, Los Nastys, Pan y Toros, Terrier, Juventud Juché, Mihassan etc…
Ya en septiembre, y también en formato bandcamp, editan un sencillo “Avance” (2013) que serviría de avance al LP posterior. El tema que desempeña las veces de cara A es precisamente la grabación realizada en DGR de “La charla final”, mientras que para la cara B se añadiría una toma en directo de una canción, “Matadero”, del concierto que dieron el 27 de junio en la sala Juglar de Madrid. Tanto la grabación como la mezcla corrió a cargo de Mariano Gutierrez, técnico de la sala.
Ese mismo mes tocarían, el día 20 en El Juglar con El Último Vecino y el 27 en Barcelona, en la sala BeGood en el comienzo de la tercera temporada de conciertos organizados por LaFonoteca en dicha ciudad en un cartel que les emparejó con Tejero y Medievo.
“El Pardo 2013” (La Resistencia / Nueva Monarquía / Producciones y Punto, 2013) vio finalmente la luz en noviembre de 2013. Salió en formato CD con portada a partir de un dibujo de uno de los leones del Palacio de Las Cortes realizado por Roque Romero. Se presentó oficialmente el 12 de diciembre en un concierto en la sala Wurlitzer de Madrid en el que tocaron con Medievo, Hielo en Varsovia y Rabies.
A pesar de haber recibido la oferta de algún sello, el disco salió auspiciado principalmente por La Resistencia, la promotora y discográfica que ellos mismos han montado: “Para que el proyecto tenga sentido pleno, no sólo hay que aspirar a llegar al mayor número de gente posible, sino que, sobre todo, hay que aspirar a hacerlo de la manera en la que nosotros creemos, que es una manera que precisamente quiere entroncar con formas de resistencia y activismo, y de comunicación entre banda y público, que se salen de ciertos mecanismos tradicionales”. El sello se plantea sobre las bases del “ejemplo ético” de Aplasta tus Gafas de carácter “underground, abierto y colaborativo” que en opinión de la banda transciende el modo de operación habitual del indie “mucho más elitista y en definitiva, neoliberal”.
También se trabajó, a la hora de editar el disco, en colaboración con Nueva Monarquía, sello cuya cabeza visible es Ángel Lamenor (del programa de radio Salsa de Carne), especializado en campañas de crowdfunding y acciones basadas en la “vinculación entre los grupos y su público» y con Producciones y Punto, productora audiovisual de la que es responsable Eli Martín.
Sobre si se vieron o no tentados con la idea de editarlo en vinilo –posibilidad que de hecho no descartan para una edición limitada posterior si hubiera demanda- responden, tras conceder el atractivo que tiene dicho formato, de forma práctica: “El vinilo es también un formato caro de producir, con limitaciones respecto a las tiradas, que ocupa mucho espacio, que pesa y abulta para llevarlo a los conciertos, que es menos popular aún que el CD en el público joven que tenemos la suerte de que venga a nuestros conciertos. No hubiese tenido sentido plantear todo el proyecto sobre una dinámica austera y, luego, intentar vender los discos, en vinilo, a más de diez euros”.
Las posibles referencias que plantean para enmarcar su propuesta es amplia. Recoge efectivamente mucho del postpunk británico aunque se extiende más allá: Dead Kennedys, Black Flag, Fugazi, Bikini Kill… En cualquier caso Raúl sí puntualiza: “No creo que nos parezcamos tan directamente a nuestros modelos, no intentamos copiar, sino fijarnos en lo que musicalmente nos gusta, pero plantear nuestra música como a nosotros nos salga y funcione”.
Algo hay en la decisión con la que trabaja El Pardo que los hace similares a células de resistencia comunales como las que formasen tiempo atrás grupos como Crass o Chumbawamba. Paula manifiesta abiertamente lo que le supone su pertenencia a la banda: “El Pardo me ha ayudado mucho a sobrellevar mejor mi caída al abismo después de los estudios. No hay nada de curro, no hay dinero, pero sin embargo estoy en una ciudad que no es la mía, y tengo amigos con los que compartir el día a día en el local, hablar de todo, de nada, días mejores, días peores, y gritar cosas, y encauzar el desasosiego de este año tan raro”. Raúl habla también de la existencia de elementos cohesionadores de la banda “que transcienden lo estrictamente musical”. Quizás sean además los que garanticen la estabilidad de un proyecto que depende mucho de su impulso.
Los rasgos que definen a El Pardo suponen una vertiente que quizás ninguno de sus componentes haya transitado antes en ninguno de los proyectos o grupos en los que han participado. De entrada la banda ha forzado a Koldo, Miguel y Javier por ejemplo a mostrar su faceta más rockera, o a Paula “ese punto de primitivismo y gran fuerza en los ritmos que también caracteriza al grupo”. Señalan además: “En El Pardo puede coexistir el punk más directo con los muros de distorsión noise o la psicodelia”.
Frente a los que dicen ver brotes verdes o a los que no tienen reparo en aprovechar momentos de crisis para aumentar presión social y represora El Pardo encuentra razones y motivos para seguir activos: “Debemos seguir queriéndonos y no dejar de organizarnos. Hay que romper con el círculo de sueño y miedo. Y hay muchas cosas que deberían arder”.
Incansables en sus ganas y energías para seguir promoviendo la denuncia colaborativa entre la banda y el espectador en mayo de 2014 entran en los estudios DGR Sónica donde preparan los temas para un nuevo disco, que quedaría listo tras las mezclas, producción y masterización a final de verano. Como adelanto del mismo, presentan en formato digital «2014 EP» (Autoeditado, 2014), con ayuda en el diseño gráfico de Lolo de Hazte Lapón.
Los cuatro temas que incluye el EP hablan a las claras de que El Pardo marcan una de sus principales razones de ser en la crítica directa y el análisis desgarrador de la deshumanizada realidad de la relación entre individuo y Estado. Junto al spoken word de «Somos todas» (con mucho de discurso del grupo hacia su entorno), la pronta respuesta a las medidas del Gobierno para criminalizar cualquier atisbo de resistencia en «Terroristas» o la desgarradora «Ejecución«, «Vergüenza» puede considerarse como una de las mejores canciones de los madrileños.
Desgraciadamente el grupo pasaría por una serie de reestructuraciones que frenaría gran parte de su actividad. Paula y Miguel dejan la banda por prioridades laborales y personales, entrando David Carratalá (inicialmente como teclista y guitarra adicional pero finalmente como bajista) y Alberto Robla como batería. La salida del disco se retrasa hasta diciembre de 2015, unas semanas antes de las Elecciones Generales, a las que se refiere con la mano que sale de una urna en la portada que les prepara Muerte Horrible, decidiéndose finalmente que lo haga exclusivamente en formato digital.
A tenor de lo escuchado la ausencia de presencia física para «2015» (Autoeditado, 2015) supone tener que privarse de formato tangible para una colección de temas entre los que probablemente esté de lo mejor del repertorio de los madrileños. Junto a las ya avanzadas en su EP, «Nestlé» o «Èltsen» despuntaban en una variedad de fórmulas musicales con las que orquestar su protesta política-social que incluía aires de revival beat de los 60, reminiscencias de la Velvet, Fall, Suicide o New Order.
El Pardo se reafirmaba en su labor de conciencia crítica y de denuncia, sobrellevando con tranquilidad de las críticas que puedan despertar: «En su momento nos preguntaron si éramos un grupo coyuntural. Como grupo de amigos, no: queremos durar. Como grupo musical, no estaría mal que sí lo fuésemos«, comentaban en el periodico Diagonal, en el que presentaron tema a tema su nuevo disco.
“Sobreviviremos, saldremos adelante. Y habrá al menos una canción que porque nos despertaba, nos emocionaba o nos infundía ánimo, para cada uno de nosotros quedará grabada como una parte buena de una época muy jodida«. Sigue habiendo hueco para la esperanza, sigue habiendo grupos de chavales que ven en la música un canal válido de protesta y de movilización social.
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