Larsen, una de las bandas míticas y seminales del punk primigenio que se hizo en Madrid en la década de los 80, era sobre todo un grupo de amigos desde críos. Las anécdotas que nos relatan sus miembros cuando les convocamos para recordar aquellos primeros momentos no corresponden a situaciones vividas en oscuros garitos o bares con estridente rock and roll como música de fondo. Difícilmente podía ser así, ya que ninguno de ellos superaba los catorce años de edad cuando deciden montar un grupo de punk-rock. “Recuerdo a los chavales de mi edad jugando con gorros de vaquero y pistolas y yo tocando con mis botas y llenos de chapas”, nos cuenta Ricardo Roca –Rana-. De lo que nos hablan, sin embargo, es de accidentes en bicicleta, lesiones al arrojarse a piscinas, casi-asfixias con pitos de matasuegras, de su afición y habilidad para hablar al revés cuando se trataba de que el resto no se enterase de lo que hablaban entre ellos o de cuando decidían hacer el vacío al que volvía del baño.
Y es que José Luis Rodríguez –Pollo-, José Luis Salcines –Monje-, Rana y Gonzalo Fuentes –Mosca– se conocen de los fines de semana que pasan en Cerceda (Madrid), donde van sus padres y donde ellos aprovechan para oir los discos que sustraen de sus hermanos mayores. De sus preferencias nos habla Monje: “Nos dio muy fuerte por Beatles, AC/DC, en fin los clásicos”. Deciden, de forma casi natural, empezar con un grupo de música. Pollo se haría cargo de la guitarra, Monje sería el cantante, Rana el bajo y Mosca se haría con las baquetas.
Para los ensayos se las apañaron para insonorizar un local de un pequeño club social que les dejaron en el pueblo. Ninguno de ellos tenía formación musical seria alguna. Tan sólo Pollo menciona los rudimentos adquiridos en el mano a mano que se traía con Mosca cuando tocaban juntos la guitarra en su casa. “Al Rana le enseñé las primeras notas y el bajo de ‘Another one bites the dust’ de Queen, que está chupado”. Desatado, una vez que le hemos tirado de la lengua para que nos hablara de sus primeros pasos nos dice: “Yo me afinaba de manera que no había que poner acordes. Tocaba como si fuera un bajo, pero usando todas las cuerdas. Así desarrollé un estilo muy particular de tocar la guitarra con mucho ataque, basado principalmente en mazazos de mano derecha”. Mosca se acordaba, en el texto que escribió para Wikipedia, de los primeros movimientos con su amigo para irse haciendo con los respectivos instrumentos: “Me acuerdo de irnos a la calle Preciados de Madrid a pedir pelas los dos. Él con su guitarra (…) y yo le acompañaba pasando la gorra para que echasen pelas, ya que todavía no tenía batería”. Sería más tarde que llegara a adquirir una, pagándola a plazos.
Los ensayos son en realidad motivo y excusa perfectos para organizar verdaderas fiestas con toda la pandilla de amigos que les rodean. Todo acorde con el espíritu que gobierna el comienzo del grupo y la que sería su trayectoria posterior. “Larsen no era un grupo de música de cuatro chavales, sino que (…) era un grupo de quince colegas que se lo pasaba de puta madre”, contaba Mosca en su relato.
Es precisamente en este ambiente de bromas en el que surgen los motes con los que se identificarían desde entonces. Alguno tendría su origen en una foto de grupo en la que aparecen apoyados en una pared entre empujones. La posición de manos y piernas de Ricardo le hace ganarse el apodo de Rana. Mosca viene de las gafas de sol que gustaba utilizar Gonzalo, Monje de los cortes de pelo de José Luis (Salcines) y finalmente Pollo recibió el suyo como consecuencia de unos altercados que mantenía la pandilla con otros rivales, que le dedicaban una sonata al guitarrista. Como nombre para la banda, escogieron la denominación técnica que los especialistas del sonido dan a los acoples que aparecen cuando se coloca un instrumento cerca de los amplificadores. El efecto que se denomina con el apellido del técnico danés que lo descubrió les pareció ideal para el nuevo proyecto.
Una primerísima formación del grupo incluiría a Juan Luis, refuerzo con una segunda guitarra, al que no le importaba contribuir con punteos a las canciones siempre que era posible. Monje recuerda esta cuestión técnica: “Chirriaba un poco porque nuestros primeros temas eran un pelín ramonianos (dos ó tres notas, no dábamos para más) y los punteos eran, en fin, extraños”.
Los primeros conciertos tuvieron un marco de lo más familiar, en el entorno de la urbanización donde vivían con sus padres. Pollo precisa que el bautismo de fuego no fue técnicamente dentro de la misma, ya que no a todos los vecinos les encantaba la idea de tenerles metiendo ruido por la zona. Tuvieron que irse a un prado de los alrededores sacando cables desde el cuarto de baño de la casa de Pollo. Aunque tienen sus problemas para dar una ubicación exacta para la que pudiera haber sido su actuación con un público algo más general comenzaron en los pueblos de los alrededores de aquella zona de la sierra madrileña. Una de esas actuaciones es la que dieron en la plaza de toros de la misma Cerceda, que Pollo aún recuerda en el blog SinPunktoFijo por el intento de un “garrulo borracho” de regarles en el escenario con la manguera utilizada para mojar la arena del coso. Sólo la reacción a tiempo de sus allegados desde el graderío parando al inconsciente libró al grupo de perecer electrocutados.
Es en formación de quinteto como se presentan al Villa de Madrid de 1981, un certamen musical para grupos noveles en el que se premiaba al ganador con la grabación de un sencillo. No lograron ganarlo. Tampoco en su segunda participación, un año después, con Juan Luis ya fuera de la banda. Antes de volver a intentarlo, sin embargo, el grupo daría una serie de conciertos por la capital. Uno de ellos tuvo como escenario el Rock-Ola madrileño, donde consiguieron arrancar saltos, pogo y empujones entre la audiencia. En el que dieron en la sala Marquee, tuvieron a Kike Turmix (N-634, The Pleasure Fuckers) como espectador de excepción. Tras ver su actuación les ofreció la posibilidad de editar un sencillo.
No fue ésta de todas formas la única oferta que recibieron, ya que Paco Pérez Bryan, presentador por entonces del programa de radio El Búho, tras escuchar las maquetas que puntualmente le pasaban los integrantes de Larsen, se ofreció de mediador con una compañía grande. “Creo que hablaba de WEA”. Sin embargo, por una u otra razón siempre se torcía la cosa.
La relación con el periodista musical se inició con el trasiego del grupo al programa para pasarle las canciones que grababan en cintas. Monje nos cuenta que solían editar muchísimas maquetas en el local tocando en directo. “Yo me sentaba con las piernas cruzadas en el suelo con el cassete encima y cantaba directamente a un micro, mientras toda la música entraba por el otro micro”. A pesar de lo deficiente del sonido, el material era radiado con asiduidad en el programa de El Búho. “Sí, nos movimos mucho para dar a conocer a Larsen”, nos dice Mosca acordándose de que iban “cada dos por tres” a los estudios de Radio 3 para que pusieran sus canciones. Rana recuerda divertido, por su parte, la relación que entablaron con el locutor: “Le llevamos una maqueta y le hicimos gracia. A partir de ahí, nos metíamos en El Búho por la cara casi todos los viernes, creo que era”.
Desanimados de los contratiempos con la compañía de discos que les ofrecía Paco Pérez Bryan, deciden escuchar la propuesta que les hacen desde Spansuls para editar un disco. Eso sí, en ese momento estaban en semifinales del Villa de Madrid en su edición de 1982, y deciden esperar a firmar nada para no quedar descalificados del certamen. Pese a todo no conseguirían llevarse una edición especialmente complicada por haberse unificado diferentes estilos y modalidades en un único premio. Aún así no guardan un recuerdo especialmente amargo con su participación en el concurso, del que recuerdan la sorpresa que se reflejaba en las caras del público que les veía actuar, asombrados por la energía que eran capaces de desplegar en escena.
Lo que resultaría a la postre mucho menos gratificante fue la relación con Spansuls. Cuando echan la vista atrás nos confiesan abiertamente: “No quisimos esperar. Puede ser que metiéramos la pata porque después Spansuls nos tuvo congelados meses”. Pollo se refiere a que la grabación que tenían apalabrada para ese verano no se realizó hasta principios de 1983. El sello trataba de ahorrarse los costes del estudio y la banda no pudo entrar en Trak, en Madrid, hasta febrero de 1983. “¡No!” (Spansuls, 1983) se grabó en dos sesiones de unas 6 horas cada una. “Realmente nos sobraron unas 8, ya que hicimos todos los temas del tirón, sin muchos cambios”, recuerda Monje. El cantante también rememora de aquellas sesiones la colaboración de amigos para hacer las voces de la manifestación inicial que se oye en “Frontera francesa”, el tema que dedican a nuestros vecinos del otro lado de Los Pirineos, o los efectos que sugirió el técnico para el comienzo de “Lucha contra el tecno”, la canción con la que cierran el disco.
El maxi, uno de los primeros discos de punk del Madrid de los 80 junto con “Ya Está Bien” (Spansuls, 1982) de La UVI, tardaría en salir unos 7 meses más, lo que no hizo sino acrecentar el recelo de la banda para con el sello. A pesar de ello, quizás gracias a los manejos de Spansuls, Larsen vio como el disco llegó a ser el número 17 de la lista de Los 40 Principales, el programa musical de la radio. Rana nos reconoce abiertamente la aparente incompatibilidad entre los presupuestos del punk y la comercialidad de una emisora como las que le radiaba, pero aun así dice: “¡Pero molaba!”. Recuerda haber acudido a la gala de El Gran Musical, “cuando tocaba Olé Olé con Vicky todavía”. También se regodea contándonos detalles de la experiencia: “Las pasó putas el colega locutor para entrevistarnos. Contestábamos con monosílabos a sus preguntas y le huíamos descaradamente por el escenario”. Mosca, por su parte, nos habla de su sorpresa cuando escuchaba el tema “Frontera francesa” como sintonía cuando en los telediarios sacaban noticias sobre el conflicto de los camioneros españoles en la frontera al intentar transportar sus mercancías por territorio francés. Cuando le preguntamos al respecto, no duda en coincidir con su compañero: “¡Molaba todo lo que estaba pasando!”.
De la época de la edición del maxi, Pollo nos habla del concierto dado en el instituto de La Paloma del barrio de Estrecho en Madrid. “A mitad de actuación sacamos un muñeco hecho con unos pantalones vaqueros y ropa cosida, tipo espantapájaros relleno de bolas de papel; en la camiseta del muñeco ponía: “Soy un matón de Rock-ola” en alusión a la curra que le dieron a Mosca y otros colegas algunos matones de Rock-ola, que estaban el día de marras currando en la Morasol. Tiramos el muñeco a la peña que lo destrozó mientras tocábamos “Noche de destrucción en el Rock-ola”. A continuación empezaron a volar sillas, gente y hasta barras de pan con embutido. Panadería Bollería Nuestra Señora del Karmen, que tenían que salir a tocar a continuación, no pudieron tocar, porque el concierto se suspendió”.
No mucho después darían una actuación en primavera-verano de 1983 con Los Coyotes junto al edificio del desaparecido periódico madrileño Pueblo. “En plena efervescencia de nuestras maquetas en el Búho de la radio, antes de subir al escenario lo habían pintado con spray y ponía “Larsen vas a morir””. Los responsables de la misma eran una banda de heavies que tuvieron una trifulca con los seguidores del grupo. “Había mucha gilipollez de lucha entre estilos musicales (…) pero al final terminaron todos tomándola juntos”.
Larsen había cambiado su campamento base, una vez que los padres de Pollo venden la casa en Cerceda, desplazando primero su local de ensayo a Ascao, donde tuvieron que convivir con “olor a rata muerta” y yonkies que les entraban con machete en mano. Consiguen salir de allí cuando Paul (OX Pow), prácticamente vecino de Pollo, le ofrece compartir su local de ensayo, Faiko, situado en Embajadores. Ése sería el local definitivo hasta la disolución final del grupo. Es allí además donde reciben las visitas habituales de los componentes de La UVI.
Poco después de la edición de “¡No!” se produce la marcha de Monje. Justo antes de comunicar su decisión al resto, apalabra con un amigo de la pandilla, Chema Ortega, la sustitución al micro. “Chema era colega desde el principio, venía a nuestros ensayos, se conocía todos los temas perfectamente y encajaba con la idea de Larsen. Como dijo que sí y los demás también, el cambio se hizo muy rápido”.
Preguntado por las razones de su salida del grupo, Monje nos da dos motivos principales. El primero tiene que ver con el comienzo de sus estudios universitarios. La banda tiene por delante un plan algo apretado de actuaciones, con viajes a Huesca, Cataluña y Euskadi, con la consiguiente pérdida de tiempo para alguien que tiene planeado estudiar. También nos habla de cuestiones relacionadas con el estilo de la banda. Él, que era el responsable de las letras de las canciones, constata la evolución que estaban experimentado hacia temas más oscuros. “La música del Pollo era muy guitarrera para este estilo. La verdad es que las canciones luego quedaron muy bien, creo que las mejores que hicimos mientras yo estuve en Larsen, pero no era lo que yo quería; andaba buscando una onda más Bauhaus, más Joy Division, y eso en Larsen era muy complicado”. Todo ello le llevó a dejar la banda a finales de 1983, justo cuando el grupo se encuentra grabando un video para “Vomitas sangre”, uno de los temas del maxi “¡No!”; video que por otro lado no llegarían a terminar.
Por su parte, Chema, protagonista directo en el que se inspiraron para la letra de “Nacido de la pota de un punk”, por sus repetidas vomitonas sobre un cactus que tenían en el local de ensayo, nos cuenta precisamente sobre el ya mencionado concierto en Huesca, una de las primeras ocasiones que tuvo de actuar en directo con Larsen: “Salí un poco ciego al escenario. Creo que después del concierto me encontraron tirado por la calle”. Pollo recuerda que dicha actuación tuvo lugar frente a un grupo de camioneros “hiperputeados por los franceses en la frontera”.
El cambio de cantante no afecta a la dinámica de la banda que pronto se ve con nuevo material con el que afrontar grabaciones para preparar un nuevo disco. El problema era que las cosas con Spansuls, la compañía de discos, no terminan de arreglarse. Uno de los responsables del mismo, Sardi, desaparece sin dejar rastro, quedando su socio, Perico, como único rostro visible para tratar con las bandas que llevan. Pollo nos comenta que el estudio que les buscan para grabar las nuevas canciones, Colores, no es más que un intento por parte del sello para arreglar las cosas con el grupo. A pesar de las aparentes buenas intenciones, los acontecimientos no se sucedieron como a Larsen le hubiera gustado. “Grabamos el disco y otra vez la misma historia; meses esperando y el disco sin salir. El caso es que editan el single como adelanto del LP y ahí queda la cosa”. El sencillo al que se refiere Pollo es “Requiém / El Payaso” (Spansuls, 1984), disco con dos canciones que indicaban efectivamente que el grupo avanzaba musicalmente hacia otras coordenadas algo diferentes a las de su primera entrega.
Realmente supieron a bien poco, sobre todo porque no habría más material de Larsen con la banda en activo. Spansuls había dejado sin pagar el estudio donde habían grabado, con lo que los dueños del mismo se negaron a entregar el master. Tras una serie de conversaciones con ellos, el grupo decide en invierno de 1984 grabar canciones nuevas, pagando ellos mismos de su bolsillo el precio especial que les hacen en Colores. Centrados pues en perfilar un posible nuevo disco, aun teniendo uno retenido y sin muchas posibilidades de poder sacarlo a la calle, no se dejan abatir por las adversidades con las que se iban encontrando. De hecho están bien cerca de fichar por DRO, “pero al final Servando Carballar se echó atrás en el último momento”. A pesar de todos los esfuerzos la banda se encuentra de nuevo con más canciones que terminarían en el trastero sin poder ver la luz.
La actividad del grupo se resiente pues, y aunque se siguen viendo los fines de semana con las mismas ganas de pasarlo bien, lo cierto es que los ensayos se ralentizan enormemente. Mosca y Pollo empiezan a tocar en el local de vez en cuando con Steve Prescott, ex-componente de The Insane, que se había mudado a Madrid y andaba sin compañeros con los que tocar. Pollo tomó prestado el bajo de Rana para acompañarle. No duró sin embargo demasiado esta colaboración internacional, pero lo que sí cuajó algo más fueron los ensayos que, como guitarra, empezó a hacer con Brasi y Manolo de La UVI. Ambos vivían una especie de recuperación de la mítica banda tras el descanso que se tomaron después de editar “Ya Está Bien”. Al guitarra la oferta de tocar con ellos le llega en un momento crucial: “Quería volver a mi estilo más puro. Nos habíamos metido demasiado en el rollo siniestro o afterpunk. Estaba bastante harto de tocar eso, y ensayar con La UVI, otra vez en plan Pistols, UK Subs… fue definitivo para mi. Entré en una dinámica muy buena con la guitarra otra vez, empecé a sentirme a gusto volviendo a las raíces”.
Lo que finalmente germina de aquellas sesiones es el inicio de un nuevo proyecto: Commando 9mm, una de las bandas cruciales en el punk-rock, no ya de la capital, sino de todo el panorama patrio. En perfecta simbiosis, Manolo y Pollo, resultaron ser figuras claves que dejaron, en el tiempo que funcionaron juntos, amplia muestra de lo que es entender el rock de guitarras poderosas.
Los movimientos, que en términos prácticos resultaron todo un acierto para Pollo y Mosca, tuvieron sin embargo consecuencias para sus compañeros, ya que su marcha supuso el acta de defunción para Larsen. Siendo como fueron siempre una banda que había funcionado como la pandilla de amigos que habían sido desde el comienzo, se enfrentaban a los que sin duda eran los momentos más tensos de su aventura musical conjunta. Rana, uno de los damnificados, comparte con nosotros sus impresiones sobre aquel momento: “Supongo que el Pollo y el Mosca necesitaban hacer algo más profesional y lo cierto es que la última etapa de Larsen estaba siendo tediosa. Ninguno de los dos LPs que se grabaron habían encontrado salida y la frecuencia de los ensayos se iba reduciendo cada vez más. Imagino que encontraron en Manolo UVI la supuesta profesionalidad que no veían en el resto de Larsen”. Prosigue a modo quizás de reproche velado que ha perdido gran parte de la amargura que hubiera podido tener en su momento: “No obstante podían haberlo hecho un poco mas elegante… punk pero elegante. Siempre he creído que se precipitaron. En cualquier caso, eso carece de importancia ahora”.
Pollo consciente de las consecuencias de su elección, no se esconde a pesar de los años transcurridos: “Me jodió mucho por el Brasi que era un buen colega y nos llevábamos de puta madre, y me jodió muchísimo por Rana y Chema. Desde aquí les pido perdón si les perjudiqué al tomar la decisión que tomé en mi caso. Nunca les haría daño por nada del mundo, pero ya no se puede cambiar nada, es lo que pasó y soy parte responsable de ello”. Mosca no ve en todo aquello un parón del grupo: “En ese momento el grupo necesita evolucionar, seguir. Teníamos que dar un salto o nos quedábamos atrás… y de ese salto nació Commando 9mm”.
Sobre Larsen empieza entonces a actuar el manto con el que quedan cubiertas las cosas con el paso del tiempo. En un demoledor y quizás rutinario proceso por etapas, se les condena primero al olvido que trae el parón de toda actividad. Siguió después una lenta pero paulatina gestación de la correspondiente épica alrededor de la banda, con un máximo notable con la edición de material inédito en 2001. Coincidiendo con el regreso de Commando 9mm tras un parón, Pollo consigue que Potencial Hardcore edite un CD a partir de canciones que tiene en cintas de diversas etapas de Larsen. “Larsen” (Potencial Hardcore, 2001), producido por el guitarrista y masterizado por Isma (La Broma de Ssatán) es una recopilación inevitablemente dispersa, pero que proporciona material más que interesante. Es posible encontrar un par de temas de una maqueta grabada todavía con Monje al micro y canciones de las que el seguidor de la banda habría debido encontrar, de no haberse torcido las cosas, en los dos LPs que nunca se editaron. El proceso de recuperación y aprovechamiento de los temas fue laborioso debido al precario estado de las cintas que conservaba Pollo: “Estaban hechas una mierda y tenían mucho ruido de soplo”. Se volcaron al Q BASE digital en un estudio y se depuró la edición en la fábrica de Tecnodisco de Alcorcón (Madrid). La salida a la calle del CD motivó además el rencuentro de algunos de los miembros de la banda, que habían perdido contacto con el paso del tiempo.
A pesar de lo corto de su trayectoria y producción discográfica, el peso de Larsen en lo que vino después, al menos en lo referente a la escena punk de este país es más que evidente. Fue una de las bandas encuadrada en una ciudad volcada incluso institucionalmente en otras formas y estilos de vivir musical y artísticamente los vientos de la transición democrática, muy diferentes a los suyos. Ellos y grupos como La UVI, OX Pow, La Broma de Ssatán o Espamódiscos fueron coetáneos de la Movida Madrileña a la que veían “musicalmente más blanda” o como entretenimiento de “niños pijos”, y pagaron su gusto por el punk con el menosprecio del resto. Condenados a no encontrar sitios donde tocar o a llevar existencias de corto recorrido en los que, como le ocurrió a Larsen, las ediciones de sus discos eran el resultado de agotadoras batallas con los correspondientes sellos.
Jugaban en desventaja además frente a los grupos que surgían de las escenas punk mucho más potentes que la madrileña que se habían organizado tanto en Cataluña como en el País Vasco. Frente a estos últimos sin embargo, Larsen se enfrentaba desde posiciones mucho más favorables que algunos otros paisanos, ya que con temas como “Frontera francesa”, “El remedio fue peor” o “Política internacional”, resultaba complicado acusarles de falta de pegada en sus canciones frente a las rabiosas proclamas de la mayoría de las bandas vascas. Así nos los hacen ver inmediatamente cuando nos adentramos con nuestras preguntas al grupo en estas cuestiones. Aunque llegaron a tocar con RIP o Eskorbuto, en la sala En Vivo de Fuenlabrada (Madrid), creen que la etiqueta de Rock Radikal Vasco llegaría algo después de Larsen. Pollo recuerda bien el concierto con RIP. Fue en la sala Imperio en el madrileño barrio de Vista Alegre en el verano de 1984 con Chema de cantante. “No se llegó siquiera a la media entrada. Desmoralizante; era precisamente en ese momento en el que necesitábamos el apoyo de la gente y no ahora, que no paran de decir gilipolleces de ¿para cuándo un concierto de Larsen? Y toda esa mierda. Mi opinión es, pudisteis estar en el momento justo y no lo aprovechasteis. ¡No vengáis ahora con mamoneos de este tipo!”
Rana tampoco va mucho más allá en posibles teorías sobre colaboración o reconocimiento de escenas separadas geográficamente en aquellas ocasiones en las que compartieron escenario: “Algún concierto en el que coincidimos y en esos momentos tampoco estaban en condiciones de establecer comunicación alguna”. De hecho se muestra escéptico a conceder más crédito del necesario a los análisis realizados años después de la actividad musical de aquella época: “Siempre he creído que estas cosas se crean a posteriori. En aquel momento nadie creía estar haciendo historia o estar en medio de un movimiento cultural de relevancia”.
El tiempo ha convertido a Larsen en una referencia fundamental de aquella época, y no hemos resistido la tentación de preguntar a los mismos protagonistas por las razones, que en su opinión provocaron semejante status. Coinciden todos ellos en lo paradójico que resultaba ver la energía que eran capaces de mostrar en el escenario a pesar de su corta edad. Y es que realmente eran unos críos. Rana nos dice: “Hazte una idea: Mi firma en el contrato de Spansuls no vale una mierda; tenía 13 años cuando firmé y cuando se grabó el disco”. Monje, que ve cierta revalorización de la banda por el empuje que tuviera en su momento Commando 9mm, se muestra perplejo: “Nunca sé que pensar del “éxito” (relativo) de Larsen (…) No creo que en aquel momento fuéramos más conocidos que La UVI o Espasmódicos, pero al final hemos acabado todos en el mismo saco”. Rana habla, para justificar el reconocimiento que luego logró la banda, de “la creatividad infinita del Pollo” (al que además no duda en calificar como “el mejor músico punk de España”) “unida a la contundencia a la batería que le metía el Mosca y el estilo personalísimo del Monje”. Termina refiriéndose a la “frescura, espontaneidad, fuerza e inconsciencia” de Larsen como señas de identidad esenciales responsables de su repercusión final. Es más que probable que nada de eso hubiera sido posible de no haber sido, ante todo, un grupo de buenos amigos.
La insistencia de Pollo hace que la labor de recuperación del material que no pudo ver la luz por el fiasco con Spansuls en 1984 tenga continuación, y además del CD que saca Potencial Hardcore en 2001, salga el vinilo «Canciones Desenterradas» (Potencial Hardcore, 2019). El mismo mezcla canciones grabadas por las dos formaciones, la que tenía a Monje como cantante primero y luego a Chema. Esta primera entrega, remasterizada por Valentín Méndez en los estudios La Nota en enero de 2019, hace posible escuchar cortes inéditos hasta entonces: «Amenazas de muerte», «El proceso», «Destino», «El churro» y «Mi asesinato». Todos ellos buena muestra del punk oscuro y denso, sin velocidades excesivas, que les hizo tan especiales.
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