Un Año de…

Justo un año después de que saliera su primer vinilo, Vacaciones lanza su primer CD, con el lógico nombre de «Un Año de…» (Elefant, 2000). Ese grupo de Murcia que tocaba en salas de ensayo ha madurado en tan solo doce meses y ahora saca, posiblemente, su obra más perfecta.

Puesto a la venta al mismo tiempo que «Espero una Respuesta» (Elefant, 2000), comparte con él la portada y el tema que da nombre al anterior.

Si hay algo que hace destacar a Vacaciones sobre el resto de grupos con los que comparte páginas de fanzines es la calidad instrumental de sus canciones. La voz de Ruth es mala, como la de las demás bandas, todos hacen pop fácil de escuchar (aunque al que no le guste le sacará de quicio con apenas dos canciones) y las influencias residen en los años 60 y el twee del 86. Influencias que se observan también en la forma de vestirse y en las portadas de sus discos. Vacaciones tiene lo mismo que Los Fresones Rebeldes, Niza, Juniper Moon… Pero cuando la banda se pone a tocar, hay que mirarla desde otra perspectiva.

Rafa no es el mejor guitarrista de España, ni Ana la mejor teclista. Pero cuando ambos comienzan a tocar juntos y se les une al bajo Ángel y a la batería Jose, los murcianos alcanzan muchos momentos inolvidables. Un perfecto ejemplo de ello es el final de «No es tan fácil», cuando después de un minuto de canción agradable, sin mucha protagonismo de los instrumentos, Vacaciones saca su lado más punk. O en el principio de «Asesinato», cuando Rafa bautiza la canción con varias ráfagas guitarreras.

La voz de Ruth encuentra el perfecto acompañamiento en Ana. La teclista tampoco es una gran cantante, pero sus coros complementan la voz principal de Ruth. Forman un dúo más que atractivo, que sabe sacarse partido y conectar con el público nada más salir al escenario.

El CD finaliza con «Champagne«, donde Vacaciones comienza a hablar de las drogas y el alcohol como evasión al desamor. Es cuando menos sorprendente ver los murcianos hablando de temas como éstos, aunque cierto es que todos sabemos lo que se puede encontrar en clubes como 8 y Medio. Dejando las drogas a un lado, la composición es un buen cierre a un disco que se hace corto, que necesita de algo más. Un mini álbum que necesita «Sonreír» (Elefant, 2002).