Hay pocos grupos tan sinceros como Vacaciones. Titulan a un disco «Sonrerír» (Elefant, 2002), y eso es lo único que te entran ganas de hacer durante la media hora que dura. En realidad el disco provoca más ganas de levantarte y no parar de saltar, pero la felicidad que intenta transmitir el grupo murciano con sus composiciones es más que evidente.
De nuevo un cambio vital en la formación, y Carlos toma el relevo de Ángel al bajo. Carlos le da más importancia a su instrumento y sube su volumen “a lo Peter Hook”, para dejar de acompañar o marcar ritmos y ser independiente. Bien es cierto que en «Un Año de…» (Elefant, 2000)Ángel comenzaba a hacerse notar con sus golpes de bajo, pero es ahora cuando este infravalorado instrumento toma el lugar que se merece.
Pero, de nuevo, el mérito de todo el disco se lo lleva la pareja Rafa-Ana. Ambos crean con la guitarra (él) y el teclado (ella) unas composiciones rápidas pero coherentes. Eso es precisamente lo que Vacaciones encuentra en este debut en largo: la coherencia, el estilo. Por supuesto no estamos hablando de un punto de inflexión en la música nacional como Triana o Los Planetas, pero Vacaciones sabe lo que hace, y lo hace perfectamente.
Así que el grupo se reúne durante varios meses en Granada, bajo la producción de Carlos Hernández (algún día deberían dar un concierto-homenaje a este hombre sólo para poder ver en el escenario juntos a Los Planetas, Chucho, Sr. Chinarro, Airbag, Cooper…) y graba quince cortes. En la edición en CD sólo se pueden encontrar catorce, pues el otro es un bonus-track para el vinilo.
El resultado es «Sonreír», una obra más que admirable, que roza la perfección. Con él, Vacaciones se coloca en primera fila dentro del pop nacional y vuelve a hacer el dúo de festivales: Contempopránea y Lemon Pop, donde ya forman parte de los artistas reconocidos.
El disco se encuentra lleno de grandes hits, como «Premio de consolación«, «Sonreír», «Volverás» o «Imperfecta» (donde Rafa da rienda suelta a su lado más punk), entre otros más. No obstante, hay un par de cortes que se hacen pesados y no concuerdan en absoluto con la línea de los demás. «Igual que ayer» es toda una declaración de principios: “Hoy me voy a emborrachar deprisa”, comienza la canción. De nuevo la evasión del mundo real como escape del desamor. Pero la canción se hace lenta, incluso en su minuto y medio. Y qué decir de «Vacaciones en el mar», la gran losa del disco, a pesar de ser la primera canción que compuso Vacaciones, y que, curiosamente, dio nombre a la formación murciana.
Tanto en la música como en el cine hay trabajos infravalorados desde el momento en que pertenecen a un género determinado. Así, una comedia o una película de terror no van a cambiar la historia del cine. De la misma manera, un álbum de ese movimiento que tan mal se ha llamado “tonti-pop”, va a pasar inadvertido por cualquier tienda de discos. Pero en la comedia cinematográfica aparecieron un día Billy Wilder o Erns Lubitsch. Este disco es una obra maestra de ese sonido que nunca llegará a considerarse música.