Sencillo de debut de Obediencia formado por las cuatro canciones que más contentaron a la banda madrileña de la sesión de grabación con Mario Riviere (Silla Eléctrica, Muletrain, Aerobitch). Registrado en el verano de 2010 poco después de la que fuera primera actuación en directo, la que dieran en junio con Ana No Curra, Silla Eléctrica, Rumanía y Rey Muerto. Jorge, de Sólo Para Punks, se mostró pronto interesado en el material y se encargó de editarlo.
El resultado responde por tanto a la inmediatez y crudeza propia del tándem producción-edición que forman Mario Riviere y el sello madrileño, y que también caracteriza, por ejemplo, los discos de Sudor.
Reconozco que es un disco que me ha atrapado, por los mil y un detalles que ofrece: sobriedad, oscuridad, crudeza… No parecen fortuitos los tonos grises del diseño y portada. Grito descarnado y descorazonador de desesperación tanto en la música como la estética.
Si bien quedan claras las ganas de sonar directos, la opacidad y aspereza en el sonido juegan algo en contra de dos de las que parecen mejores bazas de Obediencia: la voz principal y las letras. La apuesta por el carácter translúcido para la contribución de Joana resalta la componente lofi, la que quizás mejor acompañe a una guitarra a veces descarnada y una percusión martilleante de fondo, pero impide apreciar el contenido de unas historias o versos que hablan mucho del tono anímico del grupo.
Distopías, sociedades frías y deshumanizadas, poesía de la soledad y el desánimo…. conforman el magma vital del que se nutren las canciones de Obediencia. «Edificios«, la primera de este disco, es buena muestra. Es una de las que más me gusta. Cortan las guitarras y raspan las voces.
«Tu hora ha llegado en un comunicado / Tu tiempo se ha acabado» es el estribillo de «Muerte al azar«, el cierre de la primera cara. Punk-rock de los 70 de The Adverts sin tanta oscuridad.
No desmerece la segunda cara. «El otro lado» me recuerda a Vice Squad, a Ultimo Resorte…, es enérgica y contundente.
El final lo pone una impresionante «Nada» y su electrificante tensión sostenida durante los más de tres minutos que dura. Hablan en sus referencias de Warsaw, la prehistoria de Joy Division, que me parece una comparación acertadísima para la atmósfera que se respira en este tema.
Obediencia abren o practican, como quieras, una vía en el punk de la que me declaro fan incondicional.