Disco de debut de Speed grabado, al igual que la mayoría de su producción posterior, en los estudios Tsunami, bajo la supervisión de Josean López su técnico. En esas mismas instalaciones, y en fechas muy similares en las que trabajó Speed, abril de 1985, se gestaron discos de los que se pueden considerar como históricos: «Salve» (Soñua, 1984) de La Polla Records y «Kortatu» (Soñua, 1985) de Kortatu.
El proceso de elaboración no estuvo exento de problemas, sobre todo en lo referente al pago de los costes de estudio, ya que en principio los donostiarras contaban con la promesa realizada por parte de un periodista y un hostelero de la ciudad de oficiar como mecenas de la empresa. Sin embargo el dinero nunca llegó: un día después de apremiarles para que pagasen lo que habían prometido, la pareja se vio implicada en un intento de robo que acabó con ellos en la cárcel. Tuvo que ser gracias a un préstamo bancario con el aval del padre de Nando, guitarra del grupo, que se pudieron cubrir los gastos de la grabación.
Portada con logo de la banda obra de Roskow, hermano de Iñaki «Fisuras» Huarte, el otro guitarra, que se encargaría de los diseños de la práctica totalidad de los trabajos siguientes.
El disco transita en lo musical por vertientes bien diversas. Hay toques siniestros, macabros (sin llegar a cruzar por ello la frontera hacia el post-punk u oscuridades semejantes), que no abundarían luego en los siguientes trabajos. «Gabacho«, «El muerto» e incluso «El tiempo mata» podrían encuadrarse en este apartado. Hay también rock correoso y su buena dosis de experimentación.
Es curiosa la sintonía con bandas como Larsen a la hora de lanzar un encendido escupitajo hacia el otro lado de los Pirineos. Cuando les preguntamos al respecto de «Gabacho«, Nando nos confirmaba: «Estaba inspirado en ensalzar la admiración que teníamos por nuestros queridos vecinos en aquellos años y en la ejemplar confraternidad que demostraban cada vez que cruzábamos la frontera». La de Speed es una canción arisca y cruda… ofensiva.
Algo más ralentizada suena «Huelga«, que es punk-rock de clase obrera, a la que por otro lado siempre pertenecieron los componentes de Speed, que bien pudieran definirse, a tenor de lo que cantan en la canción, como «Licenciados en vueltas de tuerca«. Guitarras que pueden llegar a sonar quejumbrosas para denunciar lo crítico de la situacion laboral y social.
Y si no de denuncia, el disco está plagado al menos de constatación de lo mal que va todo. La simple existencia es demencia («Qué demencia«), vivimos esclavizados por la paranoia del tiempo («El tiempo mata«) y lo único bueno es que uno ya está muerto («El muerto«). Además no hay problema porque como 1985, el año en el que se graba el disco, está dedicado desde las instituciones a la juventud… Juventud a la que en realidad la sociedad bienpensante no ve más que como gamberros, como cantan Speed justo para cerrar el disco.
Sobre injusticias sociales tales como el tratamiento hacia la locura y la aceptación del alcohol, a pesar de sus efectos nocivos sobre la salud, volverían a tratar en el maxi «¡Ya Estamos En Europa!» (Victoria, 1986).
Encuentran entre tanta crítica mordaz hueco para momentos mucho más cómicos escritos en una vena gamberra. Algo similar a la que llegarían a tener algunos de los temas de La Polla Records pasada la virulencia de los primeros discos. «Come huevos» es una muestra. Enumeración de todas las «ventajas» que trajo la paternidad prematura al protagonista de la historia. Auténticamente desmoralizante, está escrita con cinismo («y encima la madre se ha puesto como un camión«) y tocada a ritmo de punk-rock algo más luminoso que la tónica general del disco.
Con «El derecho a la vida» se sigue la misma línea que de la canción anterior pero la letra parece encontrar alguna que otra dificultad para garantizar la misma frescura. Termina el tema además con campanas y coros angelicales, efectos ambos que no deberían sorprender en exceso en vista de otras licencias más allá del punk-rock que se permite el grupo. Y es que en las dos versiones que hacen del tema «Máquinas» proponen primero aires casi marciales y luego un ensayo de aderezos de techno de primerísima generación usando un sintetizador que había en el estudio. Una pequeñas frivolidad quizás.
Disco con poco o nada que descartar. Más que recomendable