“El Flamenco se lleva bien con el rock porque todas las músicas están con las mismas notas, do, re, mi, fa, sol, la, si. Pero hay que saberlas tocar y con ese don se nace o no se nace”. Esta frase, aunque dicha por Manuel Molina, miembro de Smash al final de su carrera, se puede extender a la idiosincrasia del grupo. Esa manera de entender la música, mezcla de atrevimiento, insensatez y locura propia de la juventud, fue el santo y seña de la formación durante toda su vida hasta el punto de que cuando perdieron cierto control de su música, finiquitaron el grupo. En sus primeros años su sonido se acercaban más al rock, al blues, la psicodelia y el rock progresivo, pero evolucionaron en su última etapa para conjugar lo aprendido con unos toques de flamenco que fue por lo que se hicieron más conocidos.
Esta historia comienza en Sevilla a finales de los 60 cuando Gualberto García, multiinstrumentista que había sido miembro de Los Murciélagos y Nuevos Tiempos, acudió al club Dom Gonzalo, cuyo propietario era Gonzalo García-Pelayo, más conocido posteriormente por su relación con los casinos, donde estuvo tocando varios temas. Al acabar Gonzalo se ofreció darle los instrumentos de los Gong, supuestamente extintos, si formaba un grupo. A Gualberto le motiva la idea y empieza a sondear a músicos de la ciudad. En los primeros que pensó fue en unos ex-compañeros suyos en Los Muerciélagos, Mané y Silvio. Pero por diversas razones tuvieron que denegar la propuesta. Los siguientes fueron Manolo Rosa y Jesús de la Rosa. Pero este último quería aprender a tocar algún instrumento además de cantar y se fue a hacer unos bolos a un barco. Finalmente junta a Julio Matito, que se encargaría del bajo y de cantar, y a Antonio Rodríguez que pasaría a tocar la batería, formó la banda. Del nombre se encargó Gonzalo que fue el que les bautizó como Smash.
Al año siguiente empezaron a ensayar y en el verano de 1969 se presentan y ganan el Festival de Grupos del Estrecho celebrado en Algeciras y organizado por Jesús Quintero. Otro de los grupos participantes eran Los Solos, que contaban con un guitarrista danés de aspecto hippie que atraído por el flamenco recaló en Andalucía; su nombre Henrik Liebgott (también conocido como Henrik Michael), y poco después se convertiría en componente de Smash. Así la formación inicial estaba completa.
Logran llamar la atención de Diabolo, un pequeño sello que a finales de ese mismo año les graba su primer sencillo “Scoutting / Sonetto” (Diabolo, 1969); al ser una casa pequeña el single no tuvo mucha distribución y apenas se dieron a conocer. También carecía de suficientes recursos para poder dar al grupo todo lo que necesitaba para poder expandir al máximo todo su potencial, pero antes de cambiar de sello sacaron un segundo single, “Scoutting / Ensayo nº1” (Diabolo,1970).
Nuevo año, nuevo sello. En 1970 fichan por Phillips y lanzan un par de singles que tienen una mayor distribución, tanto que el club de lectores recoge ambos singles para elaborar su único EP. En otoño de ese año lanzaron su disco de debut “Glorieta de los Lotos” (Phillips, 1970). Fue bien acogido por la crítica más vanguardista del país, en especial por la Musical Express. Esto les ayudó para poder seguir la vía de la experimentación, y aceptaron el ofrecimiento de la compañía teatral Esperpento de musicar la obra de teatro “Antígona” de Bertolt Brecht. Pero la verdad es que no tuvieron mucho éxito con esta aventura, solo actuaron un par de veces; eso sí, dando una muestra de lo que era el grupo. El primer día llegaron tarde a la actuación y sin haber ensayado juntos se pusieron a tocar lo que les parecía. Eso era parte del grupo: las actuaciones en directo eran algo caóticas, pues las guitarras flamencas no se acoplaban bien con los amplificadores y la mezcla de flamenco y las estrofas en inglés no dejaba de ser un tanto estrambótico. Como dice Gualberto, “el sonido caótico ha sido siempre uno de los sellos de Smash, porque del caos siempre terminaba saliendo nuestra mejor música. Y la pena es que los discos no nos hacen justicia”.
A finales de año, Oriol Regás, perfecto conocedor del negocio cultural alternativo de Barcelona, les pone a su disposición un apartamento en la Costa Brava, nuevo equipo instrumental y un adelanto para que hagan lo que quieran. El grupo vio una oportunidad única para poder desprenderse de Phillips, compañía que nunca había creído en ellos y que les metía presión para que grabasen temas estándar de la época. Pero el problema está en que todavía tienen contrato vigente con Phillips, por lo que para finiquitarlo graban su segundo disco “Esta Vez Venimos a Golpear” (Phillips, 1971).
Ricardo Pachón, mánager del grupo, intenta dar un cambio dentro del grupo. Para ello intenta convencer a Manuel Molina, guitarrista flamenco como su padre, para que entre dentro del grupo. Él se niega, pero al ofrecerle sacarle de la mili lo acepta sin pensárselo dos veces. Esta incorporación es muy importante para la evolución del sonido del grupo, ya que Smash empieza a tender más hacia postulados cercanos al flamenco.
Ya en Barcelona, Oriol Regás propone a Alain Milhaud como productor y con él graban multitud de canciones, pero solo verán la luz las canciones que el sello considera más comerciales. El primero de ellos fue el sencillo “El Garrotín / Tangos de Ketama” (Bocaccio, 1971), que fue lo más cercano al éxito que estuvieron y donde se demuestra una clara inflexión hacia la mezcla de rock y flamenco. El resultado final desagrada a Gualberto, que le parece suave y comercial, le intentan convencer para que siga pero no hubo marcha atrás. “Por aquella época, uno de los mánagers habló conmigo y me dijo que si aguantaba dos años me iba a forrar y que después ya haría la música que verdaderamente me gustaba”. Esto no le gustó nada y se marcha del grupo antes de que se edite el single. Aunque la idea del grupo había sido de Gonzalo García-Pelayo, el título de Smash era de Gualberto, que lo registró a su nombre porque era el único que tenía el carnet del sindicato de músicos. Así que hizo un trato con los mánagers y les cedió el nombre de Smash a cambio de que le dieran su guitarra y el amplificador. Pero cuando firmó lo que querían no le dieron nada. Sus compañeros no sabían nada de esto, ni tampoco Gualberto se lo dijo, simplemente se fue a Estados Unidos.
Ya sin Gualberto dentro del grupo, Alain Milhaud prepara lo que sería su tercer disco, pero tras la salida al mercado de “Ni Recuerdo, Ni Olvido” (Bocaccio, 1972) Julio Matito deja el grupo y el resto del grupo decide no seguir y finiquitar la aventura.
Años más tarde cuando el catálogo de Bocaccio pasó a Zafiro, Vicente Romero buscó todas las sesiones de los últimos tiempos del grupo para poder sacar un disco, pero sólo encontró cinco temas. Aparecieron como Cara A en un LP titulado “Vanguardia y Pureza del Flamenco” (Chapa, 1978), cuya cara B sería para una selección de cantes de Agujetas acompañado por la guitarra de Manolo Sanlúcar.
Después de la separación, cada uno siguió su camino, Gualberto se fue de España y comenzaría su carrera en solitario y también trabajando como arreglista. Julio Matito fue por solitario mientras que Antonio Rodríguez tocó la batería con Pata Negra, Goma y Kiko Veneno. Henrik volvió a su país para seguir tocando en grupos de sonido flamenco y Manuel Molina formo el dúo Lole y Manuel con su mujer Dolores Montoya.
A finales de los 70 Julio Matito se involucra en política gracias a que conoce y traba amistad con diversos políticos socialistas, años más tarde bastante importantes, y anarco-sindicalistas pero rápidamente se decepcionó de ella y se metió en un barco seis meses. Cuando volvió propone a Gualberto y Antonio retomar Smash. Para la presentación de la reaparición acuerdan ir al programa «Musical Express» (TVE) dirigido por Ángel Casas. El programa sería un especial dedicado sólo al grupo. Se graba y se le pide a Julio que se quedara unos días en Barcelona para realizar una entrevista para completar el programa. Al día siguiente de la grabación Julio Matito fallece en un accidente de automóvil dando al traste con el proyecto. A Smash le pasa como a Kaka de Luxe, que bastante más relevante que su obra musical es la brecha que abrieron. Fueron de los primeros grupos que fusionaron el flamenco con el rock, y padres de lo que se dio por llamar el rock andaluz, ejerciendo una gran influencia en los años siguientes a su desaparición.
El 19 de mayo de 2015 fallece Manuel Molina a los 67 años de edad en su domicilio de San Juan de Aznalfarache, víctima de un cáncer terminal.
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