En la segunda mitad de los 70 florecen en el archipiélago canario una serie de interesantes bandas, que en principio parecen competir entre ellas por encontrar el nombre más atrabiliario: Teclados Fritos y El Eructo del Bisonte son las que más van a destacar, dejándonos trabajos estimables marcados por su adoración por el rock de toda la vida.
El Eructo del Bisonte se forma hacia 1976 en el barrio de La Paz de Santa Cruz de Tenerife y pronto se convierten en el grupo más seguido de la isla con frecuentes actuaciones en su ciudad y en la cercana La Laguna. Su estilo directo, sus buenas guitarras, unas composiciones de calidad que en algunos casos hacían referencia a lugares de su isla les ganan rápidamente un puesto de honor en los gustos musicales de sus paisanos. Ellos son Oscar Santana (bajo y voz), Carlos Real (batería), Tomás Pacheco (guitarra) y el líder de la banda y , Dany Pacheco (voz, guitarra y teclados).
Su buen hacer va a trascender las islas y en 1978 Movieplay va a interesarse en ellos. Viajan a Madrid para grabar en los estudios Sonoland, bajo las órdenes del productor Gustavo Ramudo y el ingeniero de sonido de la casa, Pepín Fernández. De aquellas grabaciones nacerá a finales de aquel año su único y homónimo LP. Interesantes canciones como “El kiosko de La Paz”, “Rock and roll nada más” o “El hombre mosca”, que sería también editada en formato single. Aprovechan su estancia en la capital para realizar algunas actuaciones y peregrinar por las emisoras de radio.
El disco no va a funcionar, salvo en su tierra, y El Eructo del Bisonte decide en 1980 adoptar una música más facilona y cambiar de paso alguno de sus componentes. Desde entonces se harán llamar Palmera y conseguirán colocar alguna canción en el competido hit parade de los primeros años 80. En la siguiente década, Daniel Pacheco también publicaría algunos discos en solitario.
Hoy, El Eructo del Bisonte, es uno de los grupos canarios más recordados y el adjetivo de pioneros va unido de forma indisoluble a su rebuscado nombre. Para la historia ha quedado su fácil rock and roll y sus temas bien construidos que poco o nada tenían que envidiar en ningún aspecto a temas de bandas con mucho más nombre. No es ningún disparate encuadrarlos dentro de la new wave, término que apenas estaba acuñado cuando el cuarteto tinerfeño grabó su único LP bajo este nombre.
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