Quizás el mejor momento para escuchar este disco sea cuando el sol cae y comienza a sembrar el entorno de sombras misteriosas. Un disco que trae consigo la belleza oscura del atardecer, en el que el pop se viste con una fría calidez atemporal que recuerda a grupos como Aviador Dro, Parálisis Permanente y Décima Víctima. También se debe mencionar su facilidad para encontrar la profundidad a través de la sencillez, algo al alcance de muy pocas formaciones, en ese sentido, salvando las distancias, conectan con Family.
En las letras se percibe una serenidad por momentos angustiosa y depresiva que los aires de pop electrónico que las envuelven consiguen mitigar dejándonos un dulce regusto melancólico.
Un viaje dominical a Oporto en coche con Brian Eno como banda sonora y unas copas de vino para brindar perfilan una “Noche ideal”. Un corte aparentemente inocente armado con programaciones sencillas pero muy efectivas.
“Deprimido” es una atmósfera oscura y dura, el cansancio y la rutina son losas insalvables… “me muero, me muero” afirma con rotundidad Carlos entre ritmos que miran de reojo a los primeros New Order. Los aires más nueva oleros llegan con “El vagón de enfrente” y los más siniestros y truculentos con “Tienes fuego”.
En “Pánico” –su canción más conocida- se acuerdan del 11 de Septiembre y hablan de aviones sembrando el terror en Manhattan. “Horizonte” es pura poesía de la opresión –“No estoy dispuesto a seguir el triste destino / llego ya el momento de salir del vacío / ¿Cuánto tiempo he de seguir así de perdido?… ¿Dónde está el horizonte que no puedo alcanzar?-.
En “Falsas ilusiones” se acercan a Aviador Dro y a Kraftwerk mientras que “Naufrago” guarda un cierto parecido con el “Cuatro rosas” de Gabinete Caligari. Dejan para el final los ritmos más incisivos, los de la instrumental “En ciudades”.