El disco de Rata Negra grabado durante la pandemia de 2020, el año del parón. El trío madrileño buscó asilo en los estudios Reno de Ramiro NietoAñade este contenido (The Right Ons) que, además de responsable de los detalles técnicos de la grabación les ayudó a incorporar efectos de «atmósferas épicas y coros mágicos».
Las canciones de Rata Negra tienen melodías deliciosas que empastan perfectamente con la voz de Violeta, pero detrás de toda esta belleza y jugando, no a la contraposición, sino más bien a la combinación, en sus letras suelen explorar siempre el lado oscuro y sórdido de las cosas, en una especie de regocijo similar al de algunos momentos del universo de Los Pegamoides. Imaginarse en un avión a punto de estallar en el aire, o en una playa llena de cadáveres, o sencillamente llevado al aburrimiento por la falta de novedades, por tener sí, una vida vulgar, o a la desesperación por ser víctima de una maldición que aprisiona como una penitencia. Porque efectivamente el odio a la humanidad, escarmiento, maldiciones y descanso sólo cuando uno muere son parte fundamental de la ecuación.
Y es que si algo tienes que tener claro a estas alturas es que ellos te ponen delante de la cara lo que no quieres ver, te hacen sentir las bombas que caen a tu alrededor y de las que pretendes escapar sencillamente cerrando los ojos. Te hacen desconfiar del chico del que, sin embargo, Violeta dice querer ser su novia.
«Llorando» tiene en su comienzo algo de los primeros Ilegales, mientras que el de «Lo sublime» recuerda a Glutamato Ye-Yé. Pero para arranques destacables, el de «Maldición», que se resiste a romper manteniendo la tensión de una de los momentos más oscuros del disco.
Justo a continuación y casi como a modo de compensación, como si de unos rayos de sol tras la tormenta de nubes cerradas, la producción de «Cuando me muera» parece sacada de los estudios de Phil Spector.
El disco acaba con una historia de hombres-lobo. Una historia de amor de las que gusta contar a Rata Negra, porque con toda la dulzura de la canción, de las bonitas melodías (con guitarras que suenan algo a Pixies, por aquello de seguir con las posibles comparaciones), todo acaba con el desgarro en la cara que hace la bestia a su amada.
Para la portada vuelven a los blancos y negros de varios de sus discos anteriores, aunque el vinilo verde y el rojo predominante de la carpeta interior, donde también aparece una simpática foto de los tres de la misma sesión que la de la contra.
Rata Negra son cada vez mejores. Afianzados de una vez por todas en el universo temático en el que mejor se defienden, mezclando en pócimas agridulces la realidad que querrías ver y las capas de amarguras, miedos y aprensiones que nos envuelven, componen canciones de música que no hace sino crecer a cada disco.