Una Semana en el Motor de un Autobús

Una Semana en el Motor de un Autobús

Hay obras que impone el cánon que por ese mismo hecho no se suelen discutir, aunque un análisis pormenorizado da como resultados sorprendentes observaciones. Si se considera a “Ciudadano Kane” (Orson Welles, 1941) la mejor obra de la Historia del Cine en muchas de las listas de crítica de los más diversos medios, es difícil objetar que tiene cualidades superiores “El Cuarto Mandamiento” (Orson Welles, 1942). O si “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (Parlophone, 1967) es el disco definitivo, ¿por qué pierde si lo comparamos frente a “Revolver” (Parlophone, 1966)?.

Unos Planetas al borde de la disolución, con problemas personales, con miembros de la banda en constante mutación, con una relación con su discográfica al filo del cisma, asumiendo que nunca llegarán a ser unas estrellas del rock nacional a la altura de Nirvana en el internacional. Tras el tropezón artístico y comercial de “Pop” (RCA, 1996), arrastrándose en conciertos infames, llenos de baches derivados de los problemas de salud entre algunos de los componentes del grupo… o sea, en el peor momento posible.

Se impone una reflexión y un alejamiento de todo lo que les rodeaba, y toman la decisión de irse a Nueva York a grabar un cancionero mucho más ambicioso del que jamás se habían atrevido incluso a sugerir. De nuevo cuentan, como en “Pop”, con la producción de Kurt Raskle, y si allí se revelaba su trabajo como un completo error, en este es uno de los mayores triunfos, dotando de empaque formal y cuidando hasta el más mínimo detalle de sonido en un disco que llevaría en el título un homenaje a Dylan con el extravagante “Una Semana en el Motor de un Autobús” (RCA, 1998).

Como explicarían en las entrevistas, el título se refiere a sus estado anímicos tras salir de todos los problemas antes referidos. Al renacimiento como grupo y personal. J y Florent siempre se encargaban de recordar que para ellos la banda no era un mero entretenimiento, como para tantos otros compañeros de generación. Que era su propia vida, y que la pasión desmedida que ponían en ella se reflejaba en el resultado final. Para bien y para mal.

El disco comienza de manera impactante con “Segundo premio”, que además fue el primer sencillo. Es curioso que fuese el último tema en ser compuesto y grabado, y que se debiese a que RCA, que estaba más o menos contenta con el resultado aunque les pareciera un disco incomprensible, consideraba que necesitaban algo más para redondear el álbum, dar con la canción estandarte del mismo. Nunca podrán estar demasiado agradecidos el grupo a esta presión. Con una melodía calcada a “Promesses” del francés Etienne Daho, y una letra de las que parecen al alcance de escribir cualquiera y que sólo consigue J, impresiona desde los primeros segundos por la potencia rítmica que imprime el recién incorporado batería Eric Jiménez (también en Lagartija Nick). La crudeza tanto musical como de la letra, el desamor a flor de piel y la redención en forma de advertencia vengativa final, consiguen marcar a toda una generación de oyentes de música en español que cae rendida en masa a la religión planetaria. Es mucho más recomendable la versión del disco que la versión radio edit que estaba en el single sin la impresionante coda final de arreglos de cuerda y orgía rítmica en las manos de Eric. Pero en ese sencillo, la Cara B sirve de excelente complemento en la siniestra, violenta y brutal “Algunos amigos”.

Tras este arrollador inicio, la cosa, lejos de detenerse, comienza a tomar impulso cuesta abajo y sin freno. Continúa con la energética, powerpopera, digna de las enseñanzas de unos Pavement o los Lemonheads más brillantes, “Desaparecer”, con otra letra llena de bilis y rabia, con una fiereza tan grande como los aullidos de lobos que se escuchan en su maraña de vibrantes guitarras. La función prosigue con un descanso lleno de belleza con “La Playa”. Recordando ligeramente a “David y Claudia” de su anterior disco, narra un pequeño cortometraje de celos y dudas en un amor de verano. Lo que cuenta es tan näif y profundo a la vez como pueda serlo una película de Eric Rohmer.

Tras esto prosigue la psicodélica, preciosista y abstracta, “Parte de lo que me debes”, que parece beber del tan en boga por aquellos momentos post-rock, tanto en su vertiente de Chicago como del sello canadiense Constellation.

Hasta este momento no hay nada que objetar a un cuarteto de inicio magistral. Pero el análisis pormenorizado del mito hace que podamos observar la gran debilidad que aqueja a este disco. La plana “Un mundo de gente incompleta”, la intensa pero obvia, pura Serie B garagera, “Ciencia ficción”; la monótona y alargada “Montañas de basura” -casi una conga-noise-, y la espantosa “Cumpleaños total”, dotan de una debilidad bastante considerable a la columna vertebral del disco.

Por suerte para este, para ellos, y para nosotros, el tramo final impresiona y, no es difícil aventurar, es el que consigue el infeccioso poso que convierte a este disco en un tótem dentro de nuestra música, apareciendo sin falta en todas las listas de mejores álbumes de nuestro país. El paraíso químico de “Laboratorio mágico”; lo psicotrópico del abandono de Toxicosmos; la aceptación de la derrota -o de la propia identidad- de “Línea 1” con su poesía de la cotidianeidad; la búsqueda interior, renacimiento incluido, de la majestuosa, y paradójicamente breve en sus casi diez minutos, “La Copa de Europa”, en la línea de unos Spiritualized pletóricos, dan forma a uno de los encadenados de grandes canciones menos habituales de la música en español de cualquier época, como no se recordaba desde los mejores tiempos de Dinarama.

¿Qué queda del culto a este disco? Sin duda es un disco excelente lastrado por una parte central que se acepta de mejor manera gracias a su tercio inicial y a la brillantez con la que termina. Las supuestas interpretaciones sobre la historia de que era un disco conceptual sobre un chico al que le dejaban, se perdía en fiestas y drogas para luego redimirse, la verdad, además de pilladas por los pelos, le hacen un flaco favor a la comprensión del disco por su simpleza, rozando lo idiota como planteamiento.

El disco seguirá apareciendo de forma invariable en cualquier listado de imprescindibles de la música española. ¿Podría considerarse a este disco como un gran disco? Sin duda. ¿Cómo el mejor de los andaluces? Los reparos explicados me hacen dudar mucho de esta tesis.

Grupo:

Hablar, escribir sobre grupos o artistas insignes,...

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Tracklist:

  1. Segundo premio
  2. Desaparecer
  3. La Playa
  4. Parte de lo que me debes
  5. Un mundo de gente incompleta
  6. Ciencia ficción
  7. Montañas de basura
  8. Cumpleaños total
  9. Laboratorio mágico
  10. Toxicosmos
  11. Línea 1
  12. La Copa de Europa

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