El primer disparo discográfico de Los Guajes, aún siendo básicamente un disco de versiones (aunque quizás precisamente por eso) muestra a las claras el universo referencial y los ingredientes sónicos que conforman la identidad del grupo.
Tan deudos de los combos patrios de los 60 como de los cantantes melódicos de la época y del garage rock, el sonido de estos debutantes (que no novatos) Guajes supone algo así como el imaginario punto de encuentro entre Los Brincos, Bruno Lomas y The Sonics, aunque podríamos citar perfectamente otros tres ejemplos.
El disco abre marchoso, con una relectura rock de “Mi gran noche” (original de Adamo pero más conocidas en éstos pagos por la versión que de ella hiciera Raphael) en la que, amén del empaque del que hace gala el tejido instrumental, destaca el vozarrón de Kike Guaje, pleno de poderío y generoso en registros, siendo, con mucho, el elemento más reconocible del conjunto.
Prosiguen el guateque inyectándole un chute de garajeo a “Tremendo”, que no es otra cosa que el “Sono tremendo” del italiano Rocky Roberts.
“Ganas de matar”, primera muesca de factura propia, pone de relieve que, pese a la fórmula sónica, la producción lírica de Los Guajes puede alejarse y mucho del mero ejercicio de estilo.
En “Derribado” hacen por vez primera lo que será una constante en el disco: traducir al español el título del corte que versionan (“Shot down”, de The Sonics), pero manteniéndose fieles al idioma del original. Idéntico proceso llevan a cabo en las sucesivas “Estoy seguro” (“I can tell”, Bo Diddley, aunque la sombra de la relectura de Dr. Feelgood se intuye alargada) y “Cuerda de presos” (“Working on the chain gang”, Sam Cooke). Especialmente bien les sale está última, llevándosela por completo a su terreno y saliendo airosos del siempre difícil trance de versionar al mítico soulman.
Despliegan su vena más fuzz y primitiva para recrear “Tú me añorarás”, del gran Bruno Lomas. No menos cavernícola suena la segunda composición original que aportan bajo el contundente título de “Zombi del amor”.
Vuelven a rendir tributo a Bruno Lomas (si bien la composición primigenea es del Dúo Dinámico) empapando su “Como ayer” de regusto ramoniano y bubblegum, logrando a mi juicio una de las adaptaciones más logradas del álbum.
Encaran la recta final del disco rindiendo pleitesía a los Rolling Stones del “Aftermath”, trocando su “Out of time” en “Demasiado tarde” y con Kike tirando de italiano macarrónico en “La misma playa” (“Stessa spiagia”, Mina).
Nos encontramos ante un disco de debut que suple la evidente carencia de material original con dosis insultantes de frescura, energía, buen gusto e instinto. Una conjunción de factores que pondrían en el mapa –del underground– al combo de Gijón.