“¡Rascale! / Vais a ser testigos de algo especial / si estáis preparados para flipar, chiriririchichi”
Qué te parece, cómo te quedas. Yo me quedo helado, desde luego. Así empieza el regreso de Jaime Urrutia, tres años después de haber hecho desaparecer en un sombrero de copa a Gabinete Caligari. Tres años dedicados a crear canciones, sacar a pasear sus maquetas y tirarse de los pelos hasta que pudo editar su vuelta a las tiendas de discos. Quienes confiaron en él sabían lo que se hacían, entre otras cosas porque eran viejos amigos: Productor; Jesús N. Gómez, quien ya lo fuera de la mayoría de los discos de Gabinete Caligari. Estudio; Doublewtronics, donde se grabaron muchos de los discos más míticos de La Movida. Sello; DRO. Ese mismo timbre llevaban los tres primeros discos de Gabinete. Portada, contra y fotos interiores; Alberto García-Alix, quien ya hiciera las instantáneas que dieran imagen al inigualable «Camino Soria» (EMI, 1987). Escenario de las fotos; Plaza de Toros de Las Ventas, el barrio de Urrutia.
¿Así que quiere recobrar el espíritu y el sonido de los primeros Gabinete? ¿Va y saca un disco sentimentaloide relleno de trucos viejos? Pollas. «Patente de Corso» (DRO, 2002) era el documento oficial que daba permiso a algún criminal a liarla parda en poblaciones enemigas. En este caso, su traducción es ésta; “beneplácito concedido a Jaime Urrutia por Jaime Urrutia para hacer lo que le salga en su próximo lanzamiento”. Así que nada de gabinetadas; realmente lo que entra aquí son cosas que no hubieran entrado en su época con el grupo. Muchos estilos, y sobre todo, el aire optimista que sopla en el álbum son novedades nunca antes exploradas. Esta es una obra soleada, de un resucitado en plenas facultades, con una literatura que sigue consiguiendo trascender a través de la cotidianidad, y con una voz personal y experimentada.
Desde el sencillo, “¡Qué barbaridad!” (con su vídeo promocional, con un trío presentando un informativo de coña; Urrutia, Antonio Resines y El Hortelano), pasando por la emocionante bossanova “Vestida para mí”, el rock calamérico (del Calamaro de Los Rodríguez, quien, por cierto, le sacó en un par de bolos de su gira antes de la publicación del disco) “Mentiras” (en origen del grupo valenciano La Rocka), el chute de almíbar de “Castillos en el aire”, el rock ascendente y contundente “¿Dónde estás?”, el mejor tema de todos, la gabinetera “Completamente feliz”, la alegre y dúodinamiquera “Toda mi vida”, un tema sobre el amor maduro, “¿Qué hay de comer?”, la anacrónica pero bella “Cántame” y la última, la festiva “Escándalo de amores”.
Diez canciones, 35 breves pero intensos minutos que reafirman y devuelven a la actualidad a uno de los grandes, aunque los medios no prestaron demasiada atención a un tipo feo, viejo y poco dado a la polémica.
En el 2003 sale al mercado una nueva reedición del disco que incluye las 10 canciones, con nuevas versiones de «¿Dónde Estás?» (con Loquillo, Calamaro y Bunbury, rollo Travelling Willburys) y «Escándalo de amores«, dos canciones en directo (una de ellas con Ariel Rot), dos temas maqueteros y cinco videoclips un tanto bochornosos.