Primer disco en larga duración de La Banda Trapera del Río. Las vicisitudes que sufrió su edición y lo que tardó el grupo en poder sacar a la calle el siguiente, le confirieron a este trabajo cierta dosis de leyenda. Por un lado, con todo ya grabado (en una sola sesión con mezclas en hora y media a finales de abril de 1978, en los estudios que tenía la compañía en el barcelonés barrio de Horta) la salida al mercado se retrasó casi un año por huelgas en las diferentes empresas involucradas en su distribución.
La banda siempre encontró dificultades para poder encontrar promoción de sus canciones en prensa escrita y radio, por lo arisco de su propuesta: letras que rascaban como lijas, música estridente, guitarras -Modes ya se había hecho con el puesto oficial de guitarrista- que distorsionaban a la mínima oportunidad… Tampoco lo pusieron fácil ellos; la portada por ejemplo los presenta en el local, de espaldas a la cámara de Salvador Costa, con el suelo lleno de basura.
Contiene el disco la mayoría de sus grandes clásicos. Canciones desgarradas, con muy mala baba, arrancando no ya ampollas, sino provocando que de las heridas supure toda la pus retenida. Niñas recién hechas mujer que son desvirgadas en las ferias de pasodobles, proclamas de levantamientos de roedores desde los desagües, humos de cocina por los patios interiores, paradas de metro que dejan a los viandantes en caminos de barro y charcos. La Barcelona y extrarradios a eliminar en caso de organizar unos Juegos Olimpicos. Cierto es que para entonces bandas como Burning, Basura o Ramoncín habían editado algún trabajo, pero no sería una exageración colocar el primer LP de La Banda Trapera del Río dentro de la categoría de los discos históricos. Dos de los once temas, «La regla» y «Venid a las cloacas«, ya se habían adelantado en el sencillo que le precedió: «La Regla» (Belter, 1978).
Precisamente «La regla» y «Ciutat podrida» son de las primeras canciones qiue compuso el grupo. La letra de esta última es de Esther Vallés, compañera de trabajo de Morfi. El tema, que abría la segunda cara del vinilo, es un rock and roll totalmente endemoniado por el desquicie de la guitarra y la voz de Morfi. Hay quienes quieren ver en esta canción la que podría venir a denominarse la primera canción punk en catalán. Algo así como luego pasara con el single de Zarama «Nahiko» (Discos Suicidas, 1982), que fue el primer sencillo de este género en euskera.
«Curriqui de barrio«, «Eunucos mentales«, «Nacido del polvo de un borracho y el coño de una puta» y «Confusión» corresponden a composiciones posteriores, en concreto a las primeras de las que se encargó el batería Raf Pulido. Comentaba éste haber compuesto «Nacido del polvo de un borracho y el coño de una puta» al ver entrar una pareja de esta guisa en un hostal en lo que descansaba en la calle en su trabajo. Comparte algo de los retratos de miseria urbana, de rostros lisiados de algunos temas de Eskorbuto. No es desatinado apuntar una conexión entre ambas bandas a pesar de la pequeña diferencia de años. De hecho, Ínigo Munster declaraba haber conocido a los catalanes porque Iosu Eskorbuto le había pasado música suya. «No dais la cara» por su parte, tendría algo de eso, combinado con la electricidad de los Stooges y la densidad de Leño.
«Meditación del Pelos en su paja matinera» es resultado de la adaptación de una letra de Juan D’Arc hecha por Morfi. Comienza con una gran guitarra que se hace estridente en algún momento, con veleidades de rock duro. «O lamer a la sirena el sexo / o esto» dice Morfi, y claro, se queda en esto, en la autoexploración a lo «Orgasm addict» de los Buzzcocks.
Es probable que aquellos que no vean en La Trapera a unos pioneros del punk nacional argumenten las grandes dosis de rock pesado que rezuman muchos de los temas de este álbum. En algunos de los casos, como en «Confusión«, piensas en la música a escuchar en tugurios pequeños entre brumas de porros y cigarros. «Mi estómago es una hormigonera que deshace cubatas y cerveza» dicen en esa canción entre cuasi-psicodelias hendrixianas con rock and roll de lo más vigoroso.
Es sin embargo con «Curriqui de barrio» que empieza el disco; y es una gran canción. Auténtico himno obrero desde Cornellá. En algunos pasajes te hace pensar en una de esas bandas que algunos vinieron a denominar punk inglés de segunda división (Chelsea, Slaughter and the Dogs). El afán pirómano y de destrucción de Morfi parece un precedente del que años después se encontrará en canciones como «Quiero ver» de La Polla Records o el «Fuck Furcias» de Cicatriz.
«Eunucos mentales» es de las pocas que en principio no parecía dirigida al ámbito de la crítica al entorno social de la banda, ya que se escribió como dardo al sindicato de músicos, contra el que estuvieron enfrentados casi siempre por cuestión de las actuaciones («Tocaremos por cojones / tocaremos lo indecente«). Pero el caso es que tarda poco en desparramar contra todo: «Una hija de perra que se llama sociedad«. Al contrario de lo que ocurre con otras canciones, la música en este tema parece ceder todo protagonismo (salvo en los momentos de los solos de guitarra) al discurso de Morfi, que en algunos momentos se escupe con el bajo y la batería como único acompañamiento.
La parte final del disco contiene otra píldora amarga de fabricación casera. El «Padrenuestro» que, claro, poco tiene que ver con las composiciones de guitarra clásica de catequistas y misas de domingo.
«Nos gusta cagarnos en la sociedad«, a pesar de su título, suena demasiado al rock and roll en la plaza del pueblo de Tequila. Le quita algo de fuerza a la amenaza.
El disco fue reeditado en 1993 por Duvicsa, una de las dos compañías en las que se dividió Belter, y más tarde por Munster.