“Sea como sea cada vez resulta más difícil tener a Álvaro en un estudio debido a ‘su caprichosa inestabilidad anímica’, pero esperamos que os sorprenda este paso hacia un sonido más rock denso y sucio”. Así se despachaban los amigotes de la discográfica de Tarik, Mushroom Pillow, en los momentos previos a la publicación de “El Hueso y la Carne” (Mushroom Pillow, 2007). La segunda premisa, la del rock más guarrete, se cumple, desde luego. Pero la primera, la de que Álvaro Muñoz está tocado del ala, no la podemos constatar. Lo que sí podemos constatar es que también desde las discográficas se pueden acometer patochadas de gran tamaño.
A finales de 2007 llega el hermano de «Sequentialee» (Mushroom Pillow, 2005), la primera vez en la carrera del cordobés en que edita nuevo trabajo con menos de ocho años de distancia. Nos congratulamos, ya que el disco es un magnífico compendio de temas pop, de composiciones clásicas redondas y en algunos casos, de rock garagero. Fue grabado en el andaluz El Refugio Antiaéreo, un lugar en el que al parecer huele muy mal, pero no se preocupen, la fragancia no afecta a las canciones.
Destacamos varios cortes: «Tormenta esta noche«, rock directo, sin diplomacias, que asciende gracias a una guitarras implacables y a un estribillo sin fisuras; «Vuelta a los colores«; el mejor tema del disco, simple, sencillo, hermoso, con una letra hiper-optimista que invita a la sonrisa tonta de felicidad y a la celebración vital; la chuchesca (si, de Fernando Alfaro) «Subir al tren«, un trepidante rock con una lírica inspirada; «Agosto por ejemplo«, otro «temazo» pluscuamperfecto, recogiendo los frutos de la música española sesentera y saboreando el zumo de una producción bien trabajada; «Antes de la niebla» nos recuerda que Muñoz fue un día de negro, imitando a The Jesus and Mary Chain, y que sabe bajar octavas; «La ascensión de Lupo«, donde Tarik se disfraza de Los Planetas (recordemos que el batería de los del ínclito Jota se pluriemplea y también trabaja en la Fábrica de Colores) e incendia los instrumentos como unos pirómanos en celo.
Os prometo que quería destacar sólo un par de temas, y al final son sólo un par los que no he citado, sin ser además malos. Un disco muy recomendable para los días de guardar y los días de hastío. No supera -porque es insuperable- «Sequentialee». Este es, como decimos, más marrano y libre, pero también por ello, puede que funcione mejor en directo.
Sea como fuere, nos demuestra que Tarik y la Fábrica de Colores es el mejor grupo de pop español de mediados del 2000.