La trilogía de Los Chatarreros tras su paréntesis bolerístico se cierra con el disco más ambicioso y variado de su trayectoria. Disco en el que DRO puso plena confianza, concediéndoles más horas de estudio de lo habitual -unos dos meses. Los discos de Mar Otra Vez se llegaban a grabar en cuatro o cinco días y generalmente siempre lo habían hecho en siete o diez días; nada que ver, este disco está incluso orquestado en varias de sus canciones por La Orquesta de Las Lágrimas.
Los Chatarreros en esta ocasión son: Nacho Colis a la batería, percusión, coros y cajas de ritmos, Nacho Laguna al bajo y bajo-caja (efecto bordonera), Justo Bagüeste a los saxofones, programación y mini-moog, Javier Arnal a las guitarras, coros y acordeón, Ana Díaz a la voz y coros, Susana Cáncer al hammond y piano, y también colaboran Suso Saiz (Esclarecidos, Orquesta de Las Nubes) con hipnosis sónica, ambientes y guitarras, David G. Bonachoal violín o la mexicana Züa los coros, más un plus de doce músicos con violines, violas, violoncellos y contrabajo como La Orquesta de las Lágrimas, dirigida por Tomás Garrido. Finalmente, comandando esta legión de ángeles, Javier Corcobado a la voz, guitarra tormenta, ruidos y saxo alto.
El disco se abre de una forma nada común en la trayectoria de Corcobado, digamos, a priori “discotequera”, que despista, con “Déjame ver tu lado débil”, quizás influido por el tiempo en el que convivieron él y Ana D con Alaska; utilizando el mini-moog secuenciado con una caja de ritmos antigua disparada, en el tema se oye el apoyo de la voz tersa y suave de Ana D con un estribillo que dice: «Déjame ver tu lado débil y soñar y soñar«. La palabra soñar toma un cariz extradimensional.
El siguiente tema, “Adiós Respirar” también empieza con electrónica pero de forma mucho más sobria, donde las guitarras con triste sonido de los 50 se va mezclando con la poesía herida y van apareciendo tímidamente violines y saxos con una percusión rotunda. Javier ya empieza a hacer el desgarro propio de su voz mientras va avanzando la canción con las guitarras de ruido melodioso para terminar con un coro final y un alejarse y acercarse de guitarras con mágicos movimientos que más bien parecerían de un theremin. “Son astas de ciervo las aguas del Cielo”.
“Carta al Cielo”, una de las canciones favoritas de los suicidas mexicanos, está dedicada al guitarrista Ollie Halsall que ya tocara con ellos en el LP “Tormenta de Tormento” (Triquinoise, 1991). En este tema ya se oye el despliegue majestuoso de La Orquesta de Las Lágrimas. Momento cumbre y emotivo del disco con eminente poesía, canción con la que Luis Cobos se daría cuenta de lo irrisorio de su carrera -exceptuando cuando musicalizó la obra de Nino Bravo. Éste podría ser uno de aquellos posibles hits que DRO vio por aquel entonces, sin duda lo hubiera sido: “Nadie me besará cuando yo muera. Nadie me amará cuando me muera”.
“Flores de Lágrimas”, primero de los duetos del disco entre Ana D y Corcobado, valga la redundancia, nos recordarán a Nick Cave y Anita Lane. La canción empieza con una mansa guitarra y el frágil piano de Susana Cáncer hasta que entra la íntima voz de Ana D, interrumpida con el estribillo y la grávida voz de Corcobado, para luego cantar al unísono y finalizar Javier con su lado de este poema mientras Ana remata las últimas palabras hermoseado todo ello con guitarras sureñas y violines: “Mi alma es tu Dios, porque tu alma es mi Dios.”
Llegamos a uno de los momentos cumbre con “Catorce”, cantidad de temas que contiene el disco y número que se puede ver en la contraportada del booklet con un fondo de unas flores grises que parecen de hierro. El tema lo introduce un rumor de guitarra hasta que aparece la segunda guitarra llevando el ritmo en procesión, contándonos la historia de Rosita Brisa de Mar con una voz distorsionada, mientras sube de intensidad. Canción surgida de una pesadilla urbana de Tarantino; la voz se desgarra y suaviza con implacabilidad y también se desgañita entre las guitarras-cuchillos, terminando en un caos eléctrico, para dar paso a una de las canciones más brutales y hardcore de la carrera de Los Chatarreros: “Muere – Mata” empieza con una programación electrónica a mil por hora y aparece La Voz con una de sus frases feroces y sorpresivas que nos deja un eco en el cerebro a ritmo de mantra. Luego da entrada a un ritmo cruel que no nos abandonará junto a un coro salvaje hasta que hay un alto donde dice: “Perro ladrador con el rabo mata ángeles”, aquí la música se envuelve en una espiral violenta, electrónica y eléctrica que acaba en un falso silencio pues luego vuelve del infierno el coro a recordarnos…”Muere – Mata”.
En el séptimo tema descansamos. “Dientes de Mezcal” es la canción más Argentina del disco a pesar de lo mexicana de la bebida (Mezcal), pura pasión que bien podría valer un tango. Aparece La Orquesta del Amor y las Lágrimas en la canción para embelesarnos las sienes. Canción que le encantaría a Sinatra, belleza y elegancia de traje largo para bailar en un salón. (“…Nos abrazamos hasta reconocer que sin amor todo es nada”).
“Llanto Peligroso” empieza con una caja de ritmos y mini-moog con un sonido darkwave muy ochentero, mientras van surgiendo las guitarras como hachazos que dan pie a la poesía de Corcobado entre dejes hipnótico-electrónicos. Cuando los dientes se parten por el corazón entramos en el más puro rock and roll; de hecho es como si fuera un estandar que guardamos en el subconsciente, y lo es. La estructura de la canción sigue el canon de las mismas, hasta que vuelven a romperlo en la parte final, suavizándose en las formas pero jamás en el contenido, con un ligero eco de cuerdas y un cambio de percusión grave a la vez que la voz de Javier casi llora por momentos entre psicodelia de melancolía que nos une a la siguiente canción: “Si tú no me quieres”; segundo de los duetos del disco entre Ana D y Corcobado.
Una canción que sabe a mar y a sirena -de hecho empieza con la voz feérica de Ana D como una lumbre de hielo-, sonidos acuáticos y una guitarra que flota sobre el mar, al terminar el estribillo se dan el relevo de la voz para al final fundirse los dos en uno, con un subliminal saxo y sexo añadido entre ellos, bañados de erotismo lánguido: “Si tú no me quieres, tiraré mi cuerpo a un lago de (heridas / ortigas), tortura de besos.”
Llegamos a “Realidad”, donde también acompaña la incorpórea voz de Ana D repitiendo como un mantra entrecortado la palabra «realidad», que en su voz hace que la propia realidad deje de ser lo que parece. “Realidad. Naces ya matando. Cerezas en el latido de un vestido de mujer”. Empieza con suave electricidad de tres guitarras, los platillos que suenan a lluvia hasta que se levanta del suelo la percusión inquisidoramente, ¿Kraut doom dark rock? Locuras aparte, la voz de Ana D da entrada a la voz de Javier que aparece como un viento terral y le acompaña como espíritu del tema. Dulcemente llega la explosión, callando Javier para dar paso al R-U-I-D-O, una guitarra al aire y la percusión bombástica se abren paso en marcha triunfal distorsionada repleta de efectismo, para volver luego a la calma y a la voz de Javier y Ana, que vuelven de nuevo como brisa surgida del cielo acompañados de misteriosas guitarras diferentes entre sí, dejándonos en tensión por si esto volviera a estallar.
Rompe abruptamente “Sangre de Arcoiris” y una veloz guitarra acústica y el bajo, la percusión revienta entre acústica y eléctrica y demás efectos eléctricos-electrónicos en torbellino, que se aligeran para que empiece el cante, dejando el ruido melódico del bajo y la acústica, la voz siempre como acontecimiento, hasta devolvernos al laberinto principal «con la pistola en la mano para defender su dolor». Un mismo esquema de cambios sigue el tema hasta caer en una especie de maelstrom sonoro que nos transporta a otra dimensión en la canción; rock and roll con aroma 50’s pasados por el prisma personal, otra “corriente trituradora” y volvemos al tema por el cual empezamos, ritmo final in crescendo et in extremis terminando con un grito en el vacío que no deja tregua, pues el disco sigue girando a velocidad imponente con el tema “Yo seré tu cáncer”. La voz aquí suena con un cariz más retorcido, el cáncer que nos habla en primera persona desde el punto de vista sanitario y filósofo-poético; la canción se va convulsionando y grita en un momento dado en donde nos introduce en uno de los momentos más inquietantes del disco, en el cual se enumeran nombres de enfermedades producidas por el cáncer con voces ultraterrenas de laboratorio que recuerdan a bandas de sinfonías médicas como Premature Ejaculation del malogrado Rozz Williams de Christian Death o los ingleses Carcass que utilizaban únicamente como temática enciclopedias de medicina.
Tras el lóbrego glosario de enfermedades, aparecen pitidos de saxo para cruzar de puerta y aparece la sorpresiva voz de Javier espetando: “¡Pero te quiero Amor!” y otra vez volvemos a ser tragados por las corrientes eléctricas que más adelante se incrementan tras el estribillo con fogosos saxos. La canción empieza a concluir con el consecutivo “Tú serás mi noche, tú serás mi noche, tú serás mi noche…” y aniquila con un grito de trece segundos entre los instrumentos que no paran de golpearse.
Descansamos un poco con “Diamanda”, imaginamos que titulado así por la predilección de Javier por Diamanda Galàs, la cantante-hechicera griega; pues como dijo hace muchos años Javier en una entrevista: “Me gusta la música que me haga temblar…”. El tema comienza recordándonos también al tango pero con una percusión tan feroz que difícilmente se adaptaría a este estilo. Con un piano, más el acordeón de Javier Arnal, nos hace conmemorar ahora a la chanson française para luego volver a permutar en sí misma de estilo y ritmo con una percusión más brasileña en este caso, con un saxo ebrio y con poesía. Una parada y volvemos al acordeón de Javier Arnal con algún sonido lastimoso de eco de vientos de fondo extraído de un café a deshoras en Buenos Aires. Aquí aparece la conmovedora parte que da título al disco “Arcoiris de lágrimas”; retornando al acordeón de J. Arnal y a la percusión pronunciada, casi marcial que cierra el tema (…”Han brotado de sus ojos sendas lágrimas que con el tacto del Sol han formado un arco iris de lágrimas.)
El último tema que cierra el LP, pues en la versión CD se incluyeron tres temas extras del single: «Parole parole» canción popularizada por Mina y Alberto Lupo, “Hoy daría yo la vida” de Martinha y “Digan lo que digan” que enalteció Raphael. Volviendo al meollo, el último tema, canción catorce, es “Violador”, inspirado en el poema: “The Rapist “del poeta neoyorquino Stephen Dunn, en el que también se hace uso de efectos y guitarras hipnóticas para reproducir el ambiente oculto y acechante de un violador. Canción que explora y viola los sentidos, que nos hace ponernos en el pellejo de un delincuente sexual, el tema aderezado una vez más con los espectrales cantos de Ana D., bucles sonoros para inspirar el mal sueño, gritos o aúlles tipo Blixa Bargeld de Einstürzende Neubauten que se confunden con zumbidos eléctricos en su garganta, naciendo el punteo final en su cuello.
La canción acaba como si hubiéramos quitado el vinilo de cuajo con una voz intimidatoria que dice:“ Como esta canción que ya está dentro de ti, dentro de ti, dentro de ti, dentro de ti, dentro de ti, dentro de ti…”.