Batiskafo Katiuskas

Del espacio al fondo del mar. Este es el trayecto que recorre Antonia Font de su anterior disco “Taxi” (Discmedi, 2004) a “Batiscafo Katiuscas” (Discmedi, 2006). De viajes interestelares en cohetes a viajes submarinos en submarino. Pero viajes transformadores en cualquier caso.

Centrados cada día más en una línea de arreglos cada vez más sofisticados pero que para nada ahogan las canciones, los mallorquines entregan su obra más melancólica, hipnótica y, quizá, compleja. Es un disco al que el adjetivo madurez se le ajusta como un guante, sin que esto signifique una accesibilidad mayor, una simplificación de objetivos y formas. Todo lo contrario.

Como en el disco anterior podríamos hablar de un disco de concepto más que conceptual. Pero mientras en «Taxi» este era temático, en este es más de sonidos e intenciones. Tanto en la canción inicial, “Play” como en la final “Replay”, hay elementos sonoros que son la base de la que da título al disco. Una canción que de tan enorme corre el riesgo de comerse el resto del trabajo. La descripción del fondo del mar, los cantos de sirenas y ballenas, la soledad, los arreglos de cuerda medidos para buscar una épica insospechada en un grupo que evitaba eso en el pasado a cualquier precio.

Porque si hay una canción ejemplar de lo que es la épica en la música pop puede ser esta. Iniciando desde el susurro hasta la explosión final, llevados en volandas hasta él por esos violines elásticos y conmovedores.

Establecidos ya como una referencia del pop español a pesar del handicap del idioma, y tras el interesante pero irregular disco en solitario del compositor principal Joan Miquel Oliver, “Surfistes en Camera Lenta” (Discmedi, 2005), se permiten el lujo de hacer un disco lleno de canciones de lenta digestión para su comprensión absoluta, si exceptuamos el divertido single absolutamente devodiano (incluso por el aspecto retrofuturista con el que aparecen en el video y en las fotos promocionales, bastante equívoco respecto al contenido del disco).

El viaje al fondo del mar es un viaje al fondo de las entrañas. Canciones como la inolvidable “Darrera una revista”, con imágenes cotidianas hiperrealistas mezcladas con apuntes desbordantes de imaginación, en la que unos patitos de goma hacen su aparición en forma de coro, y el canto de las ballenas de la canción titular se entremezcla con esta tonada con un cierto aire a Los Planetas.

El amor toma protagonismo frente a temáticas más o menos extravagantes en esta indagación del universo personal de un autor superdotado. Devaneos más o menos funkoides y souleros de baja intensidad como en “Nata”, describiendo rutinas imposibles de esquivar, el ensoñador paisaje de un niño de una tribu africana en la emocionante “Bamboo”, el juego literario de “Tonto” (un recitado de un surrealista texto de Cortázar)… un universo extraño, intransferible como el de los grandes autores de cualquier disciplina, reconocible y cercano, aunque un día esté más allá de Plutón y otro en las fosas marianas.