Renuevan los votos Somos La Herencia con la oscuridad a base de incrementar la tensión de unas atmósferas ya de por sí eléctricas y densas al tope. Juegan con la velocidad, como el «Revisión de la materia» con el que arrancan, y que lo mismo tiene alguno de los gajos con los que articulan Disco Inferno su música, o con la serpenteante «Caballo«, llena de expectación y esquinas en las que se agazapan mil y una sorpresa.
Pero si hubiera que definir dónde radica el embrujo irresistible de los madrileños, el que les confiere ese signo personal e intransferible, yo me quedaría sin dudar, a ojos cerrados, con «Signo de alguien«. Es una canción enorme que, en esencia, consiste en casi cuatro minutos de frío dark wave, de glacial after punk en el que, casi a modo de mantra, se repite la letra «Te amo«. De fondo hielo negro y reminiscencias de monasterio budista o convento gregoriano, en cualquier caso puentes establecidos con otra realidad paralela. A mi juicio temas como éste vienen a justificar, no ya un disco, sino una carrera musical.
Para finalizar la lírica agónica de «Plaza dura«. Ecos de Décima Víctima, Joy Division… ¿quién dijo que el negro en música es impersonal?
Con guiño al interés que muestran a cuestiones relacionadas con la arquitectura y grabado tras un proceso algo más complicado que el de discos anteriores, dejando listas primero las percusiones en su local de ensayo, las guitarras junto a Leo Mateos (Nudozurdo) y demás elementos de la grabación con Pablo Sanz de Treelins Studios, «Zigurat» puede ser de lo mejor que han grabado hasta la fecha Somos La Herencia.