Aunque el grupo ya prevenía de sus intenciones con la maqueta «Tu Madre Sha Komido mi Poya» (1996), con portada y título explícito, apuesto que pocos estaban preparados para lo que se avecinaba con su primer disco. El ejercicio de coprofagia elegido para la de este disco no dejará impasible a (casi) nadie.
Y es que efectivamente el sexo, crudamente expuesto, es una baza con la que juegan los maños de forma decidida en su debut en vinilo. Lo que en la ya mencionada maqueta no dejaba de ser excusa para otra foto de publicación de porno duro, y que venía inspirado en el título de la película «Braindead, Tu madre se ha comido a mi perro» (1992) del director Peter Jackson, aquí da pie a «Amor de madre», canción con la que termina el disco y que cuenta de las felaciones con final medio canibal de la madre de la novia del protagonista.
Además de la salvaje llamada de «Sexo oral«, tampoco tienen problema en reconocer el papel jugado por una actriz porno en el descubrimiento de lo que era la pubertad y las primeras eyaculaciones. Condenada a papeles incluso con animales, la letra lamenta el destino final de la musa. Varios pasos adelante pues de aquellas fantasías en «Pictures of Lili» que cantaban los Who. La canción fue elegida posteriormente para la elaboración de un videoclip rodado, entre otros emplazamientos, en una sala X. Musicalmente resulta de los tiempos más lentos de todo el disco, que si por algo se caracteriza es precisamente por la contundencia y rapidez.
A pesar de todo ello harían mal aquellos que condenaran a Kanzer d’Eskroto a restringirse a la etiqueta de punk explícito o «pajillero». El trío, que reconoce encontrar en el punk canal justo en el que incluir irreverencia y provocación, no descuidan la componente que tiene de denuncia. Con maneras sacadas, según indican, del punk hardcore americano de los 80-90 (más evidente quizás en «Colgado en el satélite»), pero que comparte la brutalidad de propuestas como Discharge, G.B.H. o Abrassive Wheels, se despacha a gusto contra la brutalidad policial («Madero«), la alienante rutina diaria («Un día más» o «Aburrido«) o el control de los aparatos dirigentes sobre la población («Desinformación«).
Recuerda precisamente «Madero» a aquel «Era un hombre» de La Polla Records. Aquí el respetable padre de familia y vecino ejemplar se convierte por las noches, momento en el que su mente se destruye y se vuelve casco policial.
A pesar de lo breve del minutaje del disco (10 temas interpretados a una velocidad de vértigo), queda hueco incluso para la descripción de escenarios apocalípticos postnucleares.
Punk del más duro de finales de los 90.