Un long play que presenta un renovado repertorio de Micky elegido con un cierto eclecticismo. Los temas vienen compuestos por Fernando Arbex, otros por Micky y tres de ellos, quizá los más frescos del álbum, firmados por Bob Ttackaway y Johnny Galvao, dos músicos de sesión extranjeros que trabajaban mucho en esos momentos.
“Face by the water” es un tema pop arquetípico bien cantado en inglés con unos arreglos previsibles. De los mismos autores es “Little Mary” , una balada modernilla con unos buenos toques de guitarra del propio Galvao. El tercer tema de esta pareja de compositores extranjeros es el onírico “My friend”, una melodía sencilla en la que no se rompen mucho la cabeza con los arreglos, pero que respira una ingenuidad que le sienta muy bien a la forma de cantar de Micky. Lo que ya es menos prevesible es “Honeymoon in Persia”, un tema premeditadamente oscuro en que el cantante susurra en segundo plano sobre unos sonidos obsesivos del bajo y teclados. Casi un Pink Floyd de cerca de siete minutos de duración.
La canción más sentidamente personal es “Dulce rock and roll”, una composición de Micky dedicada a su pareja de toda la vida, Dulce Quesada. Una persona que ha sido todo para él: amante, manager, compañera… La canción en sí tiene reminiscencias de los cantantes norteamericanos de los primeros 60, resulta un tando deslavazada y mezcla las proclamas bailables en español e inglés. No es de lo mejor, pero me consta que es un tema muy querido para Micky.
“La leña” es una balada blanda compuesta por Arbex que supuso el single representativo de este LP. La ternura musical está bien; sin embargo, en este caso el pastel queda excesivamente empalagoso. “¿Quién es Lucy” toca de pasada el tema del travestismo, tabú en aquellos primeros 70, con la dictadura aún rampando. Musicalmente, es un medio tiempo de fácil escucha y buenos arreglos con notable intervención de los teclados.
“Watch it” cierra con potencia el disco. Aromas discotequeros en el acompañamiento de la guitarra, el bajo y la batería, que se explayan en una larga introducción instrumental y varias intervenciones guitarrísticas más. La sombra de Barrabás, el otro hijo predilecto de Fernando Arbex, planea sobre un tema en el que Micky se muestra seguro y, de paso, demuestra, que quizá esa es la música que le gusta hacer, a pesar que las pelas le llegaban vía las baladas. En mi opinión, el mejor tema de todo el disco.