Una gran Z rasgada sobre negro deja entrever la ilustración de una ciudad que Adolfo P. Suárez ha realizado para el nuevo disco de Nacho Vegas. Su título es “La Zona Sucia”, una referencia a la Fórmula 1. La zona limpia es en la que hacen el trazado los coches, y la zona sucia es la que se llena de goma, de suciedad, y retrasa a los coches que salen por ella. Un disco en el que predominan los sonidos acústicos, las melodías instantáneas y una emotividad marcada por la frescura. En su grabación han participado Abraham Boba, Manu Molina, Xel Pereda, Luis Rodríguez, con las colaboraciones especiales de Pedro Perles, Pablo Herrera, Mar y Alicia Álvarez (Pauline en la Playa), Xuan Lorenzo y el coro de Les Guajettes. De la producción se encarga, como es habitual, Paco Loco; y de la edición, el colectivo de reciente creación Marxophone.
Un disco marcado por el amor, el desamor, la pasión y el deseo en el que Nacho disecciona emociones y sentimientos con una gran facilidad. Diez canciones que ponen de manifiesto el gran momento creativo que atraviesa el asturiano y su madurez compositiva. La sencillez es uno de los calificativos que mejor definen “La Zona Sucia” (Marxophone, 2011), composiciones emotivas y frescas en las que la voz de Nacho es más que nunca la gran protagonista.
Abren “Cuando te canses de mí” y “La gran broma final”, dos grandes canciones marcadas por la ausencia, el desamor y la acidez dulcificada. Esta última es una de las mejores canciones que Nacho ha entregado a lo largo de su carrera, y en su letra percibimos aspectos de su relación con Christina Rosenvinge, como aquella ocasión en la que una conocida revista del corazón publicó un paseo madrileño de la entonces pareja… “Ha cundido el pánico en Madrid / salen fotos en la prensa rosa”.
Nacho siempre ha citado a Carson McCullers como una de sus predilecciones literarias, en “Reloj sin manecillas” adopta el título de la novela homónima de la escritora americana “Clock Without Hands” (1961).
Uno de los cortes más destacados del disco es “Taberneros”, un pasaje plagado de luces y sombras sobre amores efímeros -”Yo creí que lo nuestro era infinito como la arena / ahora sé que lo único inagotable es esta insoportable pena”- con coros redentores… “Ya se fue mi amor / lo sentí marchar / esta noche me voy a emborrachar”. El esquema coral se mantiene en “Lo que comen las brujas”, una pesadilla infantil con un estribillo efectivo “La niña pregunta: mamá / ¿qué es lo que comen las brujas? / ella le responderá, seria pero con dulzura / leche, galletas y a ti”.
Cierra “El mercado de Sonora”, con desarrollos rítmicos cercanos a cortes como “En la ardiente oscuridad” o “Baby Cat Face”, en el que Nacho se deja llevar por la influencia mexicana y dedica un corte al conocido mundialmente como el centro de la magia y el esoterismo y el principal mercado para la compra de productos relacionados con la Santa Muerte y San Judas Tadeo.