El laborioso debut discográfico de Los Gritos va a venir de la mano de su éxito en Benidorm, como segundos intérpretes de la canción vencedora en 1968, la superconocida “La vida sigue igual”, que también supuso la entrada de Julio Iglesias en el mundo de la canción. Es inevitable la comparación de ambas versiones. La de Los Gritos resulta más dulce y menos dramática que la de Julio, un aire más pop con unos destacables arreglos orquestales y un ritmo marcado por el charles de la batería. Una buena versión de un tema histórico en la música española. Gerardo Irles en su libro “Solo Para Fans” (Alianza Editorial, 1997) dice que la letra es una elegía que podría haber firmado Jorge Manrique, y si la escuchamos atentamente no le falta razón.
La cara B trae también un tema de aquel festival defendido por Los Gritos. Un tema sin orquesta, interpretado por el conjunto, que se apunta a la canción protesta light que afronta la masiva emigración de la España del sur, que en aquellos años sufría una despoblación galopante. Un fondo de guitarras y bajo sobre la que la voz de Manolo Galván brilla a pleno pulmón.
Este disco, dada su buena acogida comercial, tuvo al final de ese año una segunda edición con portada a color y con un tema distinto en la cara B, concretamente “Nos abrasa el sol”. Entre ambos singles Los Gritos vendieron un buen montón y pasaron de ser desconocidos a ser mirados con atención como uno de los más prometedores conjuntos de finales de la década.