A mediados de los 60 los veranos de la Costa del Sol concitaban a músicos en busca de sacarse unas pelas en sus múltiples salas. Cuatro de esos músicos pertenecientes a tres conjuntos distintos se conocen en Torremolinos y deciden comenzar una nueva aventura. Tres de ellos son andaluces: Francisco Doblas (guitarra de punteo), José Sierra –Pepín– (guitarra rítmica) y José Ramón Muñoz –Timmy– (batería). Pero el auténtico líder va a ser desde el principio el alicantino Manolo Galván (cantante y bajo).
Al finalizar el verano se trasladan a Granada, donde alcanzan un cierto renombre a base de actuar en salones de bailes. Animados por ese incipiente éxito viajan a Madrid y en la capital van a pinchar en hueso. Siete meses y un solo contrato. Los componentes del grupo pasan hambre, entendida no como una figura retórica, sino como un agudo dolor de estómago. Tiran la toalla. Manolo Galván se queda trabajando en algunos conjuntos madrileños y sus tres compañeros vuelven al verano malagueño.
Cuando Los Gritos ya eran puro olvido, Manolo regresa a la Costa del Sol con unos ahorros en el bolsillo y decidido a reflotar Los Gritos. Comienzan de nuevo a actuar juntos y el manager Ignacio Medina se fija en ellos y los presenta a la casa Belter. Este sello prepara su gente para el Festival de Benidorm y les propone participar con el tema “Los Molinos de La Mancha” como segundos intérpretes de un primer espada del sello, el cantante Michel. En aquellos festivales se premiaban canciones y cada una estaba defendida por dos intérpretes. Con prisas, la casa Columbia busca un segundo intérprete para acompañar a un compositor y cantante inédito en el que tenían una gran confianza. El tema en cuestión era “La vida sigue igual” y el cantante no es otro que Julio Iglesias. En primera ronda son eliminados en su envite junto a Michel, pero el 17 de julio de 1968 Julio Iglesias y Los Gritos ganaban con sus dos versiones de “La vida sigue igual” el X Festival de Benidorm. El resto de la mitología señala el premio de 15.000 pesetas recibidas por cada uno de los dos intérpretes ganadores, la ascensión rápida del tema en las listas de ventas en ambas versiones y la consolidación de la noche a la mañana de Los Gritos como uno de los grupos punteros del pop nacional.
Un par de meses después el conjunto van a alcanzar el segundo puesto en el I Festival Internacional de Málaga con la canción propia: “Vuelvo a mi tierra”. Entre tanto, la versión de Los Gritos de “La vida sigue igual” vende menos que la de su compositor, pero alcanza el top 5 en ventas, lo cual no está nada mal para un single primerizo.
En el invierno del 69 vuelven a Madrid, ya como triunfadores, actuando como figuras en las salas de la cadena Consulado y haciendo apariciones televisivas. Graban discos realmente interesantes y con una amplia versatilidad de estilos. Forman parte del elenco de la película: “Abuelo Made in Spain” (Pedro Lazaga, 1969). Se suceden temas de una calidad más que aceptable con influencias soul: “Tusset Street”, sicodélica: “Veo visiones” o con baladas de altos vuelos como: “Adiós verano, adiós amor”, con la que concurren por segunda vez a Benidorm . Son discos que no rompen en grandes éxitos, pero que mantienen al conjunto malagueño en el candelero de las emisoras de radio y venden lo suficiente para propiciar nuevos encargos y grabaciones. Al final de la temporada, Pepín Sierra deja el grupo y es sustituido por el guitarrista Antonio Rueda.
En 1970 van a alcanzar con el tema propio: “Sentado en la estación” el tercer premio en el Festival de Atlántico, celebrado en las Canarias y van a seguir con la fiebre de las galas por toda España.
A nadie pasa desapercibido que Manolo Galván es por sí solo más de la mitad del grupo: canta, compone, toca el bajo y la guitarra, lleva la voz cantante en las entrevistas… A finales de 1970, Manolo Galván va a dejar el grupo para comenzar una importante carrera en solitario cantando sus propias canciones a partir de 1972. Entre medias formará un nuevo grupo, La Zarzamora, con los que grabará algunos singles producidos por Juan Pardo. Finalmente se instala en Argentina, donde falleció en mayo de 2013. El resto del descabezado grupo va a hacer distintas probaturas para desaparecer definitivamente algunos meses más tarde.
Sus modos vocales recuerdan a dos grandes grupos de su época: Los Brincos y Los Mitos; sin embargo, su estilo se abre en un amplio abanico capaz de abarcar registros bien distintos.
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