Lo primero que llama la atención de este álbum es su carátula. Una lujosa cartulina de color blanco brillante en forma de sobre que se abre en su mitad y no lateralmente como es habitual. Sobre esa cartulina un sello dorado con el número 6 que sujeta seis pequeñas cintas de seda de distintos colores. Todo un lujo de artes gráficas puesto en el meracdo con un precio algo superior al habitual. El contenido musical está compuesto por once temas instrumentales muy bien grabados y que en su mayoría son versiones de famosos temas clásicos de la escuela nacionalista española, traducidos con todo respeto a ritmos modernos e interpretados con instrumentos eléctricos. El disco se grabó en Milán en una mesa de seis pistas, de ahí su título, y fue publicado antes que los pequeños que se sacaron de él, dando primacía a la obra global sobre la parcial, algo bien raro en aquellos años.
El acierto del disco, y escribo ya sobre su contenido musical, fue fijarse no en las obras orquestales clásicas sino en la música de cámara española, más fácil de trasladar a una formación de cinco músicos que cuando se trata de una orquesta completa. Siete de las piezas son obras escritas para piano por Granados, Albéniz o Falla, una octava es una sardana de Morera, compositor menos conocido también de la época de los tres citados y el resto temas propios en un estilo cercano al de estos grandes maestros, pero de corte más ligero y comercial. El éxito fue muy importante y abrió definitivamente el grupo a un mercado adulto. Un disco elegante donde los haya que durante años se consideró una de las cimas de la música española y que ha conseguido con el tiempo un aire intemporal, habiéndose hecho de él numerosas reediciones ya con portadas más corrientes.
Hoy, visto en la distancia, resulta un experimento algo pretencioso, pero llevado a cabo con todos los medios entonces a su alcance. Este álbum constituye el más serio intento de unir las músicas clásica y moderna llevado a cabo en nuestro país hasta que los Canarios acometieran el proyecto «Ciclos» (Ariola, 1974), con una estética muy distinta y seguramente con un resultado mucho menos atractivo que este magnífico «6 Pistas» de Los Relámpagos.