Se esperaba con impaciencia el trabajo en larga duración de The Pennycocks. El sencillo «Burning Down My Youth» (Common People / Lleida, 2010) había dejado una gratísima impresión de las maneras revisionistas de los catalanes, de su lectura particular del punk-rock de pub de los 70 británicos. Como adelanto inesperado del mismo se contó con el sencillo compartido con los británicos Peter And The Test Tube Babies, «Peter And The Test Tube Babies / Pennycocks» (Oi! The Boat, 2012), que incluía dos canciones de adelanto. Eso sí, con notables variaciones, como en el caso de «Playing with fire«.
Y es que este «Do It Cock» se retrasó más de lo esperado, principalmente porque la banda decidió regrabarlo en su casi totalidad al no quedar satisfechos con la velocidad de los temas. Es por ello que en invierno de 2011 vuelven a los estudios PSA de Bernat Jordana en Sant Quirze del Valles (Barcelona).
En la nueva grabación Adrià, el cantante, propone la incorporación de generosas secciones de viento y órgano para los arreglos y aderezamiento de algunos cortes. Toda una inesperada novedad en una banda a la que muchos presuponen maneras mucho más duras. Pero si algo queda claro tras la escucha de canciones como «Playing with fire» u «Obsession girl«, es que Pennycocks cambian de forma arriesgada pero decidida su etiqueta de banda de estricto punk-rock por otra que agranda su espectro musical hasta cubrir otros palos que se oyesen también en los 70 en Inglaterra. Uno de ellos, el soul, para lo que le piden apoyo a Los Penguins (Eduard Polls, Genis Navarro, Francesc Puiggròs) que se encargan de saxo y trompeta. El resultado es desde luego interesante, pero exige de sus seguidores amplitud de miras. Con «Playing with fire» consiguen una visión totalmente diferente a la que dejaron plasmada en su trabajo con los ingleses.
Pero si alguien piensa que este tipo de aperturismos puede suponer merma alguna para con el estricto punk que evidenciaron saber tocar en las entregas previas, se equivoca. «We are the cocks«, el consabido tema de autopresentación, «(I wanna be a) Dictator» o «It’s all around» son buenas muestras rocosas y ásperas. Cimentadas en guitarras que pueden chirriar, como lo hacían las de Slaughter and The Dogs por ejemplo, y con buenos coros, son probablemente la médula espinal del disco.
Hay más cosas de todas formas. Está la recuperación de «Burning down my youth«, o canciones como «I like it«, en la que participan las gallinas, integrantes del core más cercano de seguidores de la banda, además, allí donde vayan. No tienen reparo alguno en hacer los políticamente incorrectos coros de entrada de la canción que además termina con Adrià confesando abiertamente lo mucho que le gustan los intentos de que su chica juguetee con su pene. Todo ello viene aderezado con aires de Cockney Rejects.
A «Lorelei» no habría que buscarle conexiones irlandesas, a pesar de lo que parece sugerir el título de la canción. Juego de coros muy dinámicos, un cierto toque rocker y guitarras que van por derroteros guitarreros en onda con UK Subs o Lurkers. Y es que en el disco hay muchísimo espacio para las guitarras. Noticia fundamental para quienes ven en los vientos un peligro inminente. In «Riding the city«, por ejemplo, encuentran huecos hasta para hacer solos chirriantes.
Yo resaltaría «Use me» que me parece una manera enorme de terminar un disco, dejando un sabor de boca ideal . En lo anecdótico es uno de los temas en los que se distorsiona la voz de Adrià con reverbs «viejunos», como define el mismo cantante.
Pennycocks dan un paso más en la construcción de su pequeña mítica. Se necesita para esta empresa componentes de los que disponen los catalanes. Tienen por ejemplo a quien les retrate en sus más mínimos movimientos: para ello están las fotos excepcionales de Mireia Bordonada. Se requiere también haber convencido a gente que escribe tan bien sobre música como a Kiko Amat, y por supuesto, hacen falta buenas canciones. Pennycocks las deja en discos como éste. Un trabajo que se toca (da gusto recorrer la aspereza de la portada), se ve (las ya mencionadas fotos), pero sobre todo se paladea en cada escucha.
