A pesar de este pequeño fracaso comercial, la compañía vuelve a apostar por Rubi, esta vez con la producción de Joe Borsani.
Puede que el error estuviese en aquel cambio de imagen y a la explotación de la sensualidad en lugar de seguir en la línea de pop descarado e ingenuo que tenían Los Casinos en sus comienzos. El caso es que este disco incide todavía más en esa imagen sofisticada y de sex-symbol, así como en los arreglos electrónicos un tanto recargados, que tanta frescura restan a las composiciones.
Así, el primer single era ni más ni menos que «Mi corazón pertenece a papi«, versión del tema «My heart belongs to daddy» de Cole Porter, que popularizaría Marilyn Monroe.
El disco incluye también otras versiones de grandes nombres femeninos de la historia de la música, como «You keep me hangin’ on» («Me mantienes colgada«) de Diana Ross & The Supremes, «Try to understand» («Intenta comprender«) de Lulú, “El día aquel” (“Ce jour-la”), de Sylvie Vartan o «El baile de la escoba» de Brenda Lee, e incluso recuperaba “Yo tenía un novio”. El resto de la entrega eran, en su mayoría, composiciones de Borsani.
De nuevo la voz y el encanto de Rubi salva un poco la entrega, en general muy floja. Los resultados, tanto artísticos como comerciales, estuvieron de nuevo muy lejos de lo esperado: si el anterior disco fue un pequeño fracaso, este segundo lo fue aún mayor, y Rubi no renovaría contrato con Mercury.