Orientados ya en lo musical con su disco anterior «Voices from Beyond» (Blind Dead, 2008), con «Thanatopia», La Peste Negra da una vuelta de tuerca más en una apuesta por profundizar en su manera personal e intransferible de explorar los terrenos oscuros del postpunk. Con un sonido más integrado, al grabar todos los instrumentos a la vez, se centran en rendir tributo a los autores literarios malditos, en los desterrados.
Comienzan así con un poema de Luis Buñuel, «No me parece ni bien ni mal«, plagado de ojos «pegajosos como un coito» o con hijos, que de nacer, mirarían «eternamente las bestias que copulan en los atardeceres«. El texto ofrece precisamente ese campo ideal para desarrollar la provocación mediante la irritación, por dar vueltas enrevesados alrededor de una historia que lleva al desasosiego, la inquietud y claustrofobia. Teclados fúnebres de comienzo, percusiones sinuosas.
La intriga se mantiene en su modo máximo en la historia en la escalera en la que Lady Stardust siente estar siendo seguida por quien finalmente resulta ser su doble. Guitarras que se cruzan con los teclados, la canción que se detiene para evolucionar casi con la participación independiente de cada instrumento. Melodías que transcurren como el zumbido de insectos molestos ¿Quién dijo que el universo personal de La Peste Negra era sencillo? Desde luego ellos no, y parecen además regodearse en esa dificultad.
«Que el placer de morir no me devuelva la vida» cantan en «Prohibido suicidarse en primavera«, inspirada en la obra de teatro de Alejandro Casona, mientras que «La vida telequinética» trata del fracaso del experimento alienígena a la hora de infundir inteligencia de manera artificial a los primates que poblaban la Tierra.
La densidad de las texturas y la manera de ir haciéndolas evolucionar recuerda algo el modus operandi de bandas progresivas, situándose, por descontado, en el lado más oscuro.
Editado conjuntamente con el sello francés Zorch Factory, el disco es claramente un adelanto de la edad madura que han alcanzado los barceloneses.