Tai

«Tai» (Chin Yi, 2008) termina con la serie de demos que el grupo realizó y que había alcanzado ya cotas importantes en «Mei» (2006). Al igual que esta, «Tai» es una grabación doméstica de cuando Pablo Medina era el único componente de este proyecto. Sin embargo, «Mei» pertenece a esa época en la una idea se vislumbra borrosa, entre un montón de elementos que la difuminan y la dejan medio cocida, mientras en «Tai» todo se aclara mucho más.

Hay una serie de elementos con los que es fácil describir y descifrar a Chin Yi. El primero, notorio, es que las letras están en una lengua inventada -ya hay muchos precedentes de esto, desde Magma hasta Sigur Rós-; su significado, de tenerlo, es irrelevante, ya que se aprovecha su fonética y pronunciación como vehículo de la interpretación. A esto le sigue el consiguiente componente teatral, weilliano y vodevilesco que se transmite tanto en algunas piezas. Y finalmente, claro, el la música, que ciertamente bebe de muchos lados -componentes rockistas y electrónicos, hasta bailables, por doquier- pero que en última instancia remiten directamente al post-punk más siniestro o a la no wave.

A uno se le antoja que la profunda atmósfera decadente y psicopática que rodea «Tai» necesitaría una mejor producción, pero no se le puede pedir más teniendo en cuenta los medos con los que contó y, en cualquier caso, es suficiente para sumergirse en su propuesta. Y las canciones están ahí, tétricas y disonantes, a veces estridentes, pero siempre impactantes y a menudo arrebatadoras. Un gran ejercicio de imaginación que fue muy bien acogido.